Lemis Tarajano
Nada Street
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7 min readFeb 20, 2018

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La Perfección

Alfonso Drubel es periodista y novelista. Sus padres crecieron en un centro de recuperación de trauma post-tecnológico. En la adolescencia sus padres ya no hablaban, solo podían comunicarse a través de pantallas para realizar funciones básicas, pedir comida, encontrar el baño.

Drubel creció también en un centro de rehabilitación con mínimo acceso a la tecnología, a los veinticinco estaba a cargo de una brigada de limpieza, desinstaló y eliminó todas las interfaces y computadoras de las escuelas de Esmer, en el sur de España. Después de la catástrofe y la revolución lo que quedó fue papel y lápiz y Drubel se unió al primer periódico analógico de Esmer después de 100 años de ubicuidad digital.

Escribió esta crónica para la revista Nuevo Mundo basada en su viaje a Marruecos en el año 2111 cuando abandonó su profesión de periodista. Es uno de los defensores más vocales por el regreso a la democracia y al desorden. Reside en la ciudad de Esmer, donde nació.

Crónica de Alfonso Drubel

“Cuando el hombre se encuentra está perdido. El hecho de lograr nunca encontrarse a sí mismo es considerado por Max Ernst como su único logro duradero” Max Ernst

‘No estoy seguro de lo que está por suceder’, así contestaba Jula a todo, ‘¿Cómo estás, Jula?’, ‘No estoy seguro de lo que está por suceder’.

Jula vino a mi casa en el otoño del 2111, habíamos invitado a dos o tres amigos y se aparecieron quince. No hay mucho que hacer en Esmer, los círculos de conversación han ido cerrando y los pocos que quedan ya no son lo que solían. Los círculos de lectura están controlados por la OS (Organización para la Sociabilidad), y todos sabemos lo estructurados y monotonos que son. Claro, ellos nos salvaron de la destrucción pero ahora están enterrándonos en el aburrimiento.

Dadas las circunstancias, siempre que invitas a tres personas a tu casa se aparecen quince. La reunión era un sábado y Jula llegó el viernes a las siete de la mañana. Me desperté, besé a Laura y lo fui a recibir. Se notaba que no había dormido en varias noches, traté de acostarlo en nuestro sofá pero enseguida fue hacia la cocina y se preparó un café, ni siquiera me saludó, ni siquiera ‘no estoy seguro lo que está por suceder’, sacó su pluma, me pidió papel y se sentó a escribir.

‘¿Qué somos?’ le pregunté a Jula en una de mis entrevistas, ‘un billón de Adam y Evas’ me contestó. Jula fue un oficial de alto rango en la OS (Organización para la Sociabilidad) y antes de eso fue general de la organización madre, la guerrilla CRATILUS. En su juventud quemó edificios inteligentes, asesinó a tecnócratas, fue uno de los llamados Diecisiete Héroes Europeos que nos salvaron del mundo digital y ahora vive sumido en soledad. Ese viernes durmió en el sofá de mi casa por tres horas.

A la reunión asistieron varios colegas periodistas, una pareja de arquitectos y el Padre Salomón Lartem(1). Jula no dijo nada durante la cena, en la madrugada quedamos Laura, Lartem, Jula y yo y fue ahí cuando finalmente nos dijo la verdadera razón por la cual había venido. Había pasado unas noches internado en un hospital y ahí había conocido a un joven que limpiaba su habitación todas las mañanas, ‘es el mejor escritor del mundo, es el escritor perfecto’, nos dijo. Le pregunté si tenía alguno de sus manuscritos, si estaba publicado, ‘nunca ha publicado nada, nunca escribe, solo habla a veces’.

Laura se rió. Tenía su mano sobre la mía y sentí que se estremeció, la mirada disecada de Jula siempre le generaba ansiedad.

Para hablarnos, Jula se paró de su silla. No estaba caminando bien, apenas movía su pierna derecha. No miraba a otro lugar que no fuese nuestros ojos.

‘¿Un limpiador que nunca escribe es el mejor escritor del mundo?’ Preguntó irritado el Padre Lartem. Jula lo miró, ‘tendrías que conocerlo, lo que habla es pura literatura, es mas grande que Rimbaud y Chaucer a la vez, puede destruir tu concepto de una almohada, convertirla en un cráter de algodón en la luna y ponerte a nadar adentro’, ‘¿Es un ilusionista?’, ‘Algo así, te desmiembra, no eres el mismo después de un par de oraciones’, aseguró Jula, ‘Jula, ¿porqué no lo has traído?’ preguntó Laura. ‘El problema es que el escritor ha desaparecido, he ido a buscarlo a su casa todos los días de las últimas dos semanas y no está.’ Dijo Jula.

Se hizo evidente que Jula nos vino a pedir algo y yo fui quien mordió el anzuelo ‘¿Dónde puede estar?, ¿tenemos alguna pista?’. ‘No es a él a quien debemos buscar, no debemos buscar a nadie, debemos ir a un lugar, el lugar donde esta lo que hizo al limpiador ser el escritor perfecto.’ Jula nos explicó, ‘no sé lo que es pero sé dónde está, el limpiador me dejó instrucciones. No es muy lejos de aquí.’ Jula nos habló del objeto que convierte a cualquiera en un ser perfecto de acuerdo con su vocación, en el caso de Jula el objeto crearía al revolucionario perfecto, en mi caso al periodista perfecto, en el de Laura a la actriz perfecta y al Padre Lartem, en un teólogo perfecto. Nos dejó claro que debíamos ir con él a tocar este objeto.

