Antídotos

Temp. 1 / ‘The Shivering Truth’ (Vernon Chatman y Cat Solen; Adult Swim, EE.UU., 2018-?)

Jesús Villaverde Sánchez
OchoQuinceMag
4 min readMar 30, 2021

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ATENCIÓN: Este análisis puede contener información relevante y spoilers sobre la primera tanda de ‘The Shivering Truth’.

El DRAE define la palabra “incomodidad” con dos acepciones. La primera es obvia: la cualidad de lo incómodo. La segunda, en cambio, ofrece una ampliación del campo de juego: «cosa (normalmente material) que hace sentirse incómodo y dificulta la estancia en un lugar o la realización de ciertas tareas». Si atendemos a esta conceptualización, podemos asegurar que, entre otras cosas, la serie The Shivering Truth es una obra incómoda. No obstante, esa sensación de embarazo y bola en la garganta, a menudo, replica ese extraño comportamiento que nos hace pulsarnos un pequeño dolor que no remite y que, constantemente, nos hace buscar ese pinchazo. Como si, de pronto, nos reconectase con el mundo. Quizás no haya nada que nos conecte más con lo que somos que los dolores y los instintos más primarios.

Efectivamente, The Shivering Truth posee esa curiosa cualidad: uno se siente atónito, patidifuso y sobrecogido por la extrañeza de sus imágenes y, sin embargo, no puede retirar el ojo de la pantalla durante los escasos diez minutos que dura cada uno de los episodios. Vernon Chatman, reputado productor de South Park (Trey Parker y Matt Stone; Comedy Central, EE.UU., 1997–2020), nos aproxima a la sociedad de una manera única e inédita. El mundo que nos devuelve la producción de Adult Swim es atroz, horripilante y profundamente grotesco. Sin embargo, tras la evidente caricatura, laten corrientes de pensamiento profundas e insondables. Esa escalofriante verdad que se convierte en el título de la teleficción y que define con lucidez aquello que somos.

Estructurada como una antología de brevísimos cortometrajes, sin apenas correlación entre sí, The Shivering Truth se constituye como una invocación de todos los demonios que gobiernan la mente. Vernon Chatman y Cat Solen bañan su creación en un surrealismo onírico que desnuda los miedos más incognoscibles y las inseguridades más determinantes de aquello que solemos denominar como “ser humano”. Madres que pierden a sus bebés mientras juegan durante años al cucutrás, inseguridades representadas en monstruos peludos capaces de gobernarnos como marionetas, vanidades capaces de engullir a los cuerpos de los que proceden… en definitiva, un catálogo interminable de símbolos que se erigen como un estudio de esquinazos y sótanos mentales.

La voz en off, una suerte de bardo posmoderno y sarcástico, que introduce los relatos, que saltan de uno a otro sin aparente coherencia (aunque, si buceamos en la arquitectura narrativa encontraremos que hay un hilo mucho más firme de lo que parece), trata de poner algo de contexto, orden y familiaridad al surrealismo ligado a la imagen. Pese a ello, la metáfora se constituye como el arma principal de un relato que se edifica como un artefacto que los creadores lanzan de forma violenta contra su espectador. Un símil en stop-motion de aquella navaja que cortaba el ojo de una mujer con la que Luis Buñuel interpelaba al observador en El perro andaluz (España, 1929) y evidenciaba su complicidad en el devenir de la producción. Más allá de la imagen, la puesta en escena también consigue epatar, rascar y flirtear con las emociones del espectador a través de una banda sonora que permanece casi de forma constante y que consigue despertar una especie de efecto rebote que reubica el rechazo del espectador ante la sordidez del relato.

Así las cosas, The Shivering Truth se confirma como una antología de parábolas emocionales que recogen la esencia del ser humano, la agitan, la pisotean y la devuelven como una especie de espejo roto. Como ese personaje que, lastrado por su propia vanagloria, se rompe en pedazos desfigurándose por completo para siempre. La asimilación de la sociedad como un infierno en vida es potentísima y poderosamente dantesca. Como muestra, el epitafio que la mano de un esclavo recompone para formar una sentencia irrebatible: “el hombre es una ETS”. La reformulación del homo homini lupus con el que Plauto sintetizó la bajeza humana hace aproximadamente veinticuatro siglos. Una degradación moral que The Shivering Truth redibuja en la codicia, el egoísmo, la presión de un capitalismo caníbal, la esclavitud y sus involuciones o las prisiones mentales que componen nuestro día a día y nos atan de pies y manos en un mundo supuestamente libre. Una ignominia que, sin embargo, Vernon Chatman y Cat Solen contrarrestan con la hondura narrativa y gestual de ciertas metáforas: las mariposas que hacen la guerra mediante la teoría del caos, la cárcel en la que solo una pared tiene barrotes o esa idea del maltrato, físico y psicológico, como una herida que se abre más y más cobrando vida y llegando, incluso, a prescribir cada uno de los pasos futuros de la víctima. Metáforas bajo las que late un símbolo mucho más potente y terapéutico ante el dolor y las crisis que asolan el mundo actual: en el relato está el antídoto.

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Jesús Villaverde Sánchez
OchoQuinceMag

Periodista. Intento escribir retratos y fotografiar historias. Casi nunca lo consigo.