Fantasmas

--

Photo by Johannes Plenio on Unsplash

Escribir ficción, a veces, libera fantasmas que nos habitan sin saberlo.
Entonces uno quiere esconderse, alejarse del mundo.
Uno quiere hundirse en el lodo y dormir cubierto de barro, en silencio, porque el barullo generado despierta heraldos que picotean la mente con aguijones crueles.
Los escritos se vuelven indecentes o se pudren en los estantes. Las ideas irrumpen como nubes tóxicas dentro de la mente y arañan las emociones hasta sacarles sangre.
Y uno no es un monstruo.
Y debe protegerse para no caer en la locura.

Este cuento pertenece al libro “Lana hueca” de Raul Ariel Victoriano

--

--