Piensa fácil y acertarás

Modelos mentales para simplificar la toma de decisiones

Culture Junkie
Omnicultura
5 min readJun 20, 2020

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A veces la solución más sencilla es la acertada. Solemos buscarle las cinco patas (¿o son tres?) al gato justo en las situaciones en las que no es necesario hacerlo. Encontramos las teorías conspirativas y los razonamientos enrevesados más atractivos que las explicaciones factibles y sencillas. Nos encandila fácilmente la perspectiva de secretos oscuros, de revelaciones escandalosas e intenciones malintencionadas.

Sabemos que el caos es perturbador. Por definición, significa que no siempre tenemos control sobre nuestras vidas. Si algo trágico sucede buscamos desesperadamente una causa; es menos inquietante pensar que algún poder invisible está detrás de la tragedia que pensar que tan solo se debe a la suerte y el azar.

De ahí que se diga que el sapiens es el animal que cuenta. Nuestra cultura está forjada a base de historias y por eso somos tan propensos a ellas. Desafortunadamente, la mayoría de la gente está predispuesta a aferrarse a suposiciones intrincadas, un fenómeno descubierto por los psicólogos Amos Tversky y Daniel Kahneman y acuñado falacia de la conjunción.

La probabilidad de que dos eventos ocurran juntos (en “conjunción”) es siempre menor o igual que la probabilidad de que cada uno de ellos ocurra por separado. Sin embargo, incurrimos constantemente en esta falacia cuando suponemos que la suma de dos o más condiciones específicas son más probables que una condición general única. De modo que nos seduce creer en explicaciones complicadas. Nuestro cerebro maquinador salta directamente a conclusiones embrolladas pasando por alto las obvias.

Sin embargo, existen algunos modelos mentales que nos permiten evitar caer en este tipo de elucubraciones innecesarias. No son, en ningún caso, “leyes” en el sentido de que siempre sean ciertas, solo se ofrecen como guía para facilitarnos la vida. A veces la explicación puede ser, en efecto, bastante complicada. Pero no hay razón para saltar inmediatamente a las interpretaciones complejas cuando existen alternativas más simples para explorar en primer lugar.

Esta serie de principios suelen ser agrupados en lo que se ha llamado heurísticos de la navaja, haciendo alusión a que dichas reglas buscan eliminar o “rasurar” las explicaciones improbables de un fenómeno, evitando las acciones innecesarias y reduciendo el campo de hipótesis. Estas son las tres más populares y sencillas de adoptar en nuestro día a día:

Navaja de Ockham

Posiblemente la más conocida y en la que se inspira el resto: la navaja de Ockam afirma que la explicación más simple es la más probable de ser verdadera. Este es el antídoto express contra las teorías conspirativas y demás supercherías. Un ejemplo común sería el avistamiento de un OVNI. Una luz inusual en el cielo es un hecho sorprendente, pero existen muchas explicaciones racionales para explicar este fenómeno: aviones, satélites, bólidos, basura espacial, nubes lenticulares o incluso el planeta Venus, un sospechoso habitual. Claro que también podría tratarse de una nave espacial de una civilización extraterrestre super avanzada que casualmente surcaba por los cielos justo cuando estabas mirando tranquilamente el horizonte, pero primero valdría la pena explorar las opciones más plausibles. Y una vez que se compara la opción extraterrestre con las otras alternativas, ¿no suena lo suficientemente ridícula como para descartarla directamente? Es aquí cuando lo más sensato es aplicar la Navaja de Ockham y dejar de ver History Channel.

Navaja de Hanlon

Al igual que la Navaja de Ockahm, la de Hanlon busca la explicación más sencilla para situaciones cotidianas. Está más enfocada hacia el ámbito social, y es una forma de darle el beneficio de la duda a las personas con quienes interactuamos. Dice que nunca deberíamos atribuir malicia a lo que fácilmente podría explicarse por el descuido o la estupidez. La próxima vez que alguien haga un comentario pesado, impertinente o de mal gusto, consideremos en primer lugar que lo hace por descuido en lugar de buscar motivos ulteriores y malintencionados. La mayoría de la gente no va por la vida buscando herir a los demás, al menos no todo el tiempo. Este modelo mental le servirá especialmente a quien tiende a ver enemigos por todas partes. Una herramienta contra la paranoia y el egocentrismo. Si alguien te responde con un escueto “ok”, piensa que lo más probable es que esa persona esté demasiado ocupada o apurada para ser más detallista en lugar de tomarlo como una ofensa.

Navaja de Hitchens

La de Hitchens nos ayuda a descartar ideas descabelladas que no estén sustentadas por prueba alguna. Como la carga para presentar razones siempre recae sobre el que realiza la afirmación (onus probandi), la navaja de Hitchens dice que lo que puede afirmarse sin pruebas puede rechazarse sin pruebas. Así, sin más. No necesitamos perder tiempo prestándole atención a teorías basadas en anécdotas o creencias infundadas. Este modelo mental se relaciona con el famoso argumento de la tetera de Russell, o en su defecto, el dragón invisible de Sagan. Este último decía al respecto que “afirmaciones extraordinarias requieren evidencia extraordinaria”. Si ese amigo mitómano te asegura que está hablando por DM con Emily Ratajkowski, debes tomar la alucinación como apócrifa a menos de que te muestre la conversación. De eso va la navaja de Hitchens. No tienes que buscar el «por qué no» sino se ha explicado claramente el «por qué».

Existen muchas otras navajas epistemológicas que vale la pena mencionar, como la Guillotina de Hume, el falsacionismo de Popper o, atención al nombre porque es insuperable, la espada láser llameante de Newton, pero creo que los principios derivados pueden ser redundantes y están mejor descritos entre las tres reseñadas anteriormente.

En mi país se dice que no hay que gastar pólvora en zamuros. Parece que es un dicho que se repite en casi todos los países de habla hispana, pero cada uno le agrega su toque particular cambiando el animal de la frase. Así, en Chile y Perú es gallinazos. En Argentina, chimangos. En Costa Rica, zopilotes. En México, infiernitos. En España, salvas. El mensaje es el mismo, no hay que perder tiempo en cosas que no valen la pena. Ante la avalancha de teorías pseudocientíficas y sesgos cognitivos que amenazaban con nublar nuestra razón, estos modelos mentales facilitan la tarea.

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Escribo sobre sociedad, tecnología y cultura. + Intereses: Escepticismo | Metacognición | Evopsych | Cine | Productividad | Suscríbete a medium.com/omnicultura