La France

Nuestra gran, gran obsesión

Agnes Essonti Luque
Nka Kunde
4 min readNov 14, 2015

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Entre los siglos XIX y XX, el país de la libertad, la igualdad y la fraternidad se encargó de la colonización de 19 países africanos o de al menos parte de ellos. De esta forma y sumando las colonias en el resto del mundo, Francia se estableció como el segundo gran imperio colonial, justo después del inglés. Seguramente cualquier cura dirá que en este período se hicieron muchas cosas buenas y se ayudó mucho a los negritos pero en lo más profundo de mí, siempre he sabido que no. Yo no me trago los cuentos coloniales.

Argelia, Túnez, Marruecos, Mauritania, Senegal, Malí, Guinea Conakry, Camerún, Costa de Marfil, Níger, Burkina Faso, Benín, Gabón, República del Congo, República Centroafricana, Chad, Yibuti, Madagascar, Comoras

Desde ese momento, Francia se ha dedicado a robar y a matar. Desde las plantaciones de cacao a las minas de diamantes y las plantas petrolíferas. Desde la muerte de Thomas Sankara en 1987 a la de Gadafi en 2011. Mbeng se deshace de nuestros verdaderos líderes revolucionarios pero aprueba e incluso aplaude a los dictadores, porque al final y al cabo, cualquiera que dicta leyes es dictador. ¿O no, Teodoro?

En muchas antiguas colonias la moneda sigue siendo el FCFA y sorprendentemente una gran parte del valor de este va directamente a Mbeng. Además, el dueño de todos los puertos importantes de estos mismos países es un empresario francés. Y de la misma forma que siguen robando hoy en día, se dice que “nuestros políticos” son corruptos pero tened bien claro quién les ha puesto al mando.

Dejando a un lado la mala política de Francia y las atrocidades que cometen, siempre he pensado que entre todo eso, se les lavó el cerebro a mis hermanos y se les hizo creer que Mbeng mola mucho. Supongo que la gente se marchaba de sus países y al volver, hechos unos mbenguistes, traían trajes, dinero francés de verdad y predicaban lo que no era.

Francia no mola, ni tan solo un poco.

Ir a Francia era y es un sueño para muchos africanos, es un símbolo de prosperidad, es el ser alguien y el tener. Lo he visto en películas, lo he leído en libros y lo he escuchado en las calles de Yaoundé y Douala. Todos quieren llegar ahí, realmente piensan que vivirán mejor ahí, proclaman que buscan alejarse de la miseria de sus países, quieren un iPhone 6 y mucho dinero, vestir como sapeurs o como Kanye West y comer Ratatouille. No son conscientes de que la realidad para los que llegan ahí (si lo consiguen) es muy distinta, sobretodo hasta que consiguen papeles. En Francia y en Europa en general, tienen mucho menos de lo que tenían en su país de origen pero aún así, la idea de La France les tiene cegados.

Francia es el gran mito que hay que romper, una idea demasiado idealizada, es fantasía y sobretodo mentira. Hoy en día, mis hermanos deberían ser más que conscientes de que las cosas han cambiado, de que Mbeng no es el imperio que era y de que aunque a nivel europeo sea uno de los países que “prospera” de mejor forma, esto en parte se debe a los saqueos masivos que se realizan en el viejo continente de África y a ellos mismos. De no ser por la cantidad de recursos que existen en nuestro continente ningún país europeo sería lo que es.

Me gustaría aclarar que escribo sobre el caso de Francia en particular porque siendo camerunesa es lo que he vivido más fuertemente pero países colonizadores en África hay muchos y así como en Guinea Ecuatorial tendrán muchas ganas de visitar España, en Kamer aún se cree que Mbeng es lo más. De todas formas, parece ser que estos hechos no van a cambiar el juego. Francia sigue de moda. Seguimos hablando Francés y aprendiendo la historia de el país que más daño nos ha hecho. ¿Para qué?

Todas las imágenes de “La noire de…” (Sembene, 1966).

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