El virus de lo humano

Jesús Villaverde Sánchez
OchoQuinceMag
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3 min readDec 26, 2018

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Richard Dormer, protagonista de ‘Fortitude’ desde la sombra.

ATENCIÓN: Este análisis contiene datos relevantes sobre el desarrollo y la trama de la tercera, y última, temporada de ‘Fortitude’.

El Diccionario de la RAE recoge la psicopatía, en su segunda acepción, como una “anomalía psíquica por obra de la cual, a pesar de la integridad de las funciones perceptivas y mentales, se halla patológicamente alterada la conducta social del individuo que la padece”. Hacía el final de la tercera temporada de Fortitude, la última de la serie, un discurso de Elsa trenza la psicopatía con el virus que ha vertebrado la trama central del original de Sky Atlantic.

El virus de la humanidad, como eje central del mal que asola la pequeña localidad noruega desde que, en los episodios iniciales, aquel oso matase al viejo Henry Tyson. Porque, si por algo se ha caracterizado la propuesta nórdica en sus tres entregas ha sido por el retrato poco o nada común de los males del hombre.

Elsa padece una enfermedad rara en los tejidos.

La producción creada por Simon Donald ha ido ganando en intensidad y bizarrismo conforme han avanzado sus temporadas. El resultado, al llegar a su cierre, ha sido un jugoso freakshow en el que cada personaje ha simbolizado, a su manera, ese virus tan humano en la lectura profunda como de ciencia ficción en la superficie. Al término de la tercera tanda, nos encontramos con un catálogo de variedades psicóticas: la antropófaga que vive de alimentarse de los demás, el monstruo que tiene una mujer encerrada en el sótano, el inmortal que se regenera a sí mismo después de la inoculación del virus, la ciega que consigue ver más allá de la piel de su interlocutor, el gobernador vanidoso asesino de voluntades, el que se deja aconsejar por sus fantasmas… Un sinfín de símbolos e imágenes.

Así las cosas, la tercera entrega comienza con una nueva investigación sobre la muerte del gobernador Hunk que conduce a una reflexión interesante y muy sutil sobre un concepto tan actual como el de la turba vengadora. ¿Por qué una sociedad aparentemente tranquila se conduce a sí misma al hostigamiento de la masa enfurecida? De esta forma, Fortitude se ha convertido en una serie completamente surrealista en la que prima el exceso sobre la mesura y la pregunta sobre la respuesta. Una teleficción que, en su bizarra reflexión, se antoja más interesante de lo que pueda parecer antes de adentrarse en la nieve; en esa enfermedad mental incurable que es sobrevivir.

Dennis Quaid interpreta a Michael Lennox, un pescador que sobrevive en el pequeño poblado.

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Jesús Villaverde Sánchez
OchoQuinceMag

Periodista. Intento escribir retratos y fotografiar historias. Casi nunca lo consigo.