Mis 10 maneras de decir adiós a un lugar

Luis Bracamontes
NomadLab
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6 min readJul 6, 2016

Existen muchas razones por las cuales se vuelve necesario mudarse de ciudad o país: nuevo trabajo, se te acaba la visa, terminas tus estudios, o simplemente comienzas una nueva etapa en tu vida. No es algo que se deba tomar a la ligera dados todos los cambios que implica hacerlo. En mi experiencia, nunca es algo fácil de hacer.

Ya sea cuando estuve viviendo en Francia un rato, en Dinamarca, ahora recientemente que me despedí de Malasia, o cada vez que me despido de mi México para ir a conocer el mundo, desprenderse del lugar en donde vives cuando has logrado coronarlo con la palabra hogar es lo que le sigue de complejo.

Y no, llorar en el avión no basta para decir que ya sentimos lo que teníamos que sentir. Así que decidí hacer una lista de maneras que he encontrado a lo largo de los años para decirle adiós a un lugar:

1. Da un ‘tour’ por tus lugares favoritos

Ésta es sin duda una de mis favoritas (por algo es la primera). Ya sea una callejuela escondida, o un café en una esquina, un parque o tal vez museo. En cada lugar en el que vivimos, hay espacios a los que consideramos «nuestros». Una especie de sentimiento de complicidad entre esos espacios y nuestros recuerdos. Pero es un hecho que en cada lugar que vivimos, hay ciertas localizaciones a las cuales recordamos más o disfrutamos mucho en su momento.

Dar un recorrido o tour por cada uno de ellos recordando esos momentos especiales sin duda deja un muy buen sabor de boca. Cosa que ayuda a prepararnos para lo que viene.

2. Llora. Llora mucho

Es impresionante la cantidad de gente que todavía que se avergüenza de llorar. Para mí llorar es un alivio. Sobre todo porque es una señal de que no soy tan perra-insensible como pensaba o que todavía me importan algunas cosas del mundo.

Ahora mismo estoy escribiendo mientras estoy en un vuelo de 16 horas rumbo a Nueva York. Hace unas horas me despedí de mi novio y de mis amigos en Kuala Lumpur ¡y Dios cómo lloré! —como adolescente viendo morir a Leo DiCaprio por primera vez en el Titanic («¡Cabían dos en esa tabla, Rose!»).

Pero a pesar de que las lágrimas sean algo que nos enseñan a ocultar, a tragárnoslas o simplemente negarlas, yo creo firmemente que son la mejor forma de limpiar el alma y honrar a la situación que las provoca.

Llorar ayuda a decir adiós. Llorar es parte del proceso de cerrar el círculo y vivir ese duelo.

En este caso, si me duele decir adiós, sacar esas lágrimas es mi mejor manera de mostrar cuánto significó para mí esa ciudad y esas personas.

3. Haz un recuento de las cosas que aprendiste viviendo ahí

Los lugares nos enseñan cosas. Las ciudades, espacios y viajes nos dan lecciones de vida. Aprender a identificarlos y ver cuánto has crecido o madurado, mejorado o empeorado (esperemos que no sea el caso).

Hacer listas es una de las cosas que más me gusta hacer. Así le doy forma al desastre que tengo en la cabeza. Usar post-its también ayuda. El punto es hacer ese ejercicio de corte de caja para ver cómo comenzamos al llegar ahí y cómo nos vamos.

Un Top 5 o Top 10 que seguro te alegrará el día.

4. Escribe cartas a las personas que más te marcaron

Así como hay espacios que se quedan en nuestra memoria, también las personas. Sobre todo las personas. Cuando estábamos en Praga el año pasado, mi amiga Cristina, apasionada viajera madrileña, continuamente nos repetía que los viajes memorables se definen más por una buena compañía que por los destinos en sí.

Yo concuerdo completamente.

Así que cuando te prepares para irte, date la oportunidad de escribirle una carta o al menos un breve mensaje a aquellas personas que hicieron la estancia en ese lugar tan disfrutable. Te sorprenderá darte cuenta que van a ser más personas de las que esperabas al final.

5. Organiza un ritual de despedida

Los humanos somos animales de hábitos y rituales. Nos encanta hacer cositas simbólicas y «hacer como que hacemos». Ceremonias de clausura, fotos del recuerdo, despedidas de soltera y más.

