Diseñar con consciencia: cómo aplicar pensamiento sistémico en 3 pasos.

Jimena Gonzalez
Open Freakness
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8 min readOct 4, 2022

Escrito por Flavia Canelo, Lead Design Researcher y Jimena González, Senior Design Strategist en Garaje de ideas.

Ilustración por Sara Giró, Graphic Designer en Garaje de Ideas

Cuando imaginamos e intervenimos el mundo que nos rodea lo hacemos desde una perspectiva particular. Nuestra mirada es lo que define nuestra forma de ser y estar en el mundo… y de diseñar.

Al diseñar, tomamos decisiones para crear “algo” que resuelve un reto. ¿Qué es ese algo? Puede ser cualquier cosa: una silla, una aplicación móvil, una estrategia, un negocio, etc.

Llevamos diseñando toda nuestra historia. De hecho, lo que nos hace humanos es esa capacidad de imaginar aquello que no existe para luego darlo a luz (no lo decimos nosotras, lo dice Yuval Noah Harari, en Sapiens).

Esta etapa de diseño, de creación de algo nuevo, es un momento bastante relevante, porque el 80% de su impacto se determina durante esta fase.

A lo largo de la historia hemos ido transitando por distintos paradigmas, al igual que lo ha hecho la práctica del diseño. Su perspectiva ha ido evolucionando conforme hemos cambiando quienes la hacemos y sobre quienes actuamos:

En un primer momento, nuestra mirada se orientaba únicamente al producto (product centric): en su belleza, su calidad, sus materiales, etc. Los productos además eran elaborados en función de una idea que unos pocos tenían sobre las necesidades del resto.

Con el paso del tiempo entendimos que los productos cobran sentido en su accionar, en su práctica y en la experiencia que brindan. Imaginar la experiencia sin involucrar a aquellos que están inmersos en ella era impensable. Es por eso que en los años 60 comienza a hablarse del diseño centrado en las personas (human centric), con el que se amplía la perspectiva hacia la interacción del producto con el usuario.

El diseño ha evolucionado, desde un marco de pensamiento basado en el producto, a un marco centrado en el usuario. Ahora, comenzamos a entender el sistema en el que se integran las decisiones que tomamos como diseñadores.
Evolución de la mirada del diseño

Hoy comenzamos a hacernos conscientes de que diseñar con esta visión tan limitada nos impide prever el impacto de nuestro diseño. Sí, al usuario le gusta, pero ¿quién más se relaciona con él? ¿Cómo le afecta? ¿Qué impacto ambiental tiene? ¿Y social? Nuestro diseño, a lo largo de todo su ciclo de vida, impacta mucho más allá de la persona que lo usa.

Abrir la mirada al entorno que rodea a nuestro diseño (system thinking) nos permite tomar decisiones más “sabias” a la hora de crear. Pero ¿cómo manejar esta nueva complejidad? Pues pasito a pasito:

1. Mira más allá, mapea el entorno de tu diseño

Vale, tienes tu reto. Pongamos que es la logística de último kilómetro, es decir, el reparto a domicilio en una ciudad como Madrid (o inserta aquí cualquier ejemplo de tu vida). Ahora vamos a abrir la perspectiva. El primer paso es entender que ese reto tiene unas causas, unas consecuencias y está interconectado con muchos elementos (personas, procesos, flujos de material, ecosistemas…).

Para ello, te proponemos un primer ejercicio para empezar a explorar tu sistema:

  1. Reúne a personas de diferentes disciplinas y visiones para tener tantas perspectivas distintas como sea posible y dales un boli a cada uno. Pon en el centro un papel grande.
  2. Escribe el reto en el centro y empezad a escribir todas las “cosas” (vale todo: personas, organizaciones, problemas, ecosistemas, etc.) que creáis que se relacionan con ese reto. Por ejemplo, políticas de tráfico, patrones de compra, asociaciones de consumo, tiendas físicas, empresas de logística sostenible con bicicleta, zonas de carga y descarga, calidad del aire en Madrid…
  3. Ahora empezad a establecer conexiones entre ellas, trazando líneas entre aquellas “cosas” que creéis que están relacionadas. Seguramente estéis en lo cierto, y de esta sesión saldréis entendiendo que el reto al que os estáis enfrentando es un sistema complejo (algo que vamos a descubrir en el siguiente punto). Por ejemplo, la calidad del aire está relacionada con las políticas de tráfico en la ciudad.
Acabaréis con algo parecido a lo siguiente: el primer mapa de tu sistema

2. Investiga tu sistema: mapea sus elementos y entiende sus relaciones

Lo primero es entender dos palabritas claves que hemos nombrado: sistema y complejidad.

Para que cualquier conjunto de “cosas” que se interrelacionan sea un sistema, tiene que darse lo que llamamos comportamiento emergente. Es decir, que el todo sea más que la suma de las partes.

Un sistema complejo no se puede analizar ni entender por cada una de sus partes de forma aislada, es decir, el comportamiento emergente de un sistema no es la suma de los comportamientos individuales, sino de sus interacciones interdependientes.

Para poder entender un sistema lo mejor es investigar, para identificar los elementos que lo componen y comprender las relaciones entre ellos.

