Maquillar el conservadurismo

Los nazis y las iglesias hipsters

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Opinión con Foro
7 min readJul 24, 2016

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Carl Letz. (AP Photo/Tina Fineberg)

Seguramente usted recuerda el relato del flautista de Hamelín. Este pequeño poblado alemán sufría una severa plaga de ratas. Cuando el hartazgo había anidado ya en los habitantes del lugar, apareció entre ellos un flautista que se ofreció a deshacerse de los roedores a cambio de un pago. Con el sonido de su instrumento, el flautista poseyó a las ratas y las dirigió al río, donde murieron ahogadas. Una vez realizado el trabajo, el hombre acudió a reclamar su recompensa, pero los habitantes de Hamelín se negaron a dársela. En venganza, el flautista tocó su instrumento para poseer a los niños del pueblo y llevárselos para siempre. El relato ha servido de ilustración y metáfora para hablar, entre otras cosas, de fenómenos de reclutamiento o sectarismo. Como todas esas historias que marcan hondamente el imaginario colectivo, la del flautista también sirve para mirar un fenómeno actual: la adhesión a viejos –y a veces inaceptables– sistemas de creencias que, para ganarse adeptos, recurren a una severa estetización de su imagen. Como si fuese la bella melodía de una flauta, grupos conservadores tienden últimamente a embellecer su rostro para lograr el crecimiento de sus filas. Entre ellos, destacan dos:

  • Los nipsters, nuevos neonazis que adoptaron el hipsterismo pero no abandonaron su odio característico.
  • Un nuevo grupo de iglesias estadounidenses que se han valido de la misma corriente para evangelizar millenials.
The Pied Piper leads the children out of Hamelin. Illustration by Kate Greenaway for Robert Browning’s “The Pied Piper of Hamelin” (Wikipedia/ Kate Greenaway, Dominio Público)

¿Quiénes son, cómo operan?

Sí, al parecer la última generación de neonazis alemanes disfruta vestirse y comportarse como los hipsters. El nipster (montaje de ‘nazi’ y ‘hipster’) aparece como un giro decisivo en cuanto a la gestación de juventudes fascistas: antes, estos grupos usaban un atuendo pseudo militar y llevaban la cabeza rapada. Ahora visten ropas más a la moda y portan una apariencia más agradable, mucho menos agresiva que su predecesora. Además, muchos nipsters son veganos, consumen productos orgánicos, difunden sus contenidos en Tumblr, entre otras costumbres más bien asociadas al hipsterismo. ¿Qué es lo que ha motivado esto? Es simple: Alemania tiene una estricta política de tolerancia cero a las manifestaciones simbólicas asociadas al nazismo. La prohibición de ejecutar un sistema de creencias que, por lo demás, demostró ser una concreción máxima de la atrocidad, ha obligado a sus militantes a adoptar un rostro más plácido y amable.

El líder de este nuevo movimiento es un alemán llamado Patrick Schroeder. Es relativamente joven –32 años de edad– y se hizo popular entre círculos ultra derechistas cuando, hace cuatro años, lanzó FSN.tv, su propio canal de YouTube, Sus contenidos audiovisuales están hechos con base en un sólido principio de odio. Habla, por ejemplo, de por qué los negros no deberían vivir en Alemania; se refiere a Obama como el presidente neger de Estados Unidos; además, critica con singular entusiasmo la imagen de los neonazis norteamericanos, de quienes dice que son primitivos, pues parece que siempre están por acudir a alguna fiesta de disfraces. En efecto, aquí se plantea una nueva configuración de imagen y, por lo tanto, de capacidad de atraer a un público. De acuerdo con una entrevista que Schroeder dio para Rolling Stone, lo que se busca con el giro al nipsterismo es que gente de todo tipo –siempre y cuando quepa en el terreno del blanco alemán– se adscriba al movimiento sin tener que radicalizar su apariencia. Como bien apunta Evan Bartlett en su artículo para Vocativ, “el peligroso rostro del fascismo ahora es más difícil de identificar”.

Por otro lado, los últimos años han sido testigos del surgimiento de un nuevo tipo de iglesia. Estas nuevas congregaciones también han recurrido al hipsterismo para hacer crecer sus filas de creyentes. Sus misas no se llevan a cabo en templos, sino en bares, auditorios y ubicados en los vecindarios de moda. Además, sus pastores poseen sendas cuentas de Instagram y Snapchat en las que hablan de sus interpretaciones bíblicas y, ya de paso, presumen un look juvenil, fresco, muy distante de los que portan pastores tradicionales. Entre estas nuevas asociaciones, destacan dos:

  • Vous Church, iglesia liderada por Rick Wilkerson Jr., pastor de 32 años que viste a la moda y que saltó a la fama por haber casado a Kim Kardashian y a Kanye West.
  • Hillsong, con sede en Nueva York y llevada por un pastor llamado Carl Letz, amigo de celebridades como Justin Bieber.

