¿Por qué las compañías dejan de innovar cuando crecen?

Axel Marazzi
observando
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4 min readDec 26, 2018

En 1892 nació Kodak. La fundó George Eastman para hacer que “las cámaras sean tan convenientes como los lápices”. Y, la verdad, le salió extremadamente bien. Kodak se convirtió en una de las empresas más grandes de Estados Unidos y Eastman en uno de los emprendedores más importantes de la historia. Y la inmensidad de Kodak tiene que medirse, directamente, en años. Logró mantenerse en la cima de la montaña durante más de cien y generando avances que cambiaron, varias veces, el mundo de la fotografía.

Ellos incluso crearon lo que los llevaría a desaparecer en 1975: la fotografía digital. El problema no es la innovación en sí misma. Nunca lo es. Si Kodak no desarrollaba la fotografía digital otra compañía terminaría dando con ella. El problema es que cualquier potencial negocio era minúsculo para una compañía que facturaba montañas de dinero tan grandes que se podían bajar esquiando.

Si bien cada empresa es un mundo, lo que sucedió con Kodak se podría extrapolar a muchas otras. Una vez que crecés de manera exponencial, tu número de empleados se multiplica, las oficinas se distribuyen alrededor del mundo y te convertís en un pulpo que no sabe ni siquiera cuántos tentáculos tiene, las cosas se empiezan a complicar.

Mucho se ha hablado de la regla del 20% en Google, una empresa que luego de nacer en un garage revolucionó las búsquedas en internet. Hace algunos años estaba la posibilidad de que los empleados de la compañía utilizaran un quinto de su tiempo laboral para pensar en proyectos que los entusiasmaran.

De allí nacieron productos espectaculares que nos cambiaron la vida como Gmail, Google Maps, Google Talk (RIP) y nada menos que AdSense. AdSense se convirtió en el producto de la empresa que más dinero genera y, por ende, el más importante.

Usar el 20% del tiempo para trabajar en proyectos personales desapareció de Google. De hecho hace algunos años había un chiste interno en la compañía: usar el 20% del tiempo para perseguir ideas interesantes significaba trabajar un 120%.

Hay una declaración que dio Marissa Mayer hace algunos años en relación a esto. Muchos le preguntaban si en Yahoo!, cuando ella asumiera como CEO, existiría esta regla para usar para proyectos personales:

“I’ve got to tell you the dirty little secret of Google’s 20% time. It’s really 120% time.”

Una corporación con más de 80 mil empleados a nivel mundial no puede controlar eso. Las prioridades pasan a ser otras y la filosofía de la empresa empieza a perderse a través de tantos project leaders con diferentes cabezas, actitudes y hambre de crecer.

Por este motivo la innovación se estancó en la compañía. ¿Hace cuánto que no presentan un producto realmente interesante que moviera los cimientos de lo que conocíamos hasta el momento como pasó con Gmail o Google Maps? Ellos mismos encontraron la respuesta y están tratando de cambiar las cosas. Hace un tiempo crearon Area 120, una incubadora que alienta a los empleados a presentarles sus ideas para ver si vale la pena llevarlas a cabo.

Cuando estás tan metido dentro del juego no podés ver lo que hace falta para ganarlo. Muchas veces dos adolescentes que recién salen de la escuela saben qué necesitan personas como ellos, lo desarrollan en una habitación de una ciudad lejana a Silicon Valley y terminan rompiéndola.

Es justamente lo que quiere hacer, o al menos eso dijo, Kevin Systrom, ex CEO y creador de Instagram, cuando dejó la compañía:

“We’re planning on taking some time off to explore our curiosity and creativity again. Building new things requires that we step back, understand what inspires us and match that with what the world needs; that’s what we plan to do.”

Todo esto sin contar lo que está pasando en los últimos años en Silicon Valley. Las empresas como Facebook, Google, Microsoft o Amazon saben perfectamente que les está costando muchísimo la innovación y por eso deciden salir a buscar afuera. Así es como Facebook decidió comprar Instagram, WhatsApp e intentó hacerlo con Snapchat. Lo peor de todo es que sabemos qué pasa cuando alguien le dice que no al rey de reyes de las redes sociales. Nadie va a dejar que sus servicios se vean amenazados. Zuckerberg empezó a copiar de manera brutal a Snapchat a través de Instagram y lo convirtió no solo en un clon, sino en un clon superior a la app original robándole millones de usuarios y haciendo que sus acciones se desplomen. Hoy Snapchat no representa ni una mínima amenaza para el imperio de Facebook.

Si nos guiamos por la historia, en todos los negocios llegan innovaciones que rompen con el pasado y moldean el futuro. Por eso lo más importante que debe hacer una empresa es intentar mirar hacia adelante y lograr soltar sus productos a tiempo para poder dedicarse a lo que llegará después. Es eso o terminar como Kodak, fuera de la foto.

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Axel Marazzi
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Escribo sobre tecnología y cultura y miro más al celular que a los ojos.