La negra justicia

Jesús Villaverde Sánchez
OchoQuinceMag
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5 min readJan 24, 2020

ATENCIÓN: Este artículo contiene información y spoilers sobre la miniserie ‘Así nos ven’.

Probablemente, al espectador, la historia que se cuenta When they see us ya se la hayan contado en infinidad de ocasiones. Mil veces igual y ninguna parecida. Ava DuVernay se sirve de la historia reciente de los Estados Unidos y regresa al episodio de “los cinco de Central Park”. La noche del 19 de abril de 1989, cinco adolescentes –Kevin Richardson, Yusef Salaam, Antron McCray, Raymond Santana y Korey Wise– se unieron a un grupo de jóvenes afroamericanos que se propusieron cruzar Central Park entre gritos, risas y alboroto. No buscaban hacer mal, sino solo un poco de ruido: hacerse notar y, como ellos lo llamaban, “liarla” un poco. La casualidad hizo que, en ese lapso de tiempo, Trisha Meili, una mujer de 28 años, banquera de inversiones, que corría por el parque, sufriese una brutal violación y apareciese al borde de la muerte entre unos arbustos.

Blanco y en botella para la justicia norteamericana. La presión de la ciudadanía, conmocionada por un acto tal, exigía que los culpables pagasen por semejante barbaridad, así que la fiscal encargada del caso, Linda Fairstein, especializada en violencia contra la mujer, se obsesionó con la idea de que los mismos alborotadores que habían cruzado Central Park aquella noche eran los autores de la violación, paliza y tentativa de asesinato de Meili. Así las cosas, las autoridades policiales, con la venía de la fiscalía, detuvieron a estos cinco jóvenes que pasaban por allí y cuyas partidas de nacimiento databan de entre 14 y 16 años por aquel entonces. Escasos días después, la policía ya tenía las confesiones grabadas de los cinco. Poco importaba que estas se hubiesen obtenido por métodos cuando menos cuestionables: habían sido presionados, no contaron con la presencia ni de adultos ni de abogados y, además, las confesiones tuvieron lugar cuando alguno de ellos llevaba días sin comer ni prácticamente beber.

Nunca hubo pruebas: ninguna de las muestras de ADN coincidían con las recogidas del cuerpo de la víctima y el caso estaba lleno de inconsistencias. Pero ¿qué más da cuando la justicia ya tenía resuelto su caso? Así nos ven, miniserie escrita y dirigida por Ava DuVernay, establece, en este sentido, una correspondencia con la obra reciente En el corredor de la muerte (Movistar +; Carlos Marques-Marcet, España, 2019), en la que se narra la historia y calvario judicial del hispanoamericano Pablo Ibar. También guarda correlación con la miniserie The Night Of (Steven Zaillan y Richard Price; HBO, EEUU, 2016), una obra de ficción en la que se desarrolla un caso similar a los dos anteriores. Las coincidencias en todos ellos provienen del origen de los acusados: latinos, negros, árabes, etc. Un blanco perfecto para una sociedad en la que se elige como presidente a un tipo abiertamente racista como Donald Trump, que ya en 1989 pedía la pena de muerte para estos cinco adolescentes en aras de la seguridad nacional y la justicia, como aparece en la propia miniserie de DuVernay.

Como ocurría en las dos miniseries citadas con anterioridad, en When they see us existe un discurso sobre las fallas de un sistema judicial estadounidense que funciona, en muchas ocasiones, como brazo ejecutor de las ideas de una nación profundamente racista y xenófoba. La cineasta, artífice de películas como Selma (2014), ofrece una panorámica sobre los agujeros morales de una policía que no duda en golpear, amenazar y chantajear a cinco niños para conseguir una confesión, pero también sobre los jueces y abogados, que editan cintas de prueba a su antojo y/o encapsulan un juicio colectivo en pequeñas vistas individuales según les pueda servir para conseguir el veredicto que desean. Nada nuevo bajo el sol y, sin embargo, la misma sensación espantosa una y otra vez.

Sin embargo, más allá de las coincidencias argumentales y en la denuncia de un sistema judicial tan racista como el país al que “ampara” , la serie de Ava DuVernay es radicalmente opuesta tanto a The Night Of como a En el corredor de la muerte. En este caso, la firmada por la autora de Enmienda XIII (13th; 2016) es un producto narrativamente impecable, pero con serios dilemas formales. La puesta en escena de DuVernay se antoja, en ocasiones, demasiado obvia. Sin llegar a lo que podríamos denominar como pornodrama (al que sí alcanza la obra en el entrelazado de primeros planos de rostros desencajados regados con una música agobiante tras el veredicto), Así nos ven sí roza el maniqueísmo en determinadas concepciones de buenos y malos en las que ni están ni se espera a los tonos grises. Coexisten, no obstante, los melodramáticos registros musicales (forzadas, en determinadas secuencias, hasta lo inexplicable) con herramientas formales que sí resultan rescatables y dignas de elogio, como el encadenado en el que la directora sintetiza varios años de la condena de Raymond Santana Jr. a través de una conversación telefónica con su padre desde la prisión en la que cumple condena o los lapsos en los que Kevin se imagina cómo habría sido su vida si, al contrario de lo que hizo, aquella noche se hubiese quedado en el bar donde pasaba la noche con su novia en lugar de acudir a Central Park.

No todo es desdeñable, por supuesto, pero tampoco es imprescindible. Poco a poco, Así nos ven equilibra las sombras de su forma con las luces que aporta su relato. La mayor virtud de DuVernay tras la cámara es la capacidad de trasladar como la condena de los cinco de Central Park responde a la construcción de identidad de toda una sociedad desde el nacimiento de una nación. Su mayor defecto, en cambio, reside en la tosquedad de los posicionamientos que toma que, aunque legítimos, no necesitan de ese maniqueísmo (le ocurre, por ejemplo, en la mención final a Donald Trump, que ya había sido citado antes para equiparar sus declaraciones con la sociedad de su America Great Again). De esta forma, podemos concluir asegurando que When they see us gana enteros cuando más se aleja de las obviedades y más se aproxima a la sutileza. En momentos como la conversación final entre uno de los condenados y el que, a la postre, resultará como autor confeso del asalto y violación de Trisha Meili. En ese diálogo queda intrínseco un mensaje que define a toda una nación, posiblemente aún a día de hoy, treinta años después de aquella noche de abril: si estos cinco jóvenes inocentes pudieron volver a salir de la cárcel fue porque tuvo más compasión de ellos un criminal que las autoridades. Así es la negra justicia.

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Jesús Villaverde Sánchez
OchoQuinceMag

Periodista. Intento escribir retratos y fotografiar historias. Casi nunca lo consigo.