Por qué la Inteligencia Emocional en el Trabajo dejó de ser una opción para convertirse en una necesidad

Guest Writers New Ventures
New Ventures Group
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8 min readOct 27, 2020

por Paula Cardenau

La Experiencia de Arbusta

Cuando arrancamos con la estrategia de Inteligencia Emocional en Arbusta, la mayoría de los centennials del equipo pensaban “será que me ven mal, que me invitan a esto de las emociones”?. Hoy, a tres años que llevamos implementando diferentes experiencias de IE, y acompañamos con una explicitación clara de que parte de la #CulturaArbusta es integrarnos como personas -uno de nuestros valores es Somos Plenos-, ya nadie duda de que la inteligencia emocional es una competencia esencial para nuestra evolución como personas, y como profesionales. Dejó de ser un lujo, o una opción. Es una necesidad evolutiva.

Y ni hablar de lo que tener instalado el programa de Inteligencia Emocional significó para nuestra empresa cuando la vida nos cambió de un día para otro en la pandemia.

¿Por qué Inteligencia Emocional en Arbusta?

Para ser totalmente sincera, la necesidad de contar con una estrategia de IE surgió, como muchas cosas en Arbusta, a partir de la intuición y la escucha de situaciones concretas -una persona que renunció porque un día se enojó con una compañera, y eso le generó mucha vergüenza, otra que le generaba mucha ansiedad tener una conversación con un cliente, otra que estaba viviendo una situación personal triste y no lo compartía en Arbusta porque “no se mezcla lo laboral con lo personal”- que necesitaban ser abordadas desde un cambio cultural de toda la organización. Después, cuando empecé a investigar con más profundidad el tema, me di cuenta que era la conversación que estaban teniendo las grandes empresas, la inteligencia emocional de sus equipos. Google, por ejemplo, arrancó hace 13 años un programa que se llama Search Inside Yourself, lo armó un ingeniero y está enfocado en inteligencia emocional, mindfulness, y neurociencias. Tuvo tanto éxito que, con los años, se convirtió en un instituto de liderazgo independiente que es referente global en esta temática.

En Arbusta nos conectamos con nuestras emociones porque buscamos ser personas cada vez más integradas y expertas en nosotras mismas, en nuestras luces y nuestras sombras. Y ellas nos ponen en contacto con nosotros mismos y con los demás, nos dan información acerca de lo que nos importa y lo que nos afecta, median en nuestros vínculos. Una negociación difícil con un cliente capaz me da miedo. No llegar a mis objetivos me puede poner ansiosa. Que mi referente no haga mención a lo que estoy mejorando puede ser que me de inseguridad. Que le den el proyecto que yo quería a alguien más, me genera sentimientos encontrados de alegría por la persona, pero de celos porque yo lo quería. No poder contar en mi trabajo que en mi casa estoy viviendo una situación muy pesada me tiene trabada y desconectada. Lo que nos estamos acostumbrando en Arbusta es que no hay nada de malo en sentir estas emociones. Lo importante es reconocerlas, drenarlas, y actuar. Esto con un nuevo conocimiento y poder sobre nosotros mismos, y en los vínculos con los otros.

La Inteligencia Emocional en el trabajo tiene que ver con no escondernos detrás de un rol, con animarnos a decir lo que queremos, a hacer de una “conversación difícil” una oportunidad de crecimiento, con tener un especial registro de nuestras relaciones con el otro, con los otros, para conocernos en lo profundo y desde ahí descubrir nuestro poder y caminar cómodos con él. En @arbustait hacemos de esto una cultura, nos invitamos a hackearnos a nosotros mismos, a ser plenos, a descubrir nuestro poder integrando la vida que nos sucede mientras trabajamos todos los días brindando servicios digitales de clase mundial

Somos una empresa que devela talento, y la inteligencia emocional genera liderazgos excepcionales. De las 6 competencias más importantes para top performers -foco en resultados, habilidad para influenciar, pensamiento conceptual, habilidad analítica, iniciativa y tomar desafíos, y confianza en uno/a mismo/a- sólo pensamiento conceptual y la habilidad analítica son competencias intelectuales, el resto son emocionales.

Brindamos servicios en la industria tecnológica. Y la tecnología es cada vez menos una herramienta y cada vez más una experiencia relacional. Si bien las habilidades técnicas son relevantes, van cambiando y aprenderlas es una constante -lo que hoy sabemos puede ser obsoleto en 5 años-. Cultivar nuestra inteligencia emocional, en este contexto, se torna esencial.

¿Qué aprendimos?

Que las emociones nos hablan de nosotros/as mismos/as, de lo que nos pasa y de lo que nos importa. Que median en nuestros vínculos. Que no hay emociones malas ni emociones buenas. Todas -incluso las que nos incomodan como los celos, el miedo, el enojo, la envidia, y sobre todo las esenciales como el amor, la gratitud, la apreciación- nos traen un regalo y nos invitan a la acción. Que uno de los grandes aprendizajes de nuestra vida es animarnos a intimar con ellas -ni ser tomados por ellas, ni reprimirlas-.

Que los centennials latinoamericanos tienen una alta carga de inteligencia emocional, que sólo necesita de algunos incentivos para destrabarse y desplegarse. Esto fue un hallazgo particularmente relevante, dado que nos permitió diseñar una estrategia efectiva a partir de “puntos de acupuntura” que no implican una alta carga horaria, en un contexto que es tan desafiante en ese sentido.

