El Complot Mongol

“¡Pinche Película!”

Antoun Jacobo
Ocho Cuartos
4 min readMay 1, 2019

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Ricardo Peláez-El Complot Mongol. Novela Gráfica. Joaquin Mortíz 2017

E s lugar común la idea de que hacen falta buenas historias, argumentos, para el cine mexicano; es decir, historias mexicanas escritas por mexicanos. La realidad es otra: sí hay buenas historias de autores mexicanos; varias de ellas han sido realizadas en el cine — con resultado diverso — ; si bien, por razones ya ampliamente discutidas, buena parte de estas nunca ve la luz comercial.

El Complot Mongol, es uno de esos casos de buenas historias. La novela. escrita por Rafael Bernal, publicada originalmente en 1969, es quizá la mejor novela policial escrita en México: con una historia intensa, una trama circular y un final sorpresivo.

A pesar de lo anterior, el director Sebastián del Amo (El fantástico mundo de Juan Orol, 2012; Cantinflas, 2014), no supo traducirla al cine. Quizá por querer mantener un sello personal, le imprimió el mismo estilo que a sus dos producciones anteriores. Como resultado de lo anterior, convirtió a la novela, que es considerada por algunos como la madre de la género noir en el país, en una tragicomedia; destruyó al personaje principal, y arruinó el final; como consecuencia, dejó en mala posición a su autor, quien es, sin duda, uno de los mejores narradores de la literatura mexicana.

Si lo anterior parece excesivo, lo siguiente va a sonar chocante: si esta historia la hubiera realizado Guy Ritchie, tendríamos una nueva película de culto, el Snatch mexicano. La novela en sí contiene todos los elementos necesarios: historia, trama, personajes…

Cabe mencionar que esta novela ya fue llevada al cine anteriormente en 1977; dicha película tampoco le hace justicia a la historia ni al protagonista. Con ese antecedente, era de esperarse un mejor resultado para la actual producción.

Quien no haya leído la novela — lo cual recomiendo ampliamente — , o tenga intenciones de ir a ver la película, quizá prefiera no seguir leyendo; ya que a continuación hago algunas revelaciones (“alerta de spoilers”, pues).

L a historia trata sobre Filiberto García (Damián Alcázar), un pistolero — un matón — al servicio del gobierno, que ya entrado en años, tiene un dilema moral y a quien se le encarga descubrir una conspiración para asesinar al presidente de los EEUU, en su próxima visita a México.

La novela original está narrada en falsa tercera persona; por momentos esa narración se confunde con las reflexiones y pensamientos del protagonista. En las películas — y series — de este género, se usa la voz en off para comunicar estas reflexiones. (Por ejemplo: Mike Hammer). Sin embargo, el director prefiere poner al personaje a hablarle a los espectadores: a la cuarta pared; reduciéndolo así al nivel de un comediante de carpa.

El personaje de Filiberto García no se desarrolla completamente a lo largo de la película. El espectador termina de ver la película sin saber quién es, de dónde viene, y cuáles son sus motivaciones.

La película falla desde el planteamiento de la historia. El espectador que no ha leído la novela, nunca se entera de por qué el complot es mongol, nunca lo mencionan. Esa escena inicial, donde están reunidos El Coronel (Xavier López), El Señor del Valle (Eugenio Derbez) y Filiberto, y que es cuando a este último se le informa sobre el complot y se le dan instrucciones, es inconclusa y cortante.

Estos dos personajes son cruciales para la trama: el Coronel es el jefe de seguridad nacional, quien, además, cuenta la obediencia y lealtad de Filiberto, por haberlo ayudado en un grave problema; sin embargo, Xavier López no le da el carácter necesario, incluso realizando algunos gestos que por momentos recuerdan a Chabelo. Lo mismo sucede con el Señor Del Valle: quien es el secretario de gobernación, maquiavélico, capaz de cometer un magnicidio, con tal de ocupar la presidencia; y al que Eugenio Derbez no le da la severidad necesaria.

Los demás personajes secundarios cumplen más o menos en su papel: Graves, el agente del FBI, es justo lo que se esperaba. Laski,El agente ruso, parece más bien un comunista de café de la época. Martita Fong — Barbara Mori — hace lo necesario. Irónicamente, el que mejor representa su papel es el Licenciado — un alcohólico, interpretado por Roberto Sosa — .

Lo que en la novela es una perfecta trama circular, en la película se vuelve un desbarajuste; llegando al extremo de que en la alacena el bote de azúcar está junto al de veneno para ratas; todo porque el director no supo plantear sutilmente algo que en la novela se entiende perfectamente: la posibilidad de que Martita sea parte del complot.

A lo anterior, hay que agregarle que todo transcurre en un ambiente más parecido al de una película de vodevil y no de cine negro.

Lamentablemente, Sebastián del Amo convierte la historia en una comedia, con escenas que tienen toda al intención de ser cómicas, por ejemplo: los espías que se espían entre ellos. Es cierto que algunas películas de este género tienen escenas de humor, pero es humor involuntario, humor negro. Muy diferente al Señor del Valle diciendo lo de “es un peligro para México”, segundos antes de que lo maten; todo por el estúpido afán de querer hacer contemporánea una historia ambientada en los años 60.

Al final, terminan por arruinar la historia. El cierre dramático de la novela, acorde con el carácter del protagonista, en la película se vuelve una escena sin sentido, innecesariamente larga, convirtiendo en una piltrafa, un payaso, a Filiberto García— quizá el personaje más duro de la literatura nacional — .

Esos tres o cuatro minutos que le sobran a la película al final, hubieran servido para construir mejor al personaje y llevar la historia a mejor destino.

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