5 maneras de darte cuenta que la pornografía está en tu vida a diario

mahy
Movimientos sexuales contemporaneos
4 min readNov 13, 2013

Sí, todos creemos que la pornografía únicamente se enciende en las noches en esas páginas sucias, por el escritorio de Tumblr o bajando por Instagram o por cuenta propia en esas páginas explicitas que dejan manchas en tu cama y es vuestra madre quién reclama al día siguiente cuando de forma voluntaria accede a preparar tu habitación y se encuentra con partes húmedas dentro de tu cama. De mearte en la cama, a mancharla de placer.

Y es que, claro, pensamos que la pornografía es sólo eso. Penetración-masturbación, sexo claro y a simple vista. Escenas mal actuadas y rubias que explotan de plástico o japonesas con caras de recién nacidas. Pero es más que eso. Es que el erotismo también lo es. Es que la televisión. Es que la radio. Es que la vida. Es que todo está lleno.

1- Televisión abierta. Sí. Todos esos potos moviéndose al ritmo de “Aló Kike”, son el claro reflejo de una explosión pornográfica que inunda la caja negra que ilumina nuestros rostros como si se tratara de algún liquido expulsor que eyecta algún órgano sexual. No sólo estos potos logran hacer danzar las manos de tus televidentes, también todos los programas de realidad con duchas inocentes instaladas a toda vista, con desfiles de ropa interior con besos, con sus protagonistas teniendo sexo bajo sábanas blancas y grabados con cámaras especiales para la oscuridad, tratando de igualar a Paris Hilton. Y como si no bastara los matinales naciones se han empeñado en erotizar sus mañanas trayendo a colación a Raquel Argandoña, quién no tiene descaro en manosear todo hombre 30 años más joven que llega al programa.

2- Fútbol. El único deporte que ha logrado conocer nuestro país. El único deporte que no trae copas, ni premios, ni felicidad. El único deporte con el que los padres se mueven hasta lograr que sus hijos sean fanáticos y jueguen. Y el deporte que claramente se ha masificado y hasta un canal propio tiene en nuestra televisión satelital, con acceso tras bastidores, entrevistas de seria profundidad, y donde la mujer sólo sujeta la pelota para la foto del calendario. Pero lo cierto es que no existe nada tan homoerótico en Chile. Tal vez para los gringos lo sea el fútbol americano, pero aquí el fútbol es y será la práctica más homosexual del deporte. Hombre sudosos pasandose las piernas por entre otras piernas, caminado de camiseta mientras se abrazan sus cuerpos mojados, besándose las mejillas y celebrando que triunfan mientras saltan sobre sus espaldas.

3- Prensa escrita. Oh, diario número cuatro. El rey de la mantención de las paredes de vulcanizaciones y talleres por doquier. Y no sólo las fotografías más que eróticas, más que explicitas, sino que también todos los textos que presenta el diario del pueblo cada jornada con confesiones, historietas y toda la información completa para tener un buen sexo, en la cama, en la parrilla, en la oficina y mientras lee. Y es que el reinado no es sólo de playboy cuando se trata del papel mismo.

4- Tiendas comerciales. I don’t care, i love it. Rubias, flacas, poca ropa, pero “decente”, para que las cabras cuicas la compren, y ala vez no tanto, pero sí, para que las del otro extremo aparenten. Y usen vestidos lo suficientemente cortos para mostrar la tira del colaless. Y no sólo en la tele lo vemos, no sólo en las gigantografías, también en los catálogos que sirven de mini guías masturbatorias que pasan desapercibidas para aquellas personas de mente limpia. Pero las colecciones primavera-verano y las de ropa interior son furor si se trata de pornografía soft. Y no sólo de ropa, tiendas de neumáticos, autos, farmacias y de comida. Qué divertido ver como lamen manjar.

5- Radio. Rumpy no es el único que ha explotado las relaciones personales sexuales para ofrecer quejidos desde el otro lado de la caja sonora. Los comerciales vía radio con esas voces tan perfectas mientras ríen o terminan de tomar algún trago “uuuhm, ohh, aaaahh”. Son la más clara relación fonográfica para aquellas personas fetiches del sonido.

Y aunque muchas de estas estén en claro desmedro de un género en particular, son la violencia misma que ha creado el sistema. De que los pintalabios sean sólo para mujeres, que el liquido de las toallitas sea azul y no rojo, que las piernas deben estar depiladas y especialmente por maquinas iguales a las de los hombres pero en color rosa.

Que los vestidos sean sólo para mujeres, que en la vida sólo existan mujeres ofreciendo comida en bikini y los hombres totalmente cubiertos o que mientras las mujeres bailan al ritmo de “aló kike” mostrando sus cuerpos plásticos el animador de ese mismo programa sea un hombre que carece totalmente de belleza televisiva. Y es que sólo hay dos sexos, el oprimido y el opresor.

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