Carta de un expatriado hijo de profesor a la ministra de educación de Colombia

Daniel Cardona
Noosfeer Stories
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4 min readApr 28, 2015

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Un cordial saludo,

Señora ministra de la educación, hoy desde la distancia presencio a través de los periódicos y las redes sociales las diferentes manifestaciones de los docentes colombianos.

Y aunque lamento no poder estar ahí, pienso que con mi historia puedo ayudarlos. Porque, le confieso, estoy indignado frente a sus palabras y sus acciones.

Usted se preguntará ¿Y éste qué vainas tiene en el asunto?

Permítame explicarle.

Mi madre era docente y estuvo al servicio del estado colombiano por más de 30 años.

Mi madre, fue víctima de las negligencias del servicio de salud del magisterio, un cáncer le costó la vida.

Y aunque ella hoy no pueda protestar, yo sí puedo contar la historia que tuvimos que atravesar.

Durante sus primeros años de servicio, mi madre tuvo que dar muestras de sacrificio para llegar a las escuelas rurales donde fue asignada.

Ella, como muchos otros maestros, tuvo que dar grandes pruebas de vocación al tener que tomar el tren rumbo a remotas regiones, estar lejos de su familia y atravesar peligrosas montañas a lomo de caballo, inclusive bajo la lluvia.

Esta misma mujer, que con amor y vocación militó por la educación de innumerable cantidad de niños y jóvenes, padeció con gran pena del terrible servicio de salud que es brindado al magisterio.

El servicio prestado por la Fundación Médico Preventiva, si así se le puede llamar a los oprobios vividos, fue la causa principal de los sufrimientos de mi madre y de los míos durante su enfermedad.

Aun me acuerdo como si hubiese sido ayer, señora ministra, cuando mi madre y yo teníamos que acudir a urgencias a un supuesto lugar que tenía más apariencia de garaje que de hospital.

Mi madre tenía que esperar durante horas sentada en una silla porque no había ni médicos, ni camillas. ¡Qué injusticias las de la vida!, me decía. Aquella profesora que enseñaba ética y moral, no tenía ni siquiera un lecho para acallar sus dolores.

Sin quererla aterrorizar, señora ministra, cuando por fin mi madre era atendida, hasta la tapa de la basura servía a los enfermeros como soporte para las gasas y las jeringas.

La lista de suplicios se puede alargar, como inmensas filas para obtener medicamentos genéricos hasta quimioterapias retrasadas por falta de validación.

Créame, mi señora, eso que mi madre y yo vivimos no se lo deseo ni a usted ni a su propia mamá.

Ya son 5 los años que me separan de estas penurias y las situaciones por los visto no han mejorado.

Ahora, resignado con la lección aprendida y con una profunda indignación, me dirijo a usted, no sólo como el hijo de una maestra que sufrió por la ineptitud del sistema de salud colombiano, sino también como un joven que quiere, de una vez por todas, presenciar un verdadero cambio en la sociedad.

Señora ministra, la situación que yo viví con mi madre no es la única del país. Hoy existe un gran número de maestros y de familias que sufren este tipo de agravios. Le pregunto:

¿A usted le parece justo que los docentes, aquellas personas que están educando las futuras generaciones de Colombia, sean tratados como lo fue mi madre?

¿A usted no le parece que es la hora de que los maestros colombianos se les comience a valorar de una manera justa?

Los profesores deberían ser tratados como lo que son: como verdaderos héroes de la patria, como portadores de conocimiento, como los promotores de la educación y como militantes de la paz.

Desconozco todos los intereses políticos que se esconden detrás de los ingenuos promedios. Lo único que yo quiero es, que se de cuenta del gran poder que tiene entre las manos.

Está en usted y en su ministerio de recompensar a los profesores por todos sus esfuerzos, de aumentar su bienestar y sobre todo de evitar que esta historia se repita.

Los jóvenes colombianos merecen tener una educación de calidad. Sin el bienestar de los profesores esto nunca se va a ser realidad.

Recuerde que con una educación de calidad existen muchos menos riesgos de que los jóvenes vayan a la guerra y que por el contrario, utilicen su talento para construir el país que siempre hemos soñado.

Señora ministra, incluso desde la distancia y con las situaciones que tuve que vivir, sigo creyendo en un mejor futuro para mi país.

¡Todo comienza por la educación!

Por favor, compartan esta carta para apoyar a todos los maestros de Colombia.

@danielcaeche

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Daniel Cardona
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