Nuevas perspectivas de la literatura infantil: tres sugerencias

Marcin Wichary Test
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2 min readJan 16, 2011

Por exigencias del guion (aunque la ausencia de tilde me provoque ardor de estómago), me pasé ayer por la mañana por la sección de literatura infantil de un centro comercial, buscando libros para menores de nueve años. Me di de morros con el último grito en libros para niños: las texturas. Me explico: un libro, pongamos, sobre Pipo, el conejito saltarín, debe, obligatoriamente, llevar un agujero en medio de todas las páginas, incluida la portada, de la que sale un mechón de pelo repugnante arrancado del lomo del mismísimo Pipo. Si yo fuera niño y me regalaran ese libro, me preguntaría en silencio dónde está el resto del conejito y a qué niño le habría tocado la vesícula biliar de nuestro querido Pipo. Obviamente, los libros con texturas se limitan a narraciones sobre conejitos, perritos y gatitos y pasan de los erizos de mar o los productos químicos corrosivos, limitando así los conocimientos del niño.

Pipo, el conejito saltarín.

Pipo

Además, me encontré con los grandes misterios de siempre, esos que vuelven locos a los niños de la edad contemporánea y estimulan su sensibilidad artística con esos dibujos actuales y la pasión por la literatura con narraciones inteligentes y asombrosas tipo «Manuelín se lava los dientes», «Nuestas amigas, las frutas» o «Fuera los pañales, mamá»; que digo yo que a un niño que puede operar una fractura del deltoides a un paciente en su Nintendo DS o reventarle la cabeza a unos cuantos zombis devoracerebros con su PSP, igual estos títulos se la traen al pairo.

Por último, encontré una serie de libros sugerentes a la par que instructivos como:

  • El interior de un tiburón (este no llevaba texturas, aunque estaría guay)
  • Enciclopedia de los arácnidos y otros insectos depredadores (con fotos desplegables de una mantis de merendola, todo muy de confrontación del niño con la ciencia)
  • Las catacumbas romanas (con sus osarios y sus apéndices de martirologios y todo)

Así que después de mucho pensar y darle al cerebro, he elaborado una lista de tres títulos que combinan todas estas características (a. s., texturas, realidad infantil y conocimiento científico y humanista):

  • Teo visita a su padre en la cárcel (este llevaría un juego de texturas estimulantes con una lima, un trozo de hormigón y papel higiénico carcelario). Su segunda parte natural sería Teo y el régimen de visitas del juez.
  • La gran enciclopedia de los parásitos intestinales (con fotos desplegables de irritaciones de la zona perianal y de heces con lombrices)
  • Un día en el oncólogo (con todo lo necesario para vivir una auténtica experiencia hospitalaria, o sea, un gotero, un kit para poner una vía y un miniescáner cerebral)

Estoy seguro de que Anaya y El Barco de Vapor me están copiando la idea en estos mismos momentos.

GRAZIAS DE HENTREKOTT

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