Organizarnos un ritual de despedida es una manera muy cool de simbolizar concretamente ese cierre y de pasada pasar un buen rato.

Una fiesta de despedida es lo más concreto y común que se me ocurre. Pero tengo un conocido que incluso tomó el transporte público por toda la ciudad sin rumbo alguno hasta que dio una vuelta entera y volvió al mismo lugar donde comenzó.

Lo que mejor te funcione a ti es lo que cuenta. Éste es momento de ponerse creativo.

6. Encuentra un tótem

A lo que un turista llamaría un souvenir, tú le podrás llamar un tótem, que tal vez a simple vista pueda ser lo mismo pero no lo es. Same, same…but different, como dirían en Tailandia. El tótem es ese objeto simbólico que nos representa una idea o un significado más allá del objeto en sí.

Si te está costando trabajo desprenderte de ese lugar, ¿por qué no te llevas un pedazo de ahí contigo a todas partes?

Encuentra un objeto que te represente ese lugar. Guárdalo y sujétalo fuerte cada vez que quieras volver.

7. Crea un ‘playlist’ con la música que más te recuerde vivir ahí

No sé si te pasa, pero siempre suele haber canciones que me recuerdan a los lugares en los que estuve. Ya sea porque era la canción del verano, la que canté en un karaoke cuando hice el ridículo, la que bailaba en donde fuera cada vez que salía en la radio o cuando alguien me la dedicó.

Hay canciones que contienen esos universos de recuerdos y que le dan un sentido épico al ejercicio de nostalgia.

Encuentra esa música, júntala, haz tu playlist y escucha para revivir esos momentos.

8. Tómate un café con alguien especial

No sé tú pero me encanta la idea de irme a tomar un café con algún buen amigo para pasar una tarde a gusto. Y mira que no soy fan del café. Usualmente termino pidiendo té o cualquier otra cosa con mucho azúcar.

La cosa es que esos momentos se prestan para poder tener conversaciones más profundas y ¿por qué no? También abrirse con alguien sobre ese proceso de desprendimiento por el que estamos pasando.

Tardes con un amigo. Melancolía con sabor a café. Un sorbo por cada buen recuerdo que se nos venga a la mente.

9. Memoriza los sonidos de ese lugar

¿Te has dado cuenta cómo cada ciudad suena diferente? Por más ruidosas y urbanas, Kuala Lumpur suena diferente a la Ciudad de México, y por más culturales y hogareñas, Morelia suena diferente a Odense.

Detenerse a escuchar la ciudad, sentir su pulso y sentir su ritmo para llevárnoslo en la memoria, sin duda será un ejercicio interesante para saborear por última vez el lugar. Incluso lo puedes grabar y llevar ese audio adonde sea que vayas.

10. Deja tu huella

Aclaro antes que nada: esto no es para nada una incitación al vandalismo ni nada por el estilo. ¿Pero qué mejor para decir adiós que la idea romántica de dejar una parte de ti allí?

Si ya nos estamos llevando una parte de ahí con nosotros con el punto 6 del tótem, muy bien podemos pensar en una manera de contribuir con algo de nuestra cosecha para mejorar ese espacio y volverlo más mágico. ¿Las opciones? Son demasiado amplias como para enunciarlas y es un ejercicio muy personal que cada quien debe evaluar en su situación.

Pero a ti, ¿cómo te gustaría dejar tu huella en ese lugar?

En fin…

Nadie nunca dijo que decir adiós era sencillo. Pero si encontramos algunas maneras de hacerlo más creativo tal vez se nos haga más llevadero el desprendimiento.

Mis amigos me han estado compartiendo últimamente sus maneras de decir adiós a los lugares. ¿Cómo lo haces tú? Me gustaría saber cómo las personas encuentran otras formas de vivir este tipo de experiencias. Si gustas, comparte tu opinión y tus experiencias en los comentarios y los incluiré en la versión actualizada de este artículo.

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Luis Bracamontes
NomadLab

Mexican. Worldtraveler & Storytelling MKT consultant. Currently working on 360º photography and Media Arts. Co-Editor at NomadLab: https://medium.com/nomadlab