Una descripción de la primera podría acercarse a un panorama general de este nuevo tipo de iglesias en Estados Unidos. En sus misas se escucha Coldplay, los asistentes, de prominentes barbas y pantalones ajustados, se toman selfies con entusiasmo. Al parecer, el objetivo de estas nuevas iglesias es atraer la atención de los millenials. Por lo demás, estas congregaciones se distinguen por el uso de redes para difundir sus sermones. Vous proclama un mensaje de aceptación de la diferencia: cualquiera es bienvenido sin importar su raza, su estatus socioeconómico ni su orientación sexual. Por otro lado, Hillsong se define como una un lugar ‘centrado en Jesucristo y basado en la Biblia’ y no como una iglesia cristiana evangélica. ¿La razón? Ellos asumen que el término ‘evangélico’ se asocia a una visión conservadora o fanática de la religión.

Carl Letz. (AP Photo/Tina Fineberg)

Lo anterior puede resultar seductor, tal vez simpático. Sin embargo, es preciso atender las palabras de Brett McCracken, autor de Hipster Christianity: when church and cool collide (Cristiandad hipster: cuando la iglesia y lo cool se encuentran). Él menciona un aspecto que no debe desconsiderarse: cuando una iglesia configura una imagen pública de tolerancia y aceptación, ello no indica necesariamente que su teología sea así. Finalmente, saben que si hablan de temas polémicos –homosexualidad, aborto– pueden perder popularidad. Es preciso atender dos acontecimientos relevantes.

  1. En el año 2014, el Miami New Times preguntó a Wilkerson si consideraba que la homosexualidad era un pecado. Se negó a contestar.
  2. Por su parte, Carl Lentz dice no abordar temas controversiales porque Jesús nunca habló de moralidad o de asuntos sociales.

Es preciso mencionarlo: no es lo mismo liderar una iglesia que dirigir a un grupo de militantes neonazis. Vous y Hillsong no han dado muestras cabales de coerción sobre sus seguidores y, siendo así, su ejercicio cabe perfectamente dentro de los lineamientos de la libertad de culto. Lo que interesa en ambos casos es el uso de una estética –que puede tener algunos tintes también de modus vivendi– como facilitador a la adquisición de miembros o creyentes.

Sin embargo, ¿la sola deformación del rostro es suficiente para atraer cabeza y corazones de los jóvenes?

Parece difícil de asumir.

Simulaciones

Una seguidora de Vous hizo una declaración interesante a BBC Mundo: “obviamente nos gusta más venir a una misa que no se siente como tal”. Tal vez ese sea el punto en el que debemos centrar nuestra atención. En efecto, sus palabras delatan la satisfacción de adscribirse a una iglesia que ha decidido despojarse de sus convenciones más solemnes. Los nipsters, como los adeptos a estas nuevas iglesias, comparten un rasgo fundamental: para conseguir adscribirse a sus respectivos sistemas de creencias, precisan simular, de alguna forma, que aquello a lo que se adhieren es fresco, divertido, cool. Y ello puede tener consecuencias voraces si esos sistemas se asumen sin una crítica cabal de los mismos.

Al parecer, para incrementar el número de fieles, se necesita una severa deformación del rostro de la creencia. Esto es muy sencillo si se cuenta con una serie de plataformas digitales que pueden usarse irresponsablemente. En realidad, el objetivo es tomar un conjunto de símbolos, ideas y representaciones –como el hipsterismo– para reorientarlos a un interés muy específico. En estos casos, se trata de un interés político o de fe, es decir, un interés ideológico.

Los nipsters, como los fieles de Vous o Hillsong, son el efecto de una combinatoria idónea para la propagación de la ideología: primero, la transmisión instantánea de la información, cuya velocidad muchas veces impide que aquello que se recibe sea puesto en duda; segundo, que el contenido de las ideas difundidas esté velado tras la máscara de una supuesta juventud representativa de la época. Al parecer, este fenómeno viene a demostrarnos una vez más una de las verdades más incómodas de la modernidad: no es el contenido de la idea lo que puede generarle seguidores, sino el semblante que ella sostiene para adscribirse al tejido de una sociedad.

¿Cómo hacer, pues, para frenar la adhesión ciega y acrítica a un sistema de creencias?, ¿cómo detener la expansión de la ideología que, mediante la máscara, parece propagarse con idoneidad durante nuestros tiempos? Tal vez sea demasiado pronto para saberlo, pues apenas conocemos los primeros alcances de los dispositivos tecnológicos que han caído en nuestras manos. Sin embargo, es posible dar un primer paso: reconocer que eso que suponemos como creencias superadas, obsoletas o anticuadas, de hecho puede volver en cualquier momento. ¿La razón? Es compleja, pero puede sintetizarse tal vez como una configuración hecha de olvido histórico y de la tendencia del ser humano a formar masas regidas por un ideal. Esa tendencia puede satisfacerse si encuentra, en el contenido ideológico, un rasgo formal tan seductor como el tañido de una flauta.

Por Armando Navarro.

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