LGBTIQ+: Madera de innovación y emprendimiento social
Una de las experiencias más gratificantes para quienes estamos en el sector de inversión de impacto es poder interactuar con un universo muy diverso de personas y agrupaciones. Cada cual única y en conjunto, muestra de la gran diversidad humana que cada vez más gente, en todo el mundo, valora en su esencia y en el potencial que hay en ésta para construir un mundo mejor. Sobre todo, incluyente. En ese camino no son infrecuentes los retrocesos, pero el sentido es claro. Eso puede constatarse cada que llega la última semana de junio, los días del orgullo LGBTIQ+.
Una confirmación que cada año es más contundente, sin que éste fuera excepción. Al contrario. Con la obligada aceleración del uso del espacio digital por la pandemia, todo apunta a que esa ola corre más rápido y alcanza más rincones. Una perspectiva prometedora, donde la inversión de impacto debe asumir un papel relevante como puente entre capital y emprendedores sociales, LGBTIQ y sus aliad@s para remontar una cuesta todavía empinada, a pesar de lo avanzado.
De acuerdo con Human Dignity Trust, 73 jurisdicciones criminalizan la homosexualidad y 12 pueden sancionarla con la muerte. 15 países penalizan a las personas transgénero por la expresión de su identidad, bajo “delitos” como “suplantación de personalidad” o “disfraz”. Sólo cinco naciones prohíben explícitamente las “terapias de conversión”, diseñadas para reprimir orientaciones sexuales o identidades de género: Ecuador, Brasil, Taiwán, Malta y Alemania. En América casi se ha erradicado la criminalización, pero las brechas en derechos civiles son enormes. Sólo ocho países reconocen los matrimonios del mismo sexo: Argentina, Brasil, Canadá, Colombia, Ecuador, Estados Unidos, Uruguay y Costa Rica, más 19 de los 32 estados de México.
Más allá de lo legal, persisten prejuicios, prácticas y actitudes con suficiente poder para que, según un estudio de 2019 de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Yale, hasta 83% de quienes se asumen lesbianas, gais o bisexuales mantengan su orientación sexual en el “clóset”, lo cual se traduce en graves problemas de salud física y mental. Hablamos de millones de seres humanos.
Investigaciones científicas como las del estadístico británico David Spiegelhalter han revelado los cálculos de que hasta 10% de la población corresponde al universo LGBTIQ, como prospectaba el Informe Kinsey de sexualidad hace más de 70 años, quizá no están tan errados. La discriminación no sólo coarta sus vidas: afecta a toda la sociedad. Un video del Proyecto Libres e Iguales de la ONU, narrado por el actor Zachary Quinto, resume muy bien la terrible factura.
Hasta dos tercios la juventud LGBTIQ sufre acoso escolar en la infancia, lo que empuja a uno de cada tres a dejar sus estudios, mientras miles, por el rechazo familiar, acaban viviendo en las calles, el 20% reporta discriminación en el trabajo. Son verdaderas tragedias individuales y para la sociedad, una destrucción colosal de potencial humano, talento, creatividad y productividad. Según un estudio de Banco Mundial, en valor económico, equivaldría al PIB de la India.
Por eso es tan alentador el empuje del activismo y los emprendedores de esta comunidad que están creando compañías innovadoras y una amplísima gama de proyectos 100% compatibles con el principio de la inversión de impacto: rentabilidad social + rentabilidad de negocio.
Aquí hay madera empresarial de extraordinaria calidad, y resultados medibles, tanto en retorno a la inversión como en el avance de sus prioridades como comunidad y de justicia social, como visibilidad, concientización, reivindicación de derechos, nuevas prácticas sociales, desarrollo de productos y servicios para sus necesidades específicas. Como en otros grupos que enfrentan persecución o represión, también aquí florece el espíritu creador y de emprendimiento.
El crecimiento del Día Internacional del Orgullo LGBTQ, el 28 de junio, es indicativo del avance en objetivos como la propia visibilidad, a 51 años de los disturbios de Nueva York que conmemora. La edición de este año de la encuesta mundial de actitudes ante la homosexualidad que levanta desde 2002 el Pew Research Center destaca que, aun con gran variación entre países y regiones, hay un incremento sustantivo de la aceptación en todas las latitudes. En 20 años, en Estados Unidos, subió de 51 a 72 por ciento; en México, de 54 a 69; en India, de 15 a 37 por ciento.
