Un calzado muy pesado

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3 min readOct 4, 2016

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El miedo es una sensación habitualmente desagradable provocada por la percepción de un peligro.

Si bien desde el punto de vista biológico el miedo constituye un mecanismo de supervivencia, desde el punto de vista social y cultural el miedo puede formar parte del carácter de la persona. Por lo tanto se puede aprender a temer a objetos o contextos, y también se puede aprender a no temerlos.

Nuestro primer contacto con el miedo es desde niño, aunque al crecer nos damos cuenta que aquellas cosas que nos mataban de miedo al final realmente no lo hicieron, esta es la razón por la que minimizamos estos primeros miedos. Nunca encontramos al monstruo bajo la cama, rápidamente comprendemos que nuestros padres no nos dejarán olvidados en el colegio, al pasar los años descubrimos que es falso que hay un vecino que se come a los niños que gritan mucho.

Cuando crecemos los miedos son otros, diferentes, mas complejos. Miedo al rechazo en el amor, miedo al fracaso, miedo a las deudas. Resulta que de jóvenes sentimos que vamos a cambiar al mundo pero en algún momento comprendemos que es el mundo quien nos ha cambiado a nosotros.

Hasta aquí todo parece coherente, los miedos de niño se sustituyen por miedos de joven y estos por miedos de adulto, lo que sucede es que a veces entran en la ecuación otras variables que modifican las cosas. El miedo a la muerte por ejemplo, ya las connotaciones no son sólo trascendentales, intelectuales, de dolor y sufrimiento por nosotros o por nuestros seres queridos. Hay una componente de inmediatez surgida de los hechos noticiosos y las estadísticas que nos alimenta el miedo, el miedo a la muerte se convierte en el miedo a morir en manos del hampa o del desabastecimiento de medicamentos.

El miedo a la represión ya no tiene nada que ver con recibir perdigones por parte de quienes deben protegernos, ya no basta con no ir a protestas, actualmente somos más discretos, más desconfiados. Detrás de cada sonrisa, de cada apretón de manos se esconden posibilidades que no queremos que nos tomen por sorpresa. Preferimos sonreír por compromiso, cambiar de tema o incluso no dar nuestra opinión.

Miedo a la escasez, miedo a la moto que recorre la ciudad, miedo a cambiar de país, miedo a perderlo todo.

El miedo se convierte en un calzado muy pesado, que no nos deja movernos, nos ha cambiado la realidad, nos ha cambiado el modo de vida.

Vivir aterrorizados no previene las desgracias, hay que buscar el modo de actuar, enfrentar el miedo podría cambiarlo todo.

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A mi podrás encontrarme corriendo por las calles de mi ciudad natal mientras lleno mi cerebro con datos aleatorios tomados de podcasts.
Mis reflexiones quedarán plasmadas en
NomadLab y en mi LinkListBlog.

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