En el primer ejercicio ya hiciste una primera exploración de los elementos e identificasteis intuitivamente cuáles podrían estar relacionados entre sí. Ahora vamos a observar y definir esas relaciones. Para analizarlas, podemos utilizar modelos de causa-consecuencia que, si bien no son situaciones exactamente reales, permiten pensarlas y definir sus impactos. En el ejemplo de antes, una mala calidad del aire en Madrid (causa) impacta las políticas de regulación del tráfico en el centro de la ciudad (consecuencia).

Mapa del sistema con los elementos y las relaciones de causa-consecuencia

Establece relaciones causales y define el sentido de esas relaciones: qué es primero y qué segundo, qué impacta sobre qué. Elabora un flujo de impactos, es posible que aquí se armen bucles de retroalimentación (que varios elementos se afecten mutuamente). Con el mismo ejemplo, si la calidad del aire baja, se crean políticas de regulación de tráfico, que a su vez impactan en la calidad del aire.

Un bucle de realimentación entre elementos del sistema

Para iluminar relaciones y establecer causalidades entre ellas existen distintas metodologías y mapas que puedes utilizar, como por ejemplo el Análisis de Redes Sociales o ARS (también conocida como Ciencia de Redes o SNA, Social Network Analysis).

A través de la aplicación de métricas y estadística de relación, con ARS podrás identificar, por ejemplo, posicionamientos estratégicos de los nodos (elementos que definas de un sistema) en una red determinada o sus distintos tipos de influencia.

Siguiendo con el mismo ejemplo, vamos a suponer que ya has realizado una investigación y obtienes una base de datos sobre los movimientos que realizan los repartidores a domicilio en Madrid. Si tienes la información de punto de origen y destino al igual que sus horarios, podrías elaborar un grafo que te permita comprender cómo es el desplazamiento de estas personas y sus zonas y horarios de mayor concentración. La identificación de estas zonas podría servirte de base para comprender cómo se desplazan los repartidores, qué aspectos pueden impactar en ese desplazamiento y en qué medida éste afecta al resto del sistema.

Lo que se cuantifica en este caso, en contraposición con la estadística clásica, no son elementos determinados por un atributo en particular, sino tipos de relaciones entre los distintos elementos, por eso el ARS permite pasar del pensamiento atributivo (pensar más en términos de individuos) al pensamiento reticular (pensar más en términos de relaciones).

Si no sabes mucho de programación, Gephi (licencia libre) y Nodxl son algunos softwares que pueden serte útil para analizar relaciones.

Mapa ARS de tu sistema

Otra metodología que puedes utilizar, especialmente para definir la estructura de retroalimentación del sistema, son los diagramas causales. Estos diagramas permiten indagar en la relación causal (indicada por flechas) entre las variables o elementos del sistema y si su impacto es positivo o negativo.

A cada relación causal se le puede adjudicar signos negativos o positivos según el tipo de impacto que tenga la variable dependiente por incidencia de la variable independiente. Por ejemplo, cuantos menos desplazamientos de macromovilidad haya en Madrid mayor será la contaminación del aire en la ciudad.

Por otra parte, el diagrama causal, que ya de por sí es un bucle de retroalimentación, puede incorporar otros en su interior. Es decir, la retroalimentación de un sistema puede generarse por otras menores en su interior, que hacen que el sistema continúe reproduciéndose.

Sistema con relaciones causales y signos

Vale, ya pudimos entender las influencias y relaciones del sistema que nos concierne. Ahora el punto clave es diseñar con este nuevo conocimiento y prototipar su impacto en un contexto sistémico.

3. Diseña tu intervención en el sistema y prepárate para aprender e iterar

Ahora que entendemos mejor nuestro reto en su contexto, nos ponemos manos a la obra y diseñamos alguna solución al reto de diseño que nos ocupa.

Pasos para diseñar una intervención en un sistema complejo

Lo primero es definir dónde vas a actuar en el sistema. Precisamente porque unos elementos impactan en otros, buscamos aquellos puntos en el sistema que llamamos puntos palanca (leverage points en inglés). Una acción sutil en un punto palanca puede producir un gran impacto en todo el sistema.

Puedes mirar en tu mapa del sistema y buscar puntos palanca en los bucles de realimentación o en elementos que tengan muchas conexiones con otros. También puedes buscar otros patrones o modificar las reglas del sistema.

Una vez definido dónde vas a actuar, entonces puedes empezar a idear cómo. Idea, prototipa, crea narrativas…

Después de haber diseñado una intervención en el sistema, ¡prepárate para aprender! Identifica aquellas métricas que te pueden ayudar a ver si estás teniendo el impacto que esperabas, aprender e iterar.

Si quieres saber más sobre pensamiento sistémico, aquí te dejamos nuestras referencias favoritas de páginas, toolkits y artículos sobre el tema.

Ahora ya sí, ¡manos a la obra!

Pensar en sistemas es más complejo, no nos vamos a engañar. Es tener en cuenta muchos más elementos y las relaciones entre ellos a la hora de diseñar. Pero es esencial para tomar consciencia y responsabilidad sobre el impacto que nuestro diseño tendrá en el mundo en el que vivimos.

Repensar nuestra práctica es clave para entender en qué medida su perspectiva es eficaz y benéfica.

La perspectiva sistémica no es una mirada estática, sino una visión consciente del presente y del futuro. Por eso mismo, nos da las herramientas para poder conseguir los resultados que realmente queremos y evitar aquellas consecuencias indeseadas de diseños pasados que estamos viviendo hoy.

Ya tienes los pasos, ahora ¡manos a la obra!

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