Notas de un arqueólogo en el Viejo Mundo

AJ Marquez
narraciones
Published in
3 min readJan 3, 2022
Photo by Grianghraf on Unsplash

Stephen King en su libro “On Writing” compara el proceso de trabajar ideas con arqueología, donde los huesos que encontramos corresponden a una historia que está esperando ser contada; yo creo, que los huesos de esas criaturas, están compuestos por fragmentos de nuestra vida, emociones, secretos, miedos y recuerdos.

Emigrar tienen un efecto muy diferente en cada quién. Para mí, significo la creación de una obra de ingeniería y arquitectura colosal, que inició desde el primer día que pisé el viejo continente. Bloques sobre bloques creé paredes, represas y bóvedas que me aislaban del pasado; porque en el pasado residían los miedos, el recuerdo a las crisis de ansiedad, las veces que imaginé morir y encontrarme tiritando, entre mis sabanas, preso de las criaturas de mi mente. Entonces, tenía a mi familia y mis amigos que me ayudaban a hacerles frente. Pero sabía que al pisar lo desconocído todo aquello se desvanecería y no existiría internet lo suficientemente rápido de hacerme volver en el tiempo a lugares más cálidos, al mundo que no existía más, donde únicamente sobrevivieron fotografías, recuerdos aleatorios y voces entrecortadas por Skype.

Han pasado un poco más de 5 años desde ese evento. Lo suficiente para erosionar las piedras. Y si hay algo que resquebraja muros más rápido que la humedad, es la confianza que viene de estar con alguien que amas y la salud mental lograda en años de trabajo continuo bajo terapia. Entonces dejas de sentirte solo por primera vez en muchos años y te aventuras a remover las piedras y darle un vistazo a eso que yace detrás del muro: recuerdos, miedos, sueños, expectativas, emociones y pasiones.

Hace un año y medio, decidí abrirle la puerta y darle bienvenida a una pasión que siempre ha estado latente en mí desde niño: La literatura. Con ello vino el permitirme regresar a leer literatura fantástica, de ciencia ficción y horror; también, por primera vez en años, atreverme a escribir cuentos cortos nuevamente (gracias a los maravillosos talleres de Marianne Díaz y el también maravilloso grupo que formó parte).

En el 2021 decidí retomar la lectura: comenzando con comics con Preacher, Hellblazer, Watchmen y Batman; regresar a los cuentos cortos de H.P. Lovecraft, Arthur Machen, Algernon Blackwood, M.R. James y Sheridan Le Fanu, que habían sido mi happy place hace un poco más de una década atrás. De allí pasar a leer por primera vez a Ray Bradbury, Stephen King y Neil Gaiman; la lista de autores crece hoy en día, así como mi biblioteca.

Por cada libro que leo, más fuerte es la necesidad y el querer a escribir. A mejorar mi técnica, mi prosa, mi puntuación y crear universos distintos, extraños, ubicados en colinas similares a las que veía en la ventana de mi cuarto en Valencia. Hoy en día, con muros internos que se derrumban y la pasión de escribir latente, mirar a la página en blanco, es mirar al vacío a las tinieblas, mis tinieblas y me da miedo. Me da miedo escribir, porque al final puedes escribir lo que te dé la gana, pero, el fantasma de los restos que hallaste mientras buscabas una idea no puede silenciarse hasta que cuentes su historia. Una historia que está más allá de los muros, son las criaturas que vinieron conmigo en la maleta y que ahora rondan en los bosques de la mente.

Sí, me da miedo escribir. Procrastino. Me da miedo a escribir, sin embargo, lo estoy intentando. Todos trajimos criaturas del “nuevo mundo”, algunos deciden escribirles canciones, otros les construyen aplicaciones, otros les toman fotografías, las mias piden aparecer en las hojas. Tengo miedo a escribir, no obstante lo haré; quizás no 1000 palabras por día, pero cada palabra mas es un paso para retomar esta pasión, nutrirla y hallarle nuevamente un lugar en mi vida.

P.D: Procrastinar. Por ello escribí este artículo, me dije: Si no piensas escribir la historia, al menos escribe algo.

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