La paz del desapego.

Alejandro Ariza Z.
Reflexiones de Alejandro Ariza Z.
6 min readJun 23, 2022

Sin duda, otra de la mayores fuentes de paz es no necesitar. De hecho, hace muchos años yo recomendaba una poderosa estrategia que aprendí de un gran maestro: “Prefiere, no necesites”, porque claramente prefiriendo se opta sin necesidad y eso libera, genera paz si se alcanza o no. En cambio, necesitar es una demanda de nuestro ego y si no logramos lo que queremos surge frustración, ansiedad, coraje, tristeza y muchas veces un permanente estado de insatisfacción. Hoy que han pasado más años, he alcanzado a notar cierta necesidad aun en la preferencia, sutil, pero quizá ahí está. Por eso, hoy muy posiblemente mejore el concepto con esta idea de “disfrutar solamente”, totalmente desapegado, es decir, eliminando toda necesidad. Sin duda, disfrutar es de verdad opcional y tiene más que ver con nuestra deliberada decisión de vivirlo que de cualquier factor externo que aparentemente genera el disfrute.

No sé si te ha tocado ver una escena como esta: niños pequeños que están jugando, divertidísimos, y de repente la mamá de uno de ellos se lo tiene que llevar y éste sólo voltea rápidamente a ver a su amiguito y le dice: “Bueno, nos vemos luego” (o a veces ni le dice nada sino tan sólo una mirada fugaz), y se va tomado de la mano de su mamá sin mayor frustración de haber dejado el disfrute del juego, como si nada. Disfrutaba, sólo disfrutaba, no necesitaba. Y la marcada diferencia es que no sintió rabia ni tristeza ni amargura porque llegó la mamá a llevárselo e interrumpir así su juego. Disfruto y a lo que sigue. Estaba entregado todo él al disfrute y nada más. Eso me hizo recordar una concepto de uno de otro de mis maestros:

Estar entregado significa no tener emociones intensas con respecto a algo: está bien si pasa y está bien si no pasa. Cuando somos libres, se entregan los apegos. Podemos disfrutar de una cosa, pero no la necesitamos para nuestra felicidad. Poco a poco disminuye la dependencia de todos y de todo lo que está fuera de uno mismo. -David R. Hawkins, en Dejar ir.

Pudiera parecer todo un desafío el decidir disfrutar sin tener emociones intensas. Pareciera cualidad de seres muy evolucionados que ya no desean nada apasionadamente de éste mundo terrenal, pero no creo así. Pienso que quizá se trate de personas que han optado por la paz del desapego remitiéndose a disfrutar y alcanzando a saber que todo es pasajero, entonces, ¡¿qué sentido querer retener para siempre?! Si una “cosa” es casi imposible que sea para siempre, ¡imagínate una experiencia! Son oportunidades para disfrutarse, no para retenerse.

Si el destino te permite vivir muchos años, qué dicha tener varias oportunidades. Siempre percibiéndolas así, disfrútalas y agradécelas profundamente. Yo así hago desde la diaria oportunidad de empezar mi día con un exquisito café, desde el primer y sublime sorbo, hasta una conversación, la convivencia con un ser amado, la lectura de un buen libro o una emocionante sesión de escritura y hasta una salida a caminar. En los años más recientes de mi vida he entrenado mi mente a saber con total conciencia el que prácticamente todo es pasajero, hasta yo. Entonces, qué necedad retener, qué dichosa oportunidad tan sólo el disfrutar.

Disfruta, no necesites.

Verás que la paz se acompasará con tu disfrute y te liberarás de la frustrante necesidad de volver a vivir lo que está destinado naturalmente a desaparecer.

En esta era que nos tocó vivir, no deja de sorprenderme cuando he asistido a algún concierto y se ilumina toda el área del público con el destello de las pantallas de sus teléfonos celulares. ¡Todo mundo queriendo grabar parte del concierto creyendo que así lo conservarían! ¿Cuántas veces alguien que grabó partes de un concierto vuelve a ver sus grabaciones en el celular? He notado que muy pocas si no es que ninguna. El ego de la persona, con su necesidad de mostrarle a los demás lo que vive, es cuando mucho la única utilidad momentánea, poder subir su video a las redes sociales queriendo hacer creer a quien lo vea lo bien que se la pasó y la oportunidad que tuvo de asistir a determinado espectáculo. Cuando alguien ve este tipo de grabaciones, incluso cuando la propia persona que fue decide ver su grabación, podrá notar a todas luces que jamás le hace justicia a la experiencia. El sonido es infinitamente diferente, muchas veces hasta distorsionado, no se diga de la imagen. Aquí una ironía: por grabar un espectáculo, se perdió del espectáculo. Por estar al pendiente de que se grabe bien el video, su atención se disipa de la experiencia objetivo, el concierto mismo, en este ejemplo. Hace muchos años, cuando no existían los celulares, cuando uno iba a un concierto, uno iba a un concierto y nada más. Hoy en día, cuando alguien va a un concierto, va al concierto pero además va a grabar, a confirmar que esté bien grabado, a subir el video de inmediato a redes sociales, a “tagguear”, etc. Incluso, luego el pendiente de que a la salida cuidar el celular para que no se lo roben o se pierda. El disfrute sucedido por el enfoque total a una experiencia se esfuma, se disipa. Nuevas generaciones que no terminan de disfrutar y en estas letras se asoma una incipiente factible causa.

