Después de una noche de infierno en la que nos ha tocado salir corriendo a las 5 de la mañana al veterinario de urgencia -nada grave, un parto que se alargaba y que ha terminado dando como resultado cuatro cachorros felices y contentos y una mamá con cesárea y hecha unos zorros-, me he levantado como si tuviera resaca pero sin resaca: si lo llego a…