A las dos semanas de la conversación, Jula, Laura y yo emprendimos el viaje a la región de Tánger, en Marruecos, donde nos esperaba la perfección. El Padre Lartem hubiese venido con nosotros pero prefirió quitarse la vida. El objeto está en una cueva, nos quedamos en un hotel a seis kilómetros de distancia y el mismo día de nuestra llegada fuimos a verlo, unas horas antes del amanecer. A cien metros de la entrada de la cueva encontramos, en total oscuridad, un gas negro y empolvado. Frente a él no se escuchan palabras ni ruidos y la luz de nuestras linternas se hundía hacia su centro como un chorro de agua. Jula se quedó en el hotel, su salud estaba deteriorada, apenas podía caminar y menos escalar y nadar dentro de una cueva.

El primer día Laura y yo estuvimos sentados mirando el gas durante cuatro horas, nos cuidamos muy bien de no tocarlo. Primero traté de olerlo, no olía a nada, Laura le lanzó unas piedras que lo atravesaron sin cuidado. Lo visitamos todos los días de nuestra primera semana acercándonos cada vez más. El primer día de la semana siguiente, despues de apenas unos minutos mirándolo, Laura lo tocó, metió su mano derecha hasta el fondo e inmediatamente se convirtió en la actriz perfecta. Lo sintió en su mente, es decir, vivió todas las posibilidades de su arte con plenitud, todos los matices del alma y personajes posibles. Desde entonces, cada vez que abre un guión, lee una historia, inmediatamente imagina todas sus interpretaciones posibles. Por supuesto, desde ese entonces no ha vuelto a actuar.

De haber imaginado esta agonía, yo jamás habría tocado el gas. Lo hice segundos después de Laura y en un instante viví todos los artículos y reportajes de la historia, vi todo el periodismo del mundo y el mío en una sola imagen infinita. Fui feliz por un instante pero enseguida todo se convirtió en un aburrimiento absoluto. Ya he visto todas las ideas, crónicas y reportajes narrados en mi mente en todos los formatos posibles, en dos líneas o en mil tomos, como se le dé la gana a mi cerebro. La perfeccion es morir de aburrimiento. Así se siente Laura también. Vivimos abúlicos en nuestro apartamento.

Jula fue el único que no tocó el gas, las veces que lo dejamos en el hotel se dedicó a interrogar a decenas de marroquíes(2). Descubrió que todos conocían a más de una persona desaparecida después de haber entrado a la cueva y tocado el polvo, solo los cuerpos de algunos suicidas habían sido encontrados. En particular recuerdo la historia que nos refirió sobre una cantante, todos en Tánger la conocían. La cantante, luego de entrar a la cueva fue a la plaza central, se paró en un parche de hierba al lado de la fuente e intentó cantar, sollozaba, cuando logró abrir la boca y soltar apenas tres notas perfectas que inundaron las calles de la ciudad, todos se detuvieron por medio minuto y lloraron de placer. La cantante cayó de rodillas, no pudo cantar más, sacó un puñal y se lo insertó en su propio vientre. Las personas secaron sus lágrimas y volvieron a sus tareas.

Notas

(1). El Padre Salomón Lartem — teológo y amigo — se suicidó días después de nuestro encuentro. El Padre Lartem era dirigente de la Nueva Iglesia, creía y predicaba que la religión es una teoría fluida que debe trabajar en función del avance social. La Nueva Religión propone que Dios es nuestro enemigo, creó el mundo de manera imperfecta, como es él, nos controló mientras pudo y ahora que nosotros hemos alcanzado la sociedad perfecta, trata de destruirnos con desastres naturales e ideas infames. Al Padre Lartem, su última propuesta le costó el apoyo de sus más cercanos colaboradores. Propuso cambiar el nombre de Dios a Demonio y nombrar a la sociedad, Dios. Quería poner toda la fe de las personas en la sociedad. Esta propuesta estaba en su máximo apogeo en el 2111 y murió con él. El Padre Lartem fue tratado con desprecio por las asambleas de la Nueva Iglesia, argumentaban que inyectar nuevamente fe y bondad a la palabra Dios seria dar un paso atrás en la evolución. Temían ver nuevamente a personas rezando y alabando, primero a la sociedad y luego, confundidos, a una entidad imaginaria llamada Dios que representara otra vez a una figura abstracta. El plan es mantener la palabra Dios subscrita al mal para así poder erradicarla. Lartem fue acusado de querer regresar a las teologías del pasado. La verdad es que hacía mucho que la religión había dejado de preocupar a las personas y la Nueva Iglesia, como la mayoría de nosotros, esta perdiendo el tiempo.

(2). A Jula no lo hemos vuelto a ver. He leido que en Tánger han habido explociones y actos de sabotaje, manifestaciones contra el Anarcosindicalismo y la OS. Se rumora que se planea una revolución para volver a la tecnología y a la democracia. Me imagino a Jula liderando este movimiento, dinamitando cuevas y distribuyendo los panfletos.

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