Un poema de regalo

Este 21 de marzo por el Día Internacional de la poesía, desde Nexos multimedia conversamos con Yadian Carbonell, un poeta pinero, para hablar sobre el arte de comunicar con versos.

Redacción Nexos
Nexos Multimedia
4 min readMar 21, 2022

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Yadián Carbonell

Por Francis Viñals Iglesias

El camino es el poema. La decisión de ser poeta no se toma desde una consciencia asumida, son las cuestiones humanas las que te dan sensibilidad para comunicar desde el verso y andar por la poesía.

Yadian Carbonel, conocido como El Tiza, se detuvo en esos andares para disfrutar de hacer arte con palabras, aun cuando en este mundo tan convulso, buscar la belleza con el poema es poco entendido por algunos.

¿Quiénes son los poetas?

Los poetas somos personas sencillas con el compromiso de contar historias desde el sentir, sin el cual, desaparecería el verso porque somos locos que sentimos el poema en cualquier esquina.

En realidad, no hacemos la poesía, ella ya está en la calle. Los poetas solo sabemos observar y verla donde otros ojos ven cosas comunes. Todas las personas desde la percepción individual podemos ver más allá de lo simple, todos podemos ser escritores, pero asumirse poeta no lo puede todo el mundo, porque escribir palabras bonitas no es lo que hacemos.

El poeta cala intensamente en todas las cuestiones que conforman una sociedad. A veces, esas cuestiones no se pueden decir de una manera hermosa porque, como la vida, la poesía asume lo grotesco, lo sucio, lo escatológico.

¿Qué es la poesía?

La conectividad que se puede establecer entre todas las manifestaciones del arte. Es el impulso para que un artista pueda comunicar. Porque ella funciona como único lenguaje, como engranaje perfecto para encontrar el arte en toda su magnitud.

¿La expresión poética apoya la diversidad lingüística?

Sí. Para hablar mejor se debe asumir cierta imagen poética. Hablar frío, directo, casi nunca es certero porque crea una barrera entre los parlantes. Por eso es bueno asumir la poesía como una manera para comunicar.

Si coges un texto y lo tiras en la esquina, quienes lo encuentren lo entenderán a su manera y existirán distintas interpretaciones. En esa diversidad está la riqueza del lenguaje, que hace de la poesía, un arma para afrontar la vida con inteligencia.

Me alegra que puedo ver un interés social por lo poético. Soy vicepresidente de la AHS y director de la Editorial Áncoras en la Isla de la Juventud, por eso veo los cuadernos que nos envían y la cantidad de jóvenes que se acercan a la institución con ganas de aprender sobre literatura.

Este fue uno de los motivos que me impulsó a fundar La Pequeña Habilidad, un taller literario que me ayuda como poeta y ser humano. Comunicar lo poco que sé me hace ver la poesía desde otro punto de vista, pero hacer arte con la palabra es una decisión personal, yo solo dejo las herramientas, enseño, por ejemplo: ¿Qué es el sujeto lírico?

En el momento donde el poeta se dedica a hacer poesía, asume su personaje de escritor, que no está presente en todo momento, porque las 24 horas del día no podemos ser poetas, también hay que ser humano, hijo, amante. Pero en los minutos donde nos sentamos a escribir, a mi entender, el personaje que asumimos, es el sujeto lírico.

¿No temes a lo que puedas decir desde tu sujeto lírico?

El poeta tiene algo de brujo y en ocasiones la poesía te alcanza, es como escribir una situación que está lejana a ti, pero que se convierte en cercana cuando menos lo esperas. Entonces, le temo a que mi verso me alcance.

¿Por qué algunos poetas leen como si no supieran interpretar sus propios textos?

El ser humano es un obstáculo para el poema. A veces uno se apega demasiado a su propio ritmo, a querer comunicarlo todo. Quizás, si lo dejamos fluir, nos damos cuanta de que el poema tiene la manera de defenderse solo.

¿De qué disfrutas cuando lees poesía?

Disfruto mucho ir a las calles para regalarle textos a las personas. No hay algo más lindo que salir como locos con micrófonos y pergaminos, como es costumbre en La República Poética, un proyecto literario donde hacemos lecturas callejeras. Con esto he recibido las gracias de un anciano, de un niño o de una mujer, a la que le he cambiado su día triste con un poema de regalo.

Del cuaderno inédito de Yadian Carbonell, El libro de las cosas simples:

La puerta de mi madre está llena de calcomanías rusas. La puerta del abuelo es de madera, corroída con manchas de épocas. Mi hermana menor no tiene puerta, y no le importa. Dice que su puerta la construirá en la distancia extraña del exilio. Yo quiero construir una casa. Tengo una ventana.

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Multiplataforma comunicativa de la Universidad de la Habana