Todos los archivos sobre la mesa

Por Julia Funes

Murga Baila la Chola
El Blog de lxs Cholas
3 min readDec 10, 2020

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Estoy en Rosario yendo a la escuela a pintar un mural con lxs compañerxs docentes en homenaje a María Remedios del Valle. Mientras camino por la vereda del sol, llega un mensaje invitándome a escribir para este día.
Pienso: cualquier persona que viva en este país podría escribir sobre la fecha. Cualquiera de nosotrxs, lo sepa o no lo sepa aún, lo haya podido pensar o no, es parte de esta historia que hace 44 años trajo el horror y puso a la categoría de Derechos Humanos sobre la mesa, en las ventanas y los parques.
Hace tiempo, cuando pude conciliar lo público y lo privado del genocidio iniciado en 1976, entendí que no hay sujeto en este suelo que no esté atravesado en su constitución por aquello. Pero, aquí estamos, volviendo común lo singular y viceversa.

Arriba de la mesa había dos fotos carnet ampliadas que -años después entendí- velaban por nosotrxs: eran mi tío Damián y su compañera Alicia.

Me llamo María Julia porque Mariel y Carlos así lo decidieron el invierno de 1979. Fui nieta única hasta los 25. En realidad, éramos dos lxs nietxs de Muñeca y el Gringo, pero en las fotos de nuestra infancia mi primo Juan estaba en otro álbum.

Foto del archivo familiar, mientras fui única nieta y buscábamos a Juan.

El año que Maradona hizo el gol a los ingleses -a todo el imperio se lo hizo- empecé primer grado en una escuela de Villa Ortúzar. Mi abuela Muñeca me iba a buscar en un Fitito rojo. El ritual se repetía todos los días. Algunos días, ella me retiraba antes y nos íbamos de raje hasta la salida de otra escuela. Mi abuela me hacía parar contra la pared y sonreír para la foto junto a otras niñas de igualito guardapolvo. Yo sonreía. Y ella también, como toda abuela, apretando la Kodak ektralite.
Nunca pregunté qué hacíamos. Formaba parte de una ceremonia que se repetía cada tanto: con mi guardapolvo y una valijita con forma de casa me paraba donde Muñeca indicara. Sonrisa, con o sin dientes, y al auto de nuevo. Después había café con leche y tostadas, en una mesa de fórmica verde que se hacía larga los domingos largos. Arriba de la mesa había dos fotos carnet ampliadas que -años después entendí- velaban por nosotrxs: eran mi tío Damián y su compañera Alicia.
Ahí estaban sus rostros en blanco y negro, en una juventud de para siempre. Faltaba la otra foto, la de su hijo que ya conté. Ese rostro no nos era conocido. Un día de esos, a los diez u once, entendí lo que hacíamos con mi abuela: buscar la foto que faltaba. Eso era.

El año que Maradona hizo el gol a los ingleses en mi familia fuimos felices, enormemente felices. Ese año escribimos canciones entre todxs para cada integrante, usando melodías conocidas con nueva letra. Las presentamos en año nuevo, hubo guitarras y un grabador a casete.
De mucho más grande entendí que esa felicidad era un sendero grueso para mi familia, y que en esas canciones no estaban mis tíxs porque el dolor aún era inabordable. Conservo ese casete en un cajón y muchas de esas canciones en mi memoria. Vuelvo a lo mismo: nadie lxs nombraba, pero allí estaban. La paradoja de la presencia en la ausencia, la paradoja de lo dicho en el silencio.
Las fotos y las canciones, así como las cartas que mi madre le escribió a su hermano Damián, las anotaciones de Muñeca en cuadernos Gloria sobre niñxs que podrían ser hijxs de personas desaparecidas forman parte de un archivo preciado. Por años, estuvo guardado para no desempolvar el dolor.

En 2004, cuando Juan tuvo un rostro, una voz y unos ojos, mi abuela -reina de la generala y los Jockey Club suaves- se encontró con su nieto y puso el dolor sobre la mesa de fórmica verde, colocó ese archivo pelado, cruel, necesario. Porque allí estaba la verdad en piezas.

Porque en la verdad estaba el relato de la vida de Juan y de la nuestra.
Porque en la verdad estaba el inicio de la justicia.
Y en todo eso junto, tan terrible y tan bello, nacía una nueva felicidad posible.

Julia Funes

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Somos un proyecto artístico integrado por mujeres e identidades no binarias. Hacemos murga estilo uruguayo en Buenos Aires desde comienzos del año 2012.