Pasa el tiempo y si con él incrementas tu conciencia, tiendes a descubrir quien eres en verdad, pudiendo llegar a sorprenderte de que eres el disfrute mismo y la capacidad de disfrute también. Eres la experiencia.

Desde que publiqué mi libro El verdadero éxito en la vida, más allá del ego, revelaba a mis lectores la transformación que se sucede cuando empezamos a estudiar quiénes somos realmente. Para muchos primeros lectores de este tipo de literatura espiritual puede resultar sobrecogedor descubrir que su propio cuerpo, todo su cuerpo entero, ¡representa menos del 1% de lo que realmente es un ser humano! Si esto aquí lo estás leyendo por primera vez, te insto a que leas el libro para que no sea un balde de agua fría la frase anterior. La percepción que tienes de tu cuerpo cambia cuando aprendes a observarte desde la perspectiva de quien realmente eres, esencialmente un espíritu. De hecho, todo cambia. Y no, no creas que esto implica deplorar al cuerpo, quizá todo lo contrario, pero en su justa medida, otra medida.

Lo que puedas señalar como “esto” o “aquello” no puedes ser tú. Tu observas el sentimiento del corazón, el pensamiento de la mente, el movimiento del cuerpo; el mismísimo acto de observar demuestra que tú no eres lo que observas. –Nisargadatta Maharaj

¡Tú eres el que observa, no eres lo observado, y eso incluye tu cuerpo! Por eso he explicado en mis conferencias cuando diserto acerca de mi libro El verdadero éxito en la vida, más allá del ego, que muchos de nosotros hemos dicho en más de una ocasión: “Ay… me duele mi panza”. ¿Por qué usamos el pronombre posesivo “mi”? Porque es algo tuyo como tu suéter o tu celular. Así, aunque digas “mi” celular, o “mi” suerte, queda claro que tú no eres tu celular ni tu suéter. Así tu panza, así tu cuerpo, cuando dices “mí” cuerpo. ¿¡Qué revelador puede resultar nuestro lenguaje cuando alguien te lo explica así, no crees!?

Descubriendo y sabiendo quién eres realmente y recordándolo con frecuencia, surge la paz del desapego. Cando nos desapegamos, el disfrute queda como pureza de opción. Así en una lectura, en una conversación, en una comida, en el sexo, en bañarse, en caminar, en hacer ejercicio, en la experiencia de la vida en sí. Surge un super poder, la plena conciencia del poderoso “sólo por hoy”. Sí, así nos conviene vivir. Y aunque parezca redundancia, hoy más que nunca. La vorágine de información que nos marea, la cascada inacabable de medios de comunicación que nos cae encima segundo tras segundo, nos hace fácil presa de la ansiedad gestando la necesidad de querer tener toda esa información con nosotros. Imposible. Frustración y ansiedad garantizadas. La arena la disfrutas caminando sobre ella, fluyendo el tiempo que la vida te permita algún rato acostarte sobre ella, pero si quisieras retenerla en un puño y aprestándolo para que no se te escapara, lógicamente se te fugaría de entre los dedos. ¿No se te hace curioso que puedes tener más arena en tu mano si la dejas abierta que haciendo un puño retenerla? Aquí la arena hace las veces de la experiencia, hasta de muchas cosas. Si las necesitas retener, se te escapa de entre los dedos la capacidad de disfrute. Si abres tu mano y tan sólo te remites a la experiencia, desaparece toda necesidad y experimentas el pleno disfrute.

Así, espero que hayas disfrutado esta lectura, tanto o más de lo que yo disfruté escribirte.

Me siento muy contento de haberte compartido mi pensamiento hoy. Espero favorezca nuestra…

¡Emoción por existir!

–Alejandro Ariza Z.

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Alejandro Ariza Z.
Reflexiones de Alejandro Ariza Z.

Conferenciante inspiracional y motivador, escritor, médico, empresario.