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Fieles acompañantes

Una o dos horas antes del momento pactado para el inicio de la prueba de aptitud de periodismo, los protagonistas arriban.

Redacción Nexos
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Por Rosmery Bejarano González | Fotos: Dino Cardoso Carrasent

Este 26 de noviembre, la calle Ermita en Plaza se vistió de gala para recibir y hospedar, durante una jornada decisiva, a los aspirantes al “mejor oficio del mundo”. Una o dos horas antes del momento pactado para el inicio de la prueba de aptitud de periodismo, los protagonistas arriban de azul, de verde, en ropa civil, con resúmenes bajo el brazo, con Granma o Cubadebate en el móvil y de la mano de sus familiares.

Muchos llegan con sus padres; otros, con los abuelos, primos o tíos. Son pocos lo que no vienen acompañados. Para esos jóvenes ansiosos por demostrar su valía para la palabra precisa, un beso y un abrazo constituyen alicientes necesarios para sentir seguridad. Más cuando no importan sus nombres y les dan un número para identificarlos mientras solo se evalúa su talento.

“Mi hija ama el periodismo. Desde pequeña se ha despempeñado como locutora y presentadora, por lo que su mayor sueño en la vida es poder estudiar en la Facultad de Comunicación y convertirse en una gigante de la verdad. Me siento muy orgullosa de ella. Confío plenamente en sus capacidades”, asegura entre lágrimas, Marianny Estefan Sablón, madre de una estudiante del IPU José Martí.

Los familiares se convierten en fieles acompañantes de los jóvenes. En el tiempo de preparación, algunos les aplican cuestionarios en la casa o les facilitan las informaciones para su estudio. En el momento del examen, son muchos los que sienten los nervios de los aspirantes y durante la lectura de los números de quienes pasan, gritan de felicidad o lloran a su lado.

Dianelis Chamiso, acompañaba a otra joven. Pero esta no aprobó el examen de cultura general. No obstante, para Dianelis esto no es el fin de todo: “Nos sentimos un poco tristes, pero nos marchamos con la convicción de que nos esforzamos al máximo. Y, me incluyo, porque he estado a su lado en cada madrugada de estudio, a pesar de no haber logrado su sueño, yo la apoyaré siempre”. Así se ilustra la dedicación con que algunas familias ayudan.

Por otro rincón de la Facultad con emoción apenas contenida, Marianne Polo Vidal, madre de una estudiante del preuniversitario Hermanos Martínez Tamayo comenta que estar aquí, al lado de su hija, es una de las mejores experiencias de la c vida.

Marianne añade: “La carrera de Periodismo siempre ha sido su primera opción y casi toda su vida nos hemos preparado para este momento. No puedo describir lo que sentí al escuchar su número en la lista de los aprobados del primer examen. Yo la apoyo porque soy consciente de que ser periodista la hará feliz. Poder concluir la jornada con resultados satisfactorios sería un sueño hecho realidad para ambas”.

Ese es el deseo de todos los familiares que acompañan a los aspirantes. Ellos que conocían más que nadie a los futuros estudiantes de periodismo, ese día al marcharse casi al atardecer, llevaban la esperanza del éxito depositada en un número.

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