La Iglesia, el género y la ley
¿Es el género construcción social o determinación “divina”?
El Papa Francisco y la educación sexual
El año pasado el Papa Francisco declaró que lamenta profundamente que en las escuelas se enseñe a los niños que el género es una cuestión de elección más que de designación, pues éste no está determinado por el cuerpo con el que nacieron. En una reunión a puerta cerrada con obispos de Polonia, el líder de la iglesia católica mostró su inconformidad con el tema y culpó a ciertas personas e instituciones –sin aclarar cuáles– de fomentar dicha postura a través de los libros de texto. “Hoy en las escuelas les están enseñando esto a los niños, ¡a los niños!, que cualquiera puede elegir su género”, exclamó el Papa, y calificó el asunto como una “colonización ideológica respaldada por países muy influyentes.”
Las proclamaciones del Papa argentino contra la educación sexual y la teoría de género no son tan sorprendentes si analizamos otras de sus declaraciones. En 2015, arremetió contra la “teoría del género”, que calificó de “expresión de una frustración y de una resignación que persigue cancelar la diferencia sexual porque no sabe confrontarse con ella.”
La Iglesia sin duda mantiene una posición tradicional sobre lo que es el género, defendiendo siempre el binarismo: hombre y mujer, el cual representa la “forma en que Dios hizo al mundo.” Pero, ¿será que esa es la única concepción de género posible?
¿Qué es el género?
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas, la identidad de género es “la vivencia interna e individual del género tal y como cada persona la experimenta, la cual podría corresponder o no, con el sexo asignado al momento de nacimiento.”
Sin embargo, Marcela Lagarde, investigadora mexicana exponente del feminismo, afirma que la asignación de género es mucho más compleja. Al momento de nacer, al bebé se le asigna un género según el aspecto de sus genitales. Con una simple mirada, el médico decide si “es niña” o “es niño”. El lenguaje marca el sexo e inaugura el género del bebé, que durante los años siguientes, y probablemente el resto de su vida, vivirá bajo las convenciones sociales del género que le fue asignado. Así, más que con elementos naturales, nuestra concepción de género está ligada a nuestra concepción y percepción de dichos elementos.
La filósofa Judith Butler, mucho más radical que Marcela Lagarde en sus declaraciones, considera que nadie nace con un género establecido, sino que en realidad el género es algo performativo: las personas hablan, actúan y hasta caminan de formas específicas que consolidan la impresión de que son hombres o mujeres. En una conferencia en Argentina que dictó en el año 2015, la filósofa aseguró que
La vida sería más vivible si no estuviésemos limitados por categorías que no nos funcionan. La tarea del feminismo, la tarea de la teoría queer y del activismo es, sin duda, hacer que sea más fácil respirar, más fácil moverse por la calle, más fácil obtener el reconocimiento cuando lo necesitamos, más fácil tener una vida que podamos afirmar con placer y alegría, incluso en medio de las dificultades.
La iglesia y la llamada “ideología de género”
Por su parte, de acuerdo con publicaciones católicas como aciprensa.com, la “ideología de género” promueve la dilución de la moral al dejar que cada quien elija libremente el tipo de género al que quiere pertenecer, pues todos son igualmente válidos. Esto provoca, de acuerdo a la publicación, que el comportamiento sexual sea producto de la elección de cada individuo, lo que traerá sin duda consecuencias “atroces”. Al diluir la diferencia entre los sexos y permitir que cada uno se invente a sí mismo, “la moral queda librada a la decisión del individuo y desaparece la diferencia entre lo permitido y lo prohibido.” La “ideología de género”, afirman, es un ataque directo a la familia, a la religión, a la tradición y a los valores culturales que han sustentado a la sociedad durante años. Y, como el Papa Francisco, promueven combatir los cambios que dicha ideología pretende introducir en la sociedad.
Los pequeños pasos de la ley
A pesar del rechazo a la teoría del género y las recientes declaraciones del Papa, son muchos los gobierno que han decidido establecer nuevas normas en favor de la diversidad. En la Ciudad de México, por ejemplo, se reformó el Código Civil y el Código de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal “con la finalidad de reconocer jurídicamente la identidad genérica de las personas transexuales.” En uno de los artículos reformados se estableció claramente que por identidad de género se entenderá “la convicción personal e interna, tal como cada persona se percibe a sí misma.” De esta manera, algo se vuelve evidente: pese a la fuerte influencia de la moral católica, hoy los gobiernos de naciones fuertemente religiosas están dando pasos en favor de la diversidad.
Por Lucía Pi.
