Solo Llama.

Por John Battelle

La gente de negocios que quiere Que Las Cosas Se Hagan se enamoran en cada versión de Lo Nuevo. Cuando yo era un niño, nuevo era el Apple II. Posteriormente, la PC IBM, teléfonos digitales y el correo de voz, la Mac — ¡oh Dios, la Mac! — el procesamiento de textos, correo electrónico, teléfono celular, Internet — ¡mmmmm, Internet! — y luego el iPhone — ¡oh … el iPhone!

Bueno, maldito sea el iPhone, porque con él llegó la muerte de la tecnología más eficiente jamás creada para la pronta disposición del Que Las Cosas Se Hagan — el viejo y llano teléfono. Pero no cualquier teléfono de la vieja escuela. El teléfono de alta tecnología, de múltiples líneas y de conmutación digital de finales de los años ochenta — el tipo de teléfono en el que se podía entablar, fusionar y gestionar múltiples conversaciones directas con tus colegas, compañeros, socios y adversarios — una línea directa de expresión humana de cerebro a cerebro — el tipo de cosas que nos llevará décadas replicar (si alguna vez lo hacemos).

¿Porqué ese teléfono era tan perfecto? Ciertamente no era la tecnología, aunque fue bastante líder en ese momento. Fue más bien como nuestra sociedad se adaptó a ella, optimizando las comunicaciones directas y en tiempo real entre una red de colegas relacionados. Como reportero joven, y más adelante como redactor y CEO, mi lista de llamadas era mi vida. Pasaba horas al día llamando a fuentes, colaboradores, e incluso a empleados del otro lado del pasillo — y como resultado, conseguíamos Que Las Cosas Se Hagan. *

Porque para lograr que las cosas se hagan, tu tienes que comprometerte en tiempo real con las personas que ayudan a definir lo que Realmente Estás Haciendo. Y nada, nada en absoluto, vence a una conversación para que esa bola se mueva.

Por razones que estoy seguro merecerán múltiples defensas de doctorado algún día, hemos evolucionado a una relación casi apologética con el teléfono sencillo. A través del correo electrónico o medios de comunicación social (-asco-), nos preguntamos unos a otros por una “llamada rápida” — entonces descargamos el resto a aplicaciones de calendario con sus recordatorios molestos — torpes simulacros de nuestra intención que nos desvían de nuestro objetivo: conectar e intercambiar; responder y actuar.

Pero primero, siempre conectar.

En algún punto de los pasados diez años, reemplazamos la conexión directa con el obsequio de la tecnología intermediaria. Y cuando ya “recibimos una llamada”, está repleta de un Moderador y una Agenda y Acciones de Seguimiento y … bueno, espera ¿de que rayos estamos hablando?

No más. Es tiempo de tomar el teléfono y empezar a llamar de nuevo.

Hola — Es John. ¿Tienes unos minutos para hablar de algo? ¡Genial!…

* Algunas industrias continúan funcionando de esta manera — me encantaría saber sus comentarios de cuál prefieren ustedes.