BAJAR 20 CAMBIOS

Agustín Frizzera
Democracia en Red
Published in
4 min readSep 2, 2022

Breves palabras sobre una costumbre que genera violencia

Frente a lo traumático, lo indecible, se debe empezar por lo evidente: es sumamente grave que una persona con un arma cargada con cinco balas gatille a centímetros de Cristina.

Lo evidente: el atentado no involucra a una ciudadana común, se dirige a la líder popular más importante de las últimas 2 décadas en este país.

Mucha gente está triste, porque la ama con pasión. Mucha gente se enfurece, porque la odia con pasión. Ambas partes se acostumbraron a decir barbaridades de la otra.

Frente a lo traumático, lo indecible, tenemos que bajar: 20 cambios hay que bajar.

Y pensar. Aún en el dolor, aún en la rabia.

Pensar en este mecanismo al que nos hemos acostumbrado quienes discutimos de política: “las personas que no son parte de nuestro grupo tienen ideas detestables y que hay que destruir porque amenazan nuestro estilo de vida y destruyen el país”.

Esta costumbre utiliza información fuera de contexto, alinea ataques a la reputación de las personas y, por asociación, a las fuerzas políticas con las que simpatizan. Lo llamamos “grieta”, como si fuera algo que simplemente sucede. La “grieta” es algo que reproducimos, es un mecanismo del que nos apropiamos, más allá de las “fake news” o de los “los medios”.

Obvio que los medios agitan, es evidente que el bombardeo de “noticias” nos deja en confusión, está claro que la inmediatez de las redes generan ansiedad. Pero ¿cómo es que personas que no queremos el odio ni queremos la violencia, la terminamos generando?

En política, nadie es “el amor”. En política, el odio es rendidor.

Las identidades políticas son, y siempre han sido, parte de la vida social. Y todas esas identidades políticas crean lealtades. Hoy, el problema es que hay identidades que son vistas como un enemigo que amenaza nuestros valores y creencias.

Los “polos” generan imágenes negativas, simplificadas, inexactas y estereotipadas de la otra parte. Estas imágenes son las que justifican la hostilidad y el desprecio hacia el otro grupo. El oponente es un enemigo que debe ser deslegitimado por “nocivo”, es alguien que nos da miedo o nos enoja.

Estas caricaturas de “los otros” los asocian con los más diversos vicios, crímenes y defectos. No son “adversarios” con “ideas cuestionables” frente a quienes contrargumentar. Los otros tienen ideas detestables y que hay que destruir.

Este juego suicida de atacar, banalizar y demonizar sistemáticamente a los oponentes nutre los procesos de polarización política y, cada vez más, acompaña tendencias autoritarias y es lo que puede generar un espiral de violencia.

De esto participan quienes sugieren que se “chorearon un pbi” , participan quienes asocian a la “policía de Larreta” con la dictadura. Es la inflación de las palabras: ni la “corrupción” arruinó al país , ni Macri es Videla.

Ni “somos nosotros o son ellos”, ni “todo tiene que ver con todo”.

No son sólo los medios, no son sólo las fake-news. Es el discurso político, el de todos, el responsable de la grieta. Es el discurso político, de todos, el que genera este escenario de violencia

Anoche, a pocas horas del atentado, Patricia Bullrich dijo que un otro “convierte un acto de violencia individual en una jugada política. Lamentable”. Al decirlo, convierte un acto de violencia individual en SU jugada política. Y es lamentable.

Nicolás Kreplak dijo que “los opositores y medios de comunicación son responsables de este atentado brutal. Basta de discursos de odio y la constante violencia extrema”. Al decirlo, desnuda SU odio, que puede traer violencia extrema. Y es lamentable.

Bullrich y Kreplak SON lo que acusan a los demás. Y de esto, se tienen que hacer cargo.

No vivimos en un clima que podamos llamar de “violencia política” en la Argentina. Agitar este fantasma es totalmente irresponsable, es la locura total. Y quienes lo están agitando tienen que hacerse cargo.

Algo de autocrítica. Hacerse cargo, todos, de cómo tramitamos nuestras diferencias.

Porque, anoche, vimos algo que no hemos visto antes, vimos una persona con un arma cargada de cinco balas gatillando a centímetros de Cristina.

Por supuesto, no podemos naturalizar lo que pasó. Es gravísimo. Pero tampoco podemos naturalizar el discurso de los buenos y los malos, esas historias del amor de un lado y del odio del otro.

Hoy es un día para desconfiar del “nosotros somos los buenos y los otros son los malos”. Y para encontrar un momento para auto-observarnos, porque no es un tema de “los medios”, es un tema de un discurso al que nos hemos acostumbrado

No es un tema de libertad de expresión, es un tema de qué estamos haciendo con ella.

Hay que bajar 20 cambios. Es urgente.

--

--

Agustín Frizzera
Democracia en Red

Director Ejecutivo en Democracia en Red. Me interesan las Ciudades y cómo podemos cambiarlas …porteño, melómano, cinéfilo, y algo más