Esa dinámica es perceptible aun en estos tiempos de encierro o, más bien, con mayor contundencia, como escribió Genaro Lozano, politólogo y activista LGBTQ en México. En su columna del diario Reforma destacó cómo, a falta de multitudes en la calle, tuvieron una marcha virtual con más de 400 mil reproducciones en YouTube y 10 horas de transmisión en televisión abierta:
“Seguiremos exigiendo derechos para todas las familias, todas las identidades, todas las personas. Ninguna pandemia detendrá la resiliencia del movimiento LGBT mexicano y global”.
No hay modo de no percatarte de ese proceso si, como en el caso de quienes conformamos Grupo New Ventures, tienes la fortuna de trabajar con gente joven que contagia su apertura, respeto y adhesión a un principio simple, pero con una proyección revolucionaria: la diferencia no sólo es inherente a la condición humana, sino algo que iguala en el fondo y empodera en conjunto.
Este año organizamos el primer panel exclusivamente dedicado al movimiento LGBTIQ+ en el Foro Latinoamericano de Inversión de Impacto. A partir del interés que despertó en esa comunidad y en nuestro propio movimiento de inversión y emprendimiento social, promovimos un segundo en formato webinar en el FLII Home que hicimos en mayo, coordinado por nuestra amiga Myrtille Danse, Directora Regional para América Latina de Hivos, la agencia de cooperación internacional de Holanda, que trabaja en pro de los derechos sexuales y la diversidad desde hace medio siglo.
Les invito a que vean la conferencia: “Colorful value chains: Opportunities of a new decade of LGTBIQ+ business models”. En una hora muestra el empuje del sector en nuestra región en emprendimiento y sinergias con empresas, gobiernos y organizaciones de la sociedad civil.
El caso de Beatriz Cravioto, emprendedora del primer festival ELLA México: una combinación de eventos culturales y de contacto para mujeres LBTQ+, con exposición de productos y servicios enfocados a ese sector. Ahí hay un mercado inmenso, apenas aprovechado. Eventos, moda, contenidos informativos y de entretenimiento, productos… La campaña “Sí, Acepto”, que sumó voluntades desde ONG locales hasta multinacionales para la aprobación del matrimonio del mismo sexo en Costa Rica. La iniciativa de Hivos para que grandes empresas y sus cadenas de valor adopten de una serie de compromisos y políticas de inclusión en su cultura organizacional.
Grandes cosas ocurren en este terreno. El crecimiento de la coalición de empresas globales Open For Business. El surgimiento de asociaciones como la Federación Mexicana de Empresarios LGBTI+. En Estados Unidos, la firma Loud Capital acaba de lanzar su Pride Fund 1, con 10 millones de dólares de saque para start-ups LGBTQ, a las cuales, aseguran, hoy va menos de 1% del capital de riesgo. Si esa es la situación ahí, pensemos en el área de oportunidad en nuestros países. En Grupo New Ventures, próximamente vamos a anunciar una iniciativa de alto impacto a través de Viwala.
Como en el movimiento LGBTIQ usan el todes, no puedo evitar pensar que caigo en la corrección política al incorporar la @. Pero aquí recuerdo que alguien me contó alguna vez sobre una opinión de Confucio perfecta para ese dilema: cuestionado sobre lo primero que reformaría un buen gobierno, el sabio sin titubear contestó que los nombres. Encontré esta versión de ese pasaje de las Analectas:
“Si el lenguaje no es correcto, entonces lo que se dice no es lo que se quiere decir; si lo que se dice no es lo que se quiere decir, entonces lo que debe hacerse queda sin hacerse”.
Los cambios a veces solo se hacen efectivos cuando cambia la manera de comunicarnos y estructurar nuestras ideas con las palabras. Eso vale para los asuntos públicos de China hace 2 mil 500 años como para el Siglo XXI. De hecho, podría apostar que para cada vez más jóvenes no será ningún problema expresarse con abundancia de @. Ya lo hacen de manera automática.
