La paradoja de la motivación en una sociedad motivada

Vic Blázquez
Motiv
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3 min readJan 21, 2018

Hay una problema clásico a la hora de aplicar las teorías de motivación a gran escala. Si todos consiguen triunfar en lo que les gusta, y consiguen ser lo que quieren ser y son los mejores en lo suyo la sociedad entra en catalepsia, en bloqueo total.

¿Quién va a limpiar las calles? ¿Quién va a hacer esa serie de trabajos que nadie quiere hacer y que se hacen porque no queda otro remedio? No creo que haya muchas personas que entre el trabajo de su vida y recoger basura a las 5 de la mañana elija esta última.

Claro. Que absolutamente todas las personas del mundo trabajen en el trabajo de su sueños es una utopía. Y como tal no se puede conseguir. Por tanto al ser algo imposible y ser solo un problema imaginario en la práctica la sociedad no se rompe. El problema es que la sociedad se rompe antes de llegar a esa utopía.

Un mundo pequeño

Imaginemos un mundo formado por 100 personas. 40 quieren ser arquitectos sí o sí, 30 quieren ser deportistas sí o sí y 30 les da igual porque están desmotivados o no les importa un trabajo u otro. Esta sociedad estaría rota. Sobretodo si solo hay 20 puestos para arquitectos, 15 para deportistas y el resto si se esfuerzan mucho solo podrán quitarle el puesto a otro para quedárselo él.

Revisemos los números del ejemplo. Hay 20 personas que quieren ser arquitectos y lo consiguen, 20 personas que quieren ser arquitectos y no lo consiguen porque no se necesitan más arquitectos, hay 15 personas que quieren ser deportistas y lo consiguen, y otras 15 personas que quieren ser deportistas y no lo consiguen porque no hay más puestos.

35 personas están frustradas porque no pueden dedicarse a lo que quieren y realmente aman hacer eso que quieren. Si una de ellas lo consiguen le quitarán el puesto a otra y por tanto seguirán siendo 35 las personas frustradas. Se puede idear un sistema por el cual cada persona pase un tiempo disfrutando de lo que le gusta y después sea desplazado a otros puestos que no les gusten. Pero eso es sencillamente una mierda.

¿Te has fijado? Las personas desmotivadas o transigentes dan igual en la ecuación. Si la oferta de arquitectos es mayor que la demanda, la paradoja aparece. Y si el arquitecto que no lo ha conseguido lucha por su puesto deberá quitárselo a otro traspasando la resignación de persona.

La solución

Ante esta paradoja ¿qué se puede hacer? Hablamos de una situación en la que en todos los países del mundo se anima, se educa y se da apoyo a quienes quieren ser arquitectos para serlo. No es algo loco. Generación tras generación la tendencia va hacia buscar lo que amas hacer y luchar por ello. Y sin embargo, como siempre, va a haber gente que va a tener que resignarse separando el mundo en ganadores y perdedores.

Cuando hablamos de cifras mundiales. Cifras tan grandes. Que haya un gran número de ganadores y un gran número de perdedores hace del mundo algo peor. Porque no es por falta de esfuerzo sino por falta de demanda. Porque pueden haber 40 amantes de la arquitectura pero 20 únicos necesarios para no estar de brazos cruzados.

Y de nuevo, los desmotivados, los que no les importa tener un trabajo u otro, los que son felices haciendo otra cosa no entran en la ecuación. Hablamos única y exclusivamente de los que aman algo y se dan cuenta que no pueden dedicarse a eso que aman. A eso para lo que han nacido.

Y si han nacido para eso puede haber mucho talento en el lado de los perdedores. Puede ser el caso de un gran arquitecto que puede revolucionar la arquitectura y que ha acabado en otro trabajo diferente debido a que no hay puesto para él.

¿La solución? Es una paradoja. No hay solución. Solo se puede dar solución cambiando el problema. Y por tanto la motivación no puede decir por siempre “haz lo que amas siendo el mejor” sino por “haz lo que amas siendo el mejor y si no puedes, ama lo que haces siendo el mejor”. Si se hace por ese orden, los mejores harán lo que aman. Algunos mejores solo habrán tenido un primer amor correspondido, y otros mejores habrán tenido un segundo, tercer o cuarto amor al que darle todo.

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