Todos deberíamos ser un poco más como Parker de ‘Friends’

Optimismo y estoicismo no son excluyentes

Culture Junkie
Omnicultura
5 min readJan 15, 2021

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Mientras repasaba A Guide to the Good Life —una de las obras más accesibles sobre el estoicismo— para preparar el artículo sobre la premeditación de los males, me topé con un pasaje en particular que llamó mi atención, en primer lugar, por su aparente simplicidad, y en segundo, porque me hizo recordar a un personaje de televisión incomprendido. En el capítulo sobre la visualización negativa, el autor intenta desmontar algunos de los mitos más difundidos respecto al estoicismo:

“Normalmente caracterizamos a un optimista como alguien que ve su vaso medio lleno en vez de medio vacío. Para un estoico, sin embargo, esto sería sólo un punto de partida. Después de expresar su apreciación de que su vaso está medio lleno, continuará expresando su placer incluso al tomar el vaso: después de todo, podría haberse roto o haber sido robado. Y si está en la cima de su juego estoico, podría comentar lo asombroso que son los vasos de vidrio: son baratos y bastante duraderos, no dan ningún sabor a lo que ponemos en ellos, y -¡milagro de milagros! — nos permiten ver lo que contienen”.

Lo primero que salta a la vista es la candidez de la idea. De modo que, según el filósofo William B. Irvine, en el dilema de ver el vaso medio lleno o medio vacío, un estoico se alegraría simplemente de poder tener un vaso. Mi primera reacción fue preguntarme si de verdad podría existir alguien tan ingenuo. ¿Quién podría conformarse con tan poco? ¿Existe siquiera un personaje de la ficción que desborde semejante optimismo? Y vaya que es verdad eso de que la mente, como Dios, obra de maneras misteriosas, porque inmediatamente acudió a mi memoria la imagen de un personaje secundario y más bien olvidado en el imaginario popular de Friends.

En la serie, Parker (interpretado por Alec Baldwin) es el nuevo novio de Phoebe, con la que asiste a la fiesta de aniversario de los padres de Monica y Ross. Solo bastan un par de interacciones para darnos cuenta de que estamos ante una persona peculiar. Lo primero que llama la atención de Parker es su abrumadora vitalidad. Pronto hace saltar las alarmas del grupo de amigos, especialmente luego de definir la carretera de Long Island como “un milagro de concreto” y de destacar lo “fantásticamente iluminado” que está el pasillo del edificio. En la fiesta continúa maravillándose por todo, incluyendo los platos del buffet, las ostras e incluso el salón en sí mismo. No es de extrañar que todos se cansen rápidamente de él, incluyendo la propia Phoebe:

Parker: Sabes, este apartamento es… no hay palabras.
Phoebe: Gracias a Dios.
Parker: Es un refugio. Un Edén moderno en la niebla de…
Phoebe: Sí, ya sé. Ajá. Ya sé, ya sé.

Parker aleja a todos como si su alegría fuese una especie de enfermedad contagiosa, ¿pero es el entusiasmo que demuestra por la vida algo tan reprobable?

Entre los escenarios que los estoicos nos instaban a contemplar estaba el de nuestra propia muerte. En una de sus cartas a Lucilio, Séneca recomendaba que viviéramos cada día como si fuese el último. Esto no debe confundirse con el YOLO moderno, que aboga por un hedonismo desenfrenado porque “solo se vive una vez”. Para los estoicos, vivir como si fuera el último día era simplemente una extensión de la técnica de la premeditación de los males.

En lugar de sumirse en el pesimismo, los estoicos contemplaban los peores escenarios para incrementar el disfrute de la vida. De alguna manera, eran más optimistas gracias a ello. Pensaban que pausar periódicamente para reflexionar sobre la finitud de la existencia nos haría apreciar la oportunidad que tenemos de llenar cada nuevo día con actividad. Su objetivo no era cambiar estas actividades, sino cambiar nuestro estado de ánimo mientras las realizábamos.

Esta manera de apreciar cada momento, no importa cuán pequeño, es característica de los niños, quienes parecen tener una capacidad innata para fascinarse por los detalles más triviales; en primer lugar porque nunca han visto nada igual, pero también porque todavía no saben cómo funciona el mundo. No pueden dar por sentado aquello con lo que no pueden contar que siga existiendo en un futuro. Tal vez esas cosas desaparezcan mañana, así que intentan aprovechar al máximo la oportunidad.

Otro grupo que conserva la capacidad para maravillarse por lo mundano es aquel conformado por aquellos que han sufrido grandes infortunios o pasado por situaciones de vida o muerte. Después de haber superado estas circunstancias, estas personas suelen reportar sentirse más vivas que nunca. La guerra, las enfermedades, los accidentes y los desastres naturales son eventos trágicos, pero suelen transformar a los sobrevivientes en personas mucho más inclinadas a disfrutar de los pequeños placeres del día a día. Una vez pasa la tormenta, lo que antes se recibía con indiferencia ahora se hace con gratitud.

Parker: [Llegando a la fiesta] ¡Qué gran momento para estar vivo!

Y volvemos a Parker. No conocemos el trasfondo de su historia, pero no es descartable que antes de conocer a Phoebe haya sobrevivido, quizás recientemente, a una situación de vida o muerte. Quizás eso podría explicar tal efusividad ante los detalles más insignificantes.

Mientras que el Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT) recibe más atención en las noticias, un resultado más común de las experiencias negativas es el Crecimiento Postraumático (CPT). Los individuos que sufren CPT tienden a centrarse en los aspectos positivos del presente y a dejar que los malos recuerdos se desvanezcan rápidamente.

¿Es Parker un sobreviviente con CPT? Es al menos plausible. Sea este su caso o no, lo cierto es que parece conservar la capacidad de un niño para maravillarse por el mundo, como lo demuestran sus frecuentes exclamaciones alegrándose de su suerte, o su insistencia en tomar fotos mentales de sus recién conocidos amigos.

Parker: No quiero olvidar este momento, quiero tomar una foto mental de todos ustedes… “clic”.
Chandler: [Secamente] No creo que el flash se haya disparado.

Nadie podría decir en primera instancia que Parker es un estoico. De hecho, muchos podrían pensar que representa la antítesis del significado moderno de la palabra. Pero, curiosamente, su actitud encaja a la perfección con la descripción que hace Séneca de una persona que sigue los preceptos de su filosofía cuando afirma que “quien practica los principios del estoicismo debe, tanto si quiere como si no, estar asistido por una jovialidad constante y una profunda alegría”.

En una época en la que el cinismo es considerado un signo de sofisticación, quizás deberíamos ser un poco más como Parker. Para ello no necesitamos ser golpeados por una catástrofe, podemos recuperar parte de nuestra apreciación por la vida con la práctica estoica de la visualización negativa. Al mismo tiempo, quizás deberíamos mantener nuestro entusiasmo para nosotros mismos y ser menos —mucho, mucho menos— vocales al respecto, sobre todo si queremos evitar reacciones como la de Phoebe antes de terminar con Parker:

Parker: Lo siento si le doy un giro positivo a todo. Es lo que soy, soy una persona positiva.
Phoebe: No, *yo* soy una persona positiva. ¡Tú eres como Santa Claus hasta arriba de Prozac!

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Escribo sobre sociedad, tecnología y cultura. + Intereses: Escepticismo | Metacognición | Evopsych | Cine | Productividad | Suscríbete a medium.com/omnicultura