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La deshumanizadora idea del libre albedrío

La idea del libre albedrío parece romántica, pero tiene consecuencias desastrosas y la deberíamos desechar.

Ignacio Benavides
On humanities
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3 min readJul 8, 2013

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El libre albedrío es, de acuerdo a algunas mitologías religiosas, la creencia de que los seres humanos tenemos el poder de elegir y tomar nuestras propias decisiones.

La idea es peligrosa porque con ella es muy fácil construir el prejuicio de que todos somos responsables únicos de nuestras acciones y esto es, cuando menos, impreciso; empezando nosotros. El subconsciente juega una parte fundamental en la toma de decisiones.

Freud se dio cuenta de la importancia de ello y por eso proclamó su trabajo como la tercer gran herida para la humanidad. Es decir, le dio la misma importancia que los descubrimientos de Copérnico y Darwin y no es para menos, por aquel entonces era tan importante como la creencia de que éramos el centro del universo o que fuimos creados a imagen y semejanza de dios. Era un fundamento religioso, o aún es, porque a pesar de que las anteriores creencias han caído por completo, esta última sigue muy vigente y su interpretación produce un daño invisible.

Por ejemplo: El caso de un asesino parece claro, él es el único responsable de sus decisiones y por tanto, es quien debe asumir las consecuencias. Por otro lado, ¿Una persona pobre es responsable de su pobreza?

¿Qué pasa con los jóvenes de localidades pobres que crecen con pandillas? ¿Qué pasa con aquellos que dejan la escuela?

He escuchado ya demasiadas veces:

“Los pobres son pobres por que quieren…”

“Si los pobres quisieran superarse estudiarían, trabajarían, ganarían dinero y se irían del barrio donde viven…”

“Cuando yo era niño «sabía» que debía trabajar y ganar mi dinero.”

Aquí es donde el prejuicio y su daño se empieza a hacer evidente.

Mi madre es profesora de primaria y tiene incontables casos de estos niños y sus desafortunadas familias. Crecer en un entorno sin oportunidades cambia totalmente la visión de la vida de una persona, se vuelve algo completamente diferente a lo que conocemos. Cuando mi madre le dice a un alumno «Las drogas son malas», el muchacho simplemente contesta: «Mi papá consume y no pasa nada».

La culpa no es de los niños, pero ¿es de los padres?

Quizás crecieron igual o peor que ellos, entonces ¿la culpa es de los abuelos?, ¿o de sus vecinos…?

Este es el lado más oscuro del libre albedrío, el que fundamenta estos argumentos salvajes de que ellos sí son responsables naturalizando la situación injusta de estas personas desafortunadas; lo siguiente, será una sociedad convencida de que combatir a la pobreza es combatir a los pobres.

“Aquellos de clase baja dejan de ser personas desafortunadas en la vida y se convierten meros perdedores ante nuestros ojos.” —Alain de Botton.

Ese es el gran problema. Nos hace creer que estas situaciones son consecuencias normales, provocadas por los propios actores principales más que por su entorno marginado del que también somos responsables como ciudadanos y que, sin darnos cuenta, los convertimos en villanos de la historia.

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