Ausencias

Jesús Villaverde Sánchez
OchoQuinceMag
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3 min readSep 30, 2019

ATENCIÓN: El siguiente análisis contiene datos e información relevante sobre el podcast ‘Las tres muertes de mi padre’.

Durante mis años de universidad tuve un profesor del que aprendí dos cosas. Era un maestro nefasto, apenas controlaba su materia, pero era vehemente como pocos. Su energía me grabó a fuego dos mantras: “leer y escribir es resistir” y “el periodismo es literatura”. Y eso es lo que, precisamente, ha resonado una y otra vez mientras escuchaba el podcast seriado Las tres muertes de mi padre. Una resistencia frente al olvido y en contra del silencio. Periodismo hecho literatura.

El periodista Pablo Romero regresa a su pasado más traumático para rememorar la figura de su progenitor y, sobre todo, para desnudar lo que se escondió tras ella: el abandono de las autoridades, un estado que calla y otorga y el estigma de ETA. “El Comando Madrid de ETA mató a mi padre en un atentado en 1993. Durante 20 años no hice nada por saber la verdad. Ahora, y tras una larguísima investigación, sé que hay mucho más de lo que me contaron. Esta es la historia”. Así reza la sinopsis del podcast.

Y así es. Pablo Romero trata de bucear en ese “mucho más” a través de recuerdos, papeles, documentos oficiales y testimonios del pasado y el presente. Estructurada en seis episodios, la producción sonora de Cuonda hurga en una herida que todavía supura. Sin embargo, pese a los motivos personales, Romero no busca el revanchismo, sino todo lo contrario. El periodista narra cómo, en su intensa búsqueda de identidad, se entrevistó con antiguos etarras, así como con inspectores, agentes y oficiales de policía. Y en el camino desnuda un sinfín de incongruencias tanto en la filosofía de unos como en los mecanismos de trabajo, investigación y la protección de las fuerzas encargadas de ella.

Las tres muertes de mi padre es una serie sin imágenes; un magnífico thriller periodístico que traslada a los auriculares toda una época que, por suerte, a día de hoy, ya nos empieza a sonar lejana. Pablo Romero dosifica la información para ajustarse a una arquitectura narrativa que toma forma de esqueleto televisivo. Solo le faltan las imágenes para poderla considerar como tal. Y ni siquiera sería correcto hablar de esa ausencia: lo que ocurre es que, en este relato, las imágenes corren a cuenta de la imaginación de cada oyente.

La obra del periodista adopta los códigos de un documental en el que se introducen elementos propios de la reconstrucción (el paso a paso del atentado, el recuerdo de adolescencia del fatídico día, etc.), así como intervenciones de los protagonistas (especialmente trágicas las palabras de la madre, resignada e indignada con lo que vino después del asesinato) y opiniones personales del periodista que se filtran entre datos, sonidos reales y narración propiamente dicha.

Así las cosas, Las tres muertes de mi padre sería una serie sin imágenes y que, sin embargo, las contiene todas. Ya saben aquello que dicen: la ausencia no es más que presencia reconcentrada. Y en este sentido, la expresión adquiere todas las conceptualizaciones posibles.

El periodista Pablo Romero, autor de ‘Las tres muertes de mi padre’.

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Jesús Villaverde Sánchez
OchoQuinceMag

Periodista. Intento escribir retratos y fotografiar historias. Casi nunca lo consigo.