Consentimiento y memoria

Miniserie / ‘Podría destruirte’ (Michaela Coel, BBC y HBO, Reino Unido, 2020)

Carlos Rico
OchoQuinceMag
5 min readFeb 5, 2021

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ATENCIÓN: Este análisis puede contener información relevante y spoilers sobre la miniserie ‘Podría destruirte’.

El significado del título en castellano de una de las series con mejor acogida del curso pasado, Podría destruirte, no se corresponde con la incisiva honestidad del original. La traducción es mucho más ambigua, está cargada de doble sentido y es menos directa que el I may destroy you del inglés original. Toda una declaración de intenciones de lo que veremos a continuación: una serie dura, dolorosa, que nos interpela y nos obliga sin opción a la reflexión y al debate, y que posee gran carga autobiográfica, pues está inspirada en una violación que sufrió su creadora en 2016. Eso explica que su dispositivo formal se asemeje al del documental, en el que el foco está puesto sobre la actriz protagonista de una manera casi extenuante. Una producción repleta de significantes en la que hasta el vestuario y las pelucas que lleva el personaje principal hablan de ella, reflejan su estado de ánimo y la acompañan en ese proceso de asimilación del trauma del que trata.

Es, decíamos, una serie difícil de digerir, que sigue resonando en nuestra mente tiempo después de haberla finalizado, que deja poso y lugar al debate y a la reflexión. Lo complaciente no tiene cabida aquí. No hay en ella, porque no lo necesita, lecciones ni discursos moralizantes que traten de convencer a nadie de nada. Ni su intención ni su interés es aleccionarnos. Hay crudeza, hay comedia y un puñado de momentos desagradables que invitan a la reflexión y ponen sobre la mesa un interesante y necesario debate sobre temas que nos atañen a todos, por muy lejanos y ajenos que los veamos.

Michaela Coel, la que es junto a Phoebe Waller-Bridge una de las voces más interesantes y contestatarias del Reino Unido presente, galardonada con dos premios BAFTA por su anterior realización, Chewing Gum (2015–2017, Channel 4), crea, escribe y protagoniza, como ya hizo en aquella, una serie que indaga en el comportamiento de la generación millenial y en todo lo que gira a su alrededor: desde la sexualidad hasta el (peligroso) uso de las redes sociales, desde la (sobre)exposición mediática al significado del consentimiento, del uso y abuso de las drogas al verdadero significado de amistad, al sentimiento de pertenencia, la sororidad o los abusos sexuales. Este amplio abanico de temas se desarrolla desde una propuesta narrativa pretendidamente enmarañada, que primero confunde y después atrapa al espectador hasta llegar a un desenlace perfectamente resuelto. Coel realiza un retrato local que habla de miedos y problemas universales en el que se verán reflejados jóvenes ajenos al Londres contemporáneo en el que tiene lugar la historia.

El primer libro de Arabella Essiedu, Chronicles of a Fed Up Millenial, una prolongación de su cuenta de Twitter, se tradujo en un éxito que no ha sabido gestionar. Se siente presionada por sus editores para lanzar un nuevo libro. Pero no encuentra inspiración ni consigue concentrarse. Eso le genera una serie de dudas que le llevarán a cuestionarse su valía como escritora. Un viaje a Italia con su mejor amiga será la excusa perfecta para tratar de encontrar ideas, evasión y reparo, pero lo que allí encuentra es libertad, drogas y un nivel de desenfreno que es incapaz de gestionar. Su regreso a Londres será convulso. Tras una noche de fiesta junto a sus amigos, Arabella es drogada. Tiene lagunas. Sabe que fue violada pero no cómo sucedió, dónde ni por quién. Y lo denuncia sin saber qué ocurrió realmente. A partir de ese momento se suceden los saltos temporales y se producirá un viaje en el que la protagonista tratará de arrojar algo de luz sobre lo que pasó aquella noche hasta desembocar en uno de los finales más brutales de la televisión reciente.

El hallazgo más valioso de la serie no se encuentra en su atribulada narrativa, ni en los temas que trata, ni siquiera en el arriesgado proceso que llevará a desentrañar quién cometió ese terrible delito. Michaela, en una decisión arriesgada, pone el foco en el tratamiento social de la condición de víctima. Su personaje protagonista lucha por sobrevivir a pesar de lo que ha ocurrido, quiere cambiar las cosas pero no sucumbir ante los depredadores que, ha aceptado, nos rodean, viven entre nosotros. La serie vuela alto al no renunciar a lo explícito y lo incómodo, al arriesgar con un discurso despojado de la mirada masculina, que no busca epatar con el espectador y que, por ello, hace que en ocasiones lleguemos a sentir rechazo o incomprensión hacia su personaje protagonista. Nunca antes habíamos visto una propuesta así en televisión, donde se cuestiona, o al menos se expone a debate, el concepto de condición de víctima, el de abuso sexual o el (devastador) papel que las redes sociales pueden desempeñar sobre un joven inseguro.

Lo escrito en el párrafo anterior puede dar lugar a inevitables comparativas con Euphoria, con la que innegablemente se emparenta, comparte temática y con la que se podrían establecer ciertos paralelismos (retrato de la juventud actual poniendo el foco en un personaje, uso y abuso de las drogas, papel de las redes sociales, escenas explícitas). Y lo cierto es que lo hay, pero más como serie complementaria que como obra de referencia. Ambas — junto a Girls — confeccionan un retrato generacional tan verosímil como devastador de una juventud desnortada, sin certezas y con pocas perspectivas de futuro.

De esta manera se redefine una forma de hacer televisión en la que el atrevimiento, la exploración sin límites ni complejos y la convicción de llamar a las cosas por su nombre son las principales señas de identidad. Su capacidad de denuncia, su descaro y su conocimiento de causa conforman una serie que es ya un hito en el formato serializado. I may destroy you, coproducción de HBO y BBC, ha sentado un valiosísimo precedente en televisión. Ya no hay vuelta atrás.

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