Sobrevivir en París siendo estudiante

Silvia Sanchez Ureña
Omioo
Published in
5 min readAug 17, 2016

De cómo conseguí comer, comprar y pasarmelo bien con mi pequeña beca ERASMUS en una de las universidades más caras de Francia

Bienvenido a París. Esta no será la vista desde tu habitación.

Es algo que hay que hacer, ¿no?. Vivir en París con veinte años, ver el atardecer en el Sena, y tomar café en un sitio elegante mirando a gente igualmente elegante pasar. Personajes literarios, películas y esa tán perfecta banda sonora nouvelle vague vienen a la memoria.

Vine a estudiar un año en Sciences Po París, en pleno corazón de Saint-Germain-des-Près, el antiguo distrito de los intelectuales y literatos, conocido en español cómo el Barrio Latino. Oscar Wilde vivió aquí, cómo también lo hicieron Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Jean-Luc Godard o François Truffaut. La Universidad en sí es famosa en toda Francia, y cuenta a cinco de los seis últimos presidentes entre sus antiguos alumnos.

Pero no encontrarás mucha gente joven en los famosos locales del Boulevard Saint-Germain, Le Deux Magots, Café de Flore, y la Brasserie Lipp. Los estudiantes del Instituto de Ciencias Políticas prefieren Le Basile ( Rue Grenelle 34). Su decoración setentera es realmente un cambio del clasicismo Haussmanniano del boulevard y, lo prometo, ¡el café sabe incluso mejor!.

Para un área más accesible, continua hasta Odeon o Saint Michelle. O sino, siempre puedes hacer shopping mental mirando los escaparates de las carísimas tiendas de antiguedades camino al Sena.

Pero, si debes gastar en el barrio, que sea en productos tradicionales franceses. La famosa Ladurée tiene una tienda en la rue Jacob. Sus famosos macarones cuentan cómo una pequeña obra de arte, y saben aún mejor, pero te romperán la hucha (prueba Pierre Hermé o Dalloyau para una experiencia de calidad algo más barata). Las baguettes de La Parisienne (Boulevard Saint-Germain 52, Rue Madame, 48) han sido coronadas las mejores de París este año 2016. Y no es la primera vez que lo son, así que, dato a tener en cuenta.

Una cosa buena de París es que aunque los bistros sean caros, las panaderias y reposterias ofrecen una sobrada selección de alimentos. Una de mis direcciones favoritas era la Boulangerie Ory en frente del Estadio en Bercy, para ricas chique lorrraines y croissants aux amandes. Pero, Paris es realmente el cielo de las panaderías, así que tu siguiente descubrimiento podría estar a la vuelta de la esquina. Simplemente mantén los ojos abiertos, tu estómago te dará una respuesta inmediatamente.

Por supuesto, Paris está unido a la alta costura, a un precio muy por encima del poder adquisitivo de cualquiera. Pero, si no quieres ir a la periferia, o a las grandes marcas de rebajas( Tati tiene de todo, pero sus productos aguantan un suspiro) , haz fripp!. Free ‘P’ Star es una cueva de Alibaba para los amantes del vintage asequible. Recomiendo la visita a sus sucursales en el 52 y 61 rue de la Verrerie and 20 rue de Rivoli. Incluso si la ropa de segunda mano no es lo tuyo, es habitual encontrar bolsos de cuero de calidad, y buenas chaquetas de invierno entre las tiendas vintage del Marais.

Puesto que el área solía ser un distrito judío, un sandwich de falafel es la manera de recuperar las fuerzas tras bucear en los cestos de 1€ del Freep. L’As du Falafel ( 34 rue des Rosiers) atrae grandes colas, pero tanto en porcion cómo en sabor merecen la pena los 10–15 minutos de espera. La cocina es algo desordenada, pero lo entenderás cuando veas las habilidades ninja de los trabajadores encargados de montar los sandwiches.

El Marais es un distrito artístico, pero, como en otras areas de París, el tiempo y la estratificación social se han hecho notar. Si quieres conocer artistas jóvenes, Belleville es el lugar a dónde ir.

Mirar tu bebida con Ennui no es necesario, pero queda bien en la foto.

Rue de la Lappe, cerca de Bastille/Oberkampf es una opcion animada para las noches, con menos borágine turística que Saint Michelle. Es igual de ruidosa, pero sin camareros o relaciones públicas que te presionen para entrar dentro. El ambiente es también internacional, en lo que respecta a los locales de comida y bebida. Uno de mis locales favoritos es Le Bazar Egyptiene ( 29, 31 Rue de Lappe). El super decorado interior ofrece cocina marroquí ( a pesar de llamarse egipcio) y sisha. Aunque es tan bonito que da igual donde te sientes, recomendaría ir en grupo y usar la habitación circular privada, decorada con divanes y murales hasta el techo.

Si quieres grandes clubs y un ambiente de moda, acercate a los Campos Elíseos, pero, asegurate de ir vestido a la última. Queen, Matignon, Chez Raspoutine y L’Arc te esperan.

Siguiendo la ruta Erasmus, visité alguna vez el mega club Le Mix en Montparnasse (24 Rue de l’Arrivée). Pero la verdad es que las discotecas nunca han sido lo mio.

Comer, beber y ver la vida pasar siempre han ido juntos en Paris. Hay una razón por la que las sillas de los cafés y restaurantes están giradas hacia la calle, y es precisamente el admirar los rincores y sus gentes.

Copia la idea y prepara un picnic o algo de tomar fuera. Incluso si te quieres quedar en la ciudad, hay suficientes canales (Saint-Martin, Villette), parques(Luxembourg, Buttes Chaumont…) y bosques (Boulogne o Vincennes, a ambos lados del límite de la ciudad) para pasar el rato. Incluso se pueden tomar los puentes, si te unes a la alegre multitud del Pont des Arts. Popular entre la gente jóven y viajeros, la atmósfera es relajada y veraniega, con grupos de gente bebiendo y tocando música. El area vecina, aunque bella, no es nada animada por las noches, así que chicas, atención, encontrar un baño será complicado.

Para preparse para un picnic hay suficientes posibilidades dentro de la ciudad. Pero me gustaría despedirme con una pequeña historia.

Una noche, mientras estabamos reunidos en el apartamento de unas amigas en el 5to Arrondissement, un jóven francés escuchó nuestra música desde el patio y pidió unirse a nosotros. Nosotros le dimos la bienvenida y servimos un poco más de queso y baguette para acompañar el vino (lo sé, suena cliché). Supongo que disgustado por nuestro queso de supermercado, el francés preguntó que quién era nuestro fromageur, a lo que nos reimos y dijimos que eramos demasiado jóvenes como para visitar queserias especializadas.

Tiempo después, inspirada por el encuentro, visité una queseria local cerca de mi apartamento en el 13. Nuestras bandejas de fiesta para picar mejoraron tremendamente, por un precio sin gran diferencia al del supermercado.

Lección aprendida, confía en el negocio local!

Paris era una fiesta, y de hecho, muchas.

Artículo también disponible en inglés, italiano

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Silvia Sanchez Ureña
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Berlin ‘Multikulti’ Theater blogger, Startupper, dancer. Social worker@Give Something Back to Berlin, Affiliate Manager at AirHelp.