Que aunque “lo emocional” pueda parecer relacionado a la vida personal, en el trabajo tenemos un sinnúmero de situaciones en las que se ponen en juego nuestras emociones -miedo a una conversación difícil, ansiedad por no cumplir con las expectativas, vergüenza por cometer un error, dolor por no ser mirada o porque mis esfuerzos no se reconocen, tristeza porque un compañero se cambió de proyecto, no ser agradecida o valorar el trabajo de otros, por mencionar sólo algunas-. Reconocerlas, saber cómo nos afectan y accionar, destraba en formas aceleradas nuestro potencial, nuestra capacidad de expandir nuestros vínculos.

Que para implementar un programa de inteligencia emocional en la empresa es clave empezar con un piloto. En Arbusta arrancamos hace tres años y un grupo pequeño de arbusters fuimos experimentando, entendiendo qué nos servía y qué no. Fuimos indagando sobre distintas dimensiones:

  • Si se trataba de talleres, si se trataba de tener coaches, si se trataba de meditar o de hacer mindfulness.
  • Qué formato era más relevante para un equipo en su mayoría centennial
  • Cuáles de las cientos de emociones son las que se ponen particularmente en juego en el trabajo; más aún en un primer trabajo, como es el caso de la mayoría de los/as centennials de Arbusta.
  • Cómo vencer resistencias del tipo “¿me estás invitando al taller de emociones porque me ves mal”? y transitar a que intimar con nuestras emociones es un camino al autoconocimiento personal y una herramienta para ser un profesional más pleno.
  • Cómo traer información científica a un tema que es considerado más “soft”

El piloto consistió en hacer talleres de inteligencia emocional con una persona experta en el tema, para diferentes grupos del equipo de Arbusta, y a partir de ellos tuvimos aprendizajes que nos permitieron hacer un diseño del programa actual: (a) Sí, nuestra hipótesis inicial era cierta: luego de atravesar por uno de nuestros talleres, las personas podían reconocer sus emociones, actuar en consecuencia, y así mejorar sus vínculos en el trabajo y en sus casas; (b) era absolutamente inviable para nosotros depender de alguien externo que diera los talleres, tanto desde lo económico como desde la escala que le queríamos dar al programa, con lo cual nos empezamos a formar internamente en el tema; (c) De el enorme universo de emociones, hay algunas determinadas que son las que más se ponen en juego en un ámbito laboral -el enojo, el miedo, la ansiedad, la valoración, la gratitud-, con lo cual nos enfocamos en ellas particularmente.

Una vez que iteramos ese piloto, diseñamos una estrategia de inteligencia emocional que nos permite llegar a todo el equipo de Arbusta -310 personas distribuidas en 4 ciudades/3 países-, que combina (a) Talleres de Inteligencia Emocional, (b) Conversaciones que Nos Conectan, (c) Información, Recursos, Prácticas en forma periódica -estamos, incluso, desarrollando una app-, y (d) una red de Referentes en inteligencia emocional.

Construimos capacidad interna para implementarla. Al principio, contamos con el sabio y amoroso acompañamiento de Fabiana Fondevilla, experta en el tema. Al mismo tiempo, nos fuimos formando y generando capacidades dentro del equipo de Arbusta. Esto nos fue asegurando: fortalezas internas y nuevos skills organizacionales, la posibilidad de diseminar el programa con la misma visión en toda la organización, el poder construir experiencias alrededor de la inteligencia emocional, a la exacta medida de lo que los diferentes equipos y la organización necesita en cada momento. De hecho, tener estas habilidades fue un factor crítico fundamental que nos permitió acompañar el contexto de pandemia y confinamiento de una forma efectiva, clara, con abordajes a la medida de lo que nos fue sucediendo como organización y como personas.

Incentivamos una red de referentes en Inteligencia Emocional. Más allá de su rol formal y su trabajo específico en Arbusta, invitamos a personas a involucrarse en el programa. Esto nos ayuda a la capilaridad del programa, a estar más cerca, a nutrir el programa con nuevas vivencias e ideas. La app sobre inteligencia emocional en el trabajo, por ejemplo, fue idea de un grupo de referentes.

Que en un contexto de pandemia y confinamiento, tener instalada una cultura organizacional, y programas específicos vinculados a la inteligencia emocional es lo que nos hace fuertes y ágiles, lo que nos permitió no solamente “sostener” sino crecer un 50% en facturación y equipo de Septiembre 2019 a Septiembre 2020. En la pandemia cerramos nuevos contratos con clientes, ingresaron personas nuevas, tanto como trainees como en roles más gerenciales. Innovando. Colaborando. Reconociendo lo que nos pasa. Atravesando situaciones organizacionales de profundo dolor, y otras de mucha alegría. Incluso -y esto, desafiando mis propias creencias, eso fue genial- en la virtualidad, esa comunidad que nos abraza y nos contiene se hace más fuerte todavía.

Muchísimo de lo que hacemos y de lo que somos en Arbusta tiene que ver con nuestros vínculos y con la calidad de nuestros vínculos con compañeros de trabajo, con clientes, con líderes, con nosotros mismos y nuestro desarrollo de talento y evolución personal.

Conoce a la autora

Paula Cardenau

Co-Fundadora y Directora | Arbusta

Paula trabaja desde hace casi veinte años en el campo del emprendimiento y la innovación social como una herramienta para el cambio sistémico y la integración económica de personas que no participan como ciudadanas de derechos plenos. Es Co-Fundadora y Directora de Arbusta y Njambre. Fue Directora para la Integración de América Latina en Ashoka, y Directora Regional para Argentina, Chile y Uruguay. Creó y lideró la Iniciativa de Negocios Sociales de Ashoka, y la Citizen Base Initiative.

Escritora de NextBillion. Asesora del Programa Globalizer, que acompaña a emprendedores a escalar sus modelo de impacto. Participo y he participado en el Consejo Asesor de organizaciones pioneras como RedActivos, The Working World, la Fundación Oscar Alvarado. Es invitada a dar clases en universidades como Georgetown, Notre Dame y otras.

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