Riot Grrrl, el feminismo hecho melodía
La década de 1990 no solo dejó las canciones violentas de Nirvana o las películas donde Adam Sandler interpretaba el mismo papel de tonto con buena suerte. Muchas mujeres insatisfechas y llenas de música formaron un movimiento punk feminista: Riot Grrrl. Ahora esos rugidos se escuchan en canciones, como Rebel Girl de la banda Bikini Kill, como soundtrack de algunas escenas de Girlboss o a las rusas Pussy Riot actuando y cantando en un capítulo de House Of Cards, ambas series de Netflix.
El feminismo siempre ha vivido en la clandestinidad. Desde el siglo XIX, en la primera ola donde las mujeres reclamaban el derecho al voto, a la educación y su reconocimiento como ciudadanas; hasta en la segunda ola (1960–1980), donde el reclamo se volvió más sofisticado y se exigió una cambio cultural en la relación de la mujer con ellas mismas, con el hombre y con el Estado. No es coincidencia que junto al punk se haya creado el movimiento Riot Grrl.
El catedrático Larry Star, en su texto American Popular Music: From Minstrelsy to MP3, establece que fue 1975 un punto de inflexión donde el Rock se volvía comercial y el Punk se convirtió en la vía de escape de la rebeldía y la insatisfacción. Entre el boom del rock alternativo y el Grunge, la desobediencia del punk influiría para que en 1990 ruja el movimiento Riot Grrrl y lo que se denomina la tercera de ola del feminismo.
Antes del rugido
El Punk nace ante el rechazo del rock comercial: el hipismo mercantil y la falta de creatividad. Aunque con esta clasificación vienen a la mente bandas como Sex Pistols, Ramones o The Clash; pero las raíces de este género musical se forman de bandas que no pretendían ser “punk” -como algo ruidoso, insolente y violento-, sino hacer su propia música y la rebeldía se basa en el nado a contracorriente,, de ahí la frase: “hazlo tú mismo”. Ese círculo de rechazados y rebeldes, entre rockeros travestidos como New York Dolls o dementes como The Stooges, venía Patti Smith decidida a sacudir al mundo.
En 1975, la cantante lanza su primer álbum Horses, cuya carátula creó polémica sobre la estética de la mujer. La portada fue una fotografía, realizada por Robert Mapplethorpe, donde Smith sale vestida con un pantalón negro, una camisa blanca y al hombro un bléiser negro. No solo las canciones como Gloria debían enviar un mensaje, también la tapa. Como lo expresó la escritora Susan Sontag: “lo más hermoso de un hombre viril es algo femenino; lo más hermoso de la mujer femenina es algo masculino”.
El punk y los géneros posteriores, como el Post-Punk y New Wave, comenzaron a involucrar a mujeres rebeldes como la banda femenina The Slits; Susan Ballion, cantante de Siouxsie and the Banshees; o Poly Styrene, vocalista de X-Ray Spex. Pero entre todo el caos Joan Jett, encapsulada por revista Rolling Stone como una de los 100 guitarristas más grandes de todos los tiempos, influenciaría al Riot Grrrl y produciría tres canciones de una de las bandas más importantes del movimiento feminista punk: Bikini Kill.
Rebel Girl
El movimiento Riot Grrrl nace en 1991, en el estado de Washington, adaptando el feminismo al punk y todos los elementos de la contracultura. Elementos usados desde los hippies hasta los grupos de izquierda: música, fanzines, un manifiesto, militancia, entre otros. La misión de “bombardear el centro neurálgico de la falocracia del rock”, como dijo Kim Gordon, bajista de la banda Sonic Youth.
En agosto de 1991 se realizó el International Pop Underground Culture en Olimpia, Washington, donde se dejó en descubierto la existencia de varios grupos integrados y liderados por mujeres: Bikini Kill y Bratmobile como las más importantes. El estallido dio origen a más bandas como Sleater Kinney, que comenzarían tres años después. Todo bajo la bandera del movimiento Riot Grrrl.
La descripción de la oleada número tres del feminismo se basa al artículo Volviéndose la Tercera Ola, que publicó la activista Rebeca Walker en la onceava edición de la revista MS en 1992. A partir de ahí la marea se concentra en seguir el trabajo de la Segunda Ola y mejorarlo, e incluir la variedad de género u etnias que ahora abarcaba. Pero en todo oleaje las corrientes se chocan.
Tanto la Tercera Ola del feminismo como el movimiento Riot Grrrl han sido blanco de críticas. Personajes como la filósofa Christina H. Sommers o la académica Camille Página, relatan que esta generación de feministas es radical contra los hombres, feroz y no positivo: “la masculinidad se trata de manera rutinaria como una patología que necesita una cura”, expresó Sommers en una entrevista con el diario español El Mundo en 2016.
En junio de 1998 la revista Time publicó una edición con una pregunta en la portada: “¿El feminismo está muerto?”. En el documental La cantante Punk (2013), varios personajes pertenecientes al movimiento Riot Grrrl y cercanos a Kathleen Hanna -excantante de Bikini Kill- expresaron el impacto de la tapa de la revista y su desconcierto. Igual ese mismo año Hanna forma Le Tigre y logra una mayor internacionalización de su mensaje feminista con canciones pegajosas ligadas al punk pero con tintes de electrónica. Al siguiente año la banda Sleater Kinney lanza su álbum The Hot Rock. El feminismo no estaba moribundo.
Las revista Time quiso dar paso a una interrogativa ignorando actividades y mensajes emitidos de la década de 1990. Al ver a Pussy Riot cantar y alborotar con un pasamontañas de colores, similares al que Kathleen Hanna utilizó en una entrevista con la directora de cine Tamra Davis -en su época con Bikini Kill- ha demostrado la influencia de las Riot Grrrl en la música punk de hoy en día.
Al existir personajes como Sommers o Paglia en constante crítica ante la preocupación por lo nocivo de un feminismo con odio; o ver la producción de libros, documentales, películas y canciones sobre el feminismo y la lucha de la igualdad y equidad de derechos; u obervar mujeres y hombres protestando contra el feminicidio alrededor del grito de #NiUnaMenos en muchos países latinoamericanos desde el 2015; ahí te das cuenta que no, que el feminismo no muere. Mientras haya un monumental desequilibrio de poderes, las mujeres seguirán luchando y la lista de reproducción seguirá tocando .