¿Quién se comió el pimiento de Edward Weston?

Daniel Brena
POR CIERTO
Published in
3 min readAug 22, 2014

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¿QUIÉN SE COMIÓ EL PIMIENTO de Edward Weston? Me gustaría saberlo. Weston empezó a fotografiar vegetales desde finales de los años veinte. De hecho, una de sus fotos más conocidas muestra un pimiento. Sabemos quien tomó la foto, pero ¿quién se lo comió?

En la casa de Weston, después de una semana de trabajo, aun nadie se lo había comido. Weston escribió en su diario: “algo me impedía llevarlo a la cocina, el fin de todos los buenos pimientos”. Seguía tomándole fotos, pero sus imágenes terminaban siempre demasiadas oscuras. Una tarde, Weston intentó una exposición larga (de cincuenta minutos) pero las vibraciones de un camión de bomberos, que pasó afuera de su casa, movieron su cámara. Otra fotografía inservible.

El pimiento, sin embargo, todavía podía comerse. Aún con una visible marca putrefacta. Amy Conger, una foto-historiadora la notó al analizar la imagen: “Hasta la mancha podrida en la parte inferior derecha de la parte trasera del pimiento no le resta valor a la intensidad sensual”.

¿Intensidad sensual? Weston detestaba las múltiples interpretaciones que la gente le daba a los tantos pimientos que fotografió. La gente veía “vulvas, penes, relaciones sexuales, una Madonna con su hijo, luchadores, escultura moderna, tallados africanos”, escribió Weston.

¿Todo eso en un chile morrón?

BRETT, EL HIJO DE WESTON, se comió el pimiento. O eso decía él. Sus hermanos, Neil y Cole, no le creían. ¿Cómo podía estar seguro Brett de haberlo hecho? En ese tiempo, los tres hermanos vivían con su papá, en la misma casa.

“Pues, hace que sea una buena historia”, respondió Brett, cuando sus hermanos lo cuestionaron. Comerte el vegetal de una de las fotografías más reconocidas es una gran historia. Es como decir que te comiste uno de los panes que pintó Leonardo Da Vinci en la última cena. (¿Quién se lo habrá comido, por cierto?).

Lo innegable es que Weston estaba obsesionado con ese vegetal —por su forma, no por su sabor—. Escribió en su diario: “el glorioso nuevo pimiento que Sonya [su pareja] me trajo, me ha dejado emocionado toda la semana”.

Weston intentó algo nuevo. En lugar de colocarlo sobre la mesa (como había hecho en otras fotos), lo puso en un embudo. Esto creó un fondo misterioso que ayudó a iluminar los contornos de la baya. Lo convirtió en un pimiento monumental.

“NO TIENE ATRIBUTOS PSICOLÓGICOS, no despierta ninguna emoción humana: este nuevo pimiento lleva a uno más allá del mundo que conocemos en la mente conciente”, escribió Weston. Y aún despúes de haber tomado la foto, continuó amando esos vegetales. “Una caja de pimientos en la tienda de la esquina tiene implicaciones que me mueve emocionalmente más que casi cualquier otra forma comestible”.

Edward Weston. Pimiento No. 30. 1930. Colección José F. Gómez / INBA

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