Brian Eno — Ambient 1: Music For Airports

Julián Príncipe
Noise Gate
Published in
3 min readMay 7, 2018

Una de las pocas cosas que odio de haber nacido en esta generación es el hecho de que tenemos attention spans de mierda. Realmente me cuesta muchísimo sentarme y prestarle atención a algo por más de una hora (¿se dieron cuenta que la mayoría de los discos que reseño acá no pasan los 45 minutos?) y mucho más me cuesta hacer el ejercicio de escuchar música activamente, intentando discernir cada pequeño detalle como si se tratase de una película con una trama compleja.

Para los que nacimos con un reproductor de mp3 en la mano la música está más cerca de un cuadro en la pared que de una novela en la que nos sumergimos. Pero lejos de sentarme a criticar la manera en la que los millenials arruinan todo me gustaría hablar un poco sobre un señor que hace 40 años imaginó un tipo de música diseñada para embellecer situaciones cotidianas sin exigir un particular nivel de atención.

Por más que esto es una reseña/recomendación de un disco particular de Brian Eno, quiero aprovechar la oportunidad para intentar introducir gente nueva a esta hermosa falopeada pretenciosa que es la música ambient.

El ambient es, en parte, como el sushi. La primera vez que lo probás te parece una mierda y no entendés por qué la fascinación, pero si le das una segunda oportunidad tu paladar se va a acostumbrando y le vas encontrando el gustito. Lo bueno del ambient también es que no tenés que pagar 220 pesos por 10 piezas.

Hace ya 40 años, Brian Eno sacó el primero de lo que sería una serie de discos de música ambient. Aunque varias obras ya habían explorado algunos de los conceptos sobre los cuales Eno escribiría en el texto que acompañaba al disco, Music For Airports fue el lanzamiento que unificó y le dio nombre al género.

Citando a Eno “La música ambient tiene que poder acomodarse a distintos niveles de atención sin forzar uno en particular, tiene que ser tan ignorable como interesante.”

Esa es, básicamente, la premisa principal del ambient. Es música para infundir de fondo como si fuese un sahumerio (aunque menos jipi) que prendés para perfumar la atmósfera mientras hacés algo más. Siguiendo con las analogías pedorras, el ambient es el equivalente musical a un mueble, su existencia es funcional y se adapta al espacio al que pertenece sin intentar cambiarlo.

Y aunque podría escribir páginas y páginas sobre el impacto cultural del ambient durante sus 40 años de historia (pero no creo poder ni acercarme al flor de notón que escribió Lawrence English para FactMag o el pedazo de libro que escribió David Toop) quiero enfocarme en brindar las herramientas necesarias para desarrollar la capacidad de apreciar este género tan hermoso y al mismo tiempo tan bastardeado.

Así que vamos a hacer un experimento:

Cuando termines de leer este mail, seguí con tu vida cotidiana. Mirá las stories de instagram, puteá a algún abortista en Twitter, jugá con tus mascotas, lo que sea que hagas cuando estás al pedo en tu casa. Pero en vez de hacerlo escuchando los diálogos difusos de algún programa de televisión pedorro o alguna radio llena de ex-rockeros abusadores, poné Music For Airports.

No subas el volumen, dejá que la música se confunda con el entorno sonoro que te rodea y consumila pasivamente, como el sahumerio de mierda ese que prendiste cuando volviste flasheado después de un viaje al norte hace un par de años.

No le prestes particular atención, dejala sonar de fondo y seguí con tu vida. Si sos como yo, para cuando termine el disco vas a querer poner otro, otro y otro.

Hablando de consumo pasivo, ¿les conté que ciertos felinos excretan una sustancia por una glándula anal que en grandes dosis resulta desagradable pero en pequeñas dosis es usada en perfumería por su aroma particularmente floral? ¿y del ácido butírico en el chocolate Hersheys que tiene gusto a vómito pero en pequeñas medidas resulta agradable? ¿No? Bueno, otro día lo charlamos.

El disco lo podés escuchar en Spotify, Apple Music o estirado al hasta 6 horas en Youtube.

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