¿Hace cuánto no te preguntas?
Contame, ¿hace cuánto no te preguntas sobre quién sos? ¿hace cuánto no te atreves a cuestionar el mundo? ¿acaso es porque creciste y todo te parece normal?.
Observemos a los niños, miren como en su infancia quieren tocarlo todo, como se sorprenden a ver a un perro u otro animal, en su espíritu hay duda. Ahora observemos cómo el adulto que está cuidando del niño ya nada lo asombra, todo le parece cotidiano, podremos pensar: “ese adulto ya ha visto demasiados perros” o “ese adulto ha vivido mucho para sorprenderse de algo”. ¿Pero acaso hay algo de natural en que un ser de cuatro patas, de diferente especie a la nuestra, sienta afecto y cariño tan sincero y a su vez que trate de protegernos arriesgando su propia existencia?.
¿Cuando es el momento en que todo se vuelve de “raro” a “normal”? ¿a qué edad le perdemos ilusión a la existencia?. tal vez, después de muchos años de vivir y tanta repetición de lo mismo empezamos a visualizar nuestro alrededor como algo natural y que así debió de ser siempre y siempre será así. Pero acaso hay algo de normal en existir en una bola orbitando un sol, que a su vez este es parte de un sistema solar y este sistema solar a su vez orbita una galaxia, siendo este parte de ella, y esta misma galaxia junto con otras galaxias conforman un cúmulo de galaxias viajando por un espacio que pareciese infinito. De verdad ¿hay algo de normal?
La normalidad es adictiva, se nos presenta como un suelo seguro donde recostarse, no nos atrevemos a visualizar que estamos de pie sobre arenas movedizas. nos recostamos para apagar nuestros sentidos. ¿Y como es que logramos apagarnos? eso es muy sencillo. Para apagar nuestros sentidos creamos drogas (Alcohol, cigarrillos, marihuana, etc), capaces de atontar a nuestro cerebro (aunque solo dure unas horas). Conocemos los efectos nocivos ¿acaso quien no conoce una resaca?. Pero no nos dejemos engañar, a la hora de escapar, tenemos miles de formas más. si no ¿porque la industria del entretenimiento es la más grande del mercado?
¿Y porque decidimos apagarnos? porque en el fondo, todos los humanos hemos sabido que nuestro suelo es arena movediza, y nos aterra pensarlo. ¿Y qué sucede con aquellos a los que les encanta aprender? bueno, ahí pueden suceder cosas interesantes. Una porción de ellos seguirá aprendiendo, tal vez le sea como una droga de placer aprender, pero en cuanto puedan escapar lo harán sin dudarlo. Aprender les es tan doloroso que necesitan huir, y esto capaz se les convierta en bucle. Un bucle que por el cual quieren huir de ese bucle. Luego están quienes empiezan a caminar, pero al primer tropezón daran la vuelta y se marcharan. Por último, quienes a pesar de todo siguen, a esos que cuando caen vuelven a erguirse solos, para ellos fueron hechos las preguntas.
Nos encantan las respuestas porque nos generan seguridad, pero odiamos ser quienes la contestan, preferimos mil mentiras satisfactorias que una verdad reveladora. Preferimos apagarnos antes que darnos cuenta, que hay mas preguntas que respuestas.
Si me preguntan a quién quiero parecerme si al niño o al adulto serio, déjenme decirles que no he matado a mi niño interior. Y es, que quienes aún se atiborran de preguntas no han dejado de ser niños. Niños jugando a ser adultos con obligaciones.