¿La familia es algo natural?

Cuando olvidamos la historia

FOROtv
Opinión con Foro
6 min readAug 17, 2016

--

(AP Photo/Muhammed Muheisen)

Todas hemos escuchado alguna vez que el ciclo de la vida consiste en cuatro fases: nacer, crecer, reproducirse y morir. Si la perpetuación de la especie humana ha sido posible es por el tercer paso. Estamos de acuerdo con eso. Pero, ¿los demás estadios del ciclo están atados a él? Es decir, si una persona crece en un entorno distinto a ese que permitió su existencia, ¿estamos violando leyes naturales?

El 17 de mayo de 2016, el presidente de México, dirigió un documento oficial a la Cámara de Diputados y al Congreso de la Unión para solicitar algunos cambios en el Código Civil Federal, relacionados con la preservación de los derechos humanos bajo el principio de no discriminación. La propuesta es modificar los artículos que tratan el tema del matrimonio, derecho político al que todas las personas –sin importar su preferencia sexual, etnia, religión, condición social o salud– deben acceder. Hasta el día de hoy, el artículo 147 del Código dice que el matrimonio guarda una relación con la perpetuación de la especie. En resumen, las reformas propuestas se concentran en cuatro puntos:

  • Garantizar el derecho al matrimonio para todas las personas, sin importar su identidad o preferencia sexual.
  • Establecer requisitos generales (para heterosexuales y homosexuales) para adoptar.
  • Garantizar la igualdad de género; establecer el divorcio sin expresión de causa.
  • Armonizar otros artículos del Código Civil con los principios constitucionales de igualdad y no discriminación.
(Photo by Diane Bondareff/Invision for David’s Bridal/AP Images)

En la iniciativa se menciona un proceso paralelo para modificar el artículo 4 de la Constitución Mexicana y establecer el derecho de las personas mayores de 18 años a casarse sin importar sus condiciones sociales, culturales o económicas. Solicitar estos cambios legales es parte de una lucha histórica por el reconocimiento de los derechos humanos. El hecho de que las leyes estén escritas o hayan organizado una sociedad durante decenas de años no implica que se trata de documentos inmodificables, escritos de una vez y para siempre.

Cuando sentimos que algo ha estado allí desde el principio de los tiempos y que, por lo tanto, es natural, estamos olvidando su historia. El filósofo italiano Antonio Gramsci desarrolló el concepto de hegemonía para hablar de este tipo de fenómenos. Cuando una situación parece ser natural, es decir, cuando ha dejado de cuestionarse, es porque pertenece a un sistema de pensamiento dominante. Por ejemplo, cuando decimos que la familia conformada por una mujer, un hombre y su progenie, estamos olvidando que no siempre fue así. Este modelo actual y tradicional de familia, desde luego, tiene ventajas relacionadas con el comercio y con la preservación de roles de género que promueven la dominación y la desigualdad.

CC0.

Existen varias formas de entender la familia: desde una perspectiva jurídica, se trata de una conjunto de dos o más individuos vinculados por parentesco o afinidad, fundamentado en la comunidad sanguínea o en la adopción. Es decir, la familia como célula mínima de la sociedad consiste en la toma de acuerdos entre individuos para convivir en armonía. En este sentido, no hay restricciones genéricas para conformar una familia. Da igual si se trata de mujeres u hombres heterosexuales, homosexuales, bisexuales o transgénero.

Aunque las condiciones necesarias para la procreación incluyan la interacción de un óvulo y un espermatozoide, esto no significa que el producto de tal interacción (es decir, un nuevo ser humano) deba crecer cerca de las personas que participaron en su creación. Mucho menos implica que la única razón para que dos personas estén juntas sea la conservación de la especie. Si pensáramos así tendríamos que privar a todos aquellos con problemas de fertilidad de la posibilidad de unirse en matrimonio o de formar una familia, o suponer que absolutamente todas las personas están interesadas en reproducirse sexualmente.

CC0.

La familia, a diferencia de la procreación, no es un fenómeno biológico. Es una institución social, por lo tanto, está atravesada por la historia y por las voluntades de las mujeres y hombres que la vivimos. La única forma de desaparecer esta forma de organización sería por medio de prácticas repetidas que no reproduzcan el mismo esquema. El problema con nuestras leyes no es que no reconozcan la existencia y la importancia de la familia para el desarrollo como derecho humano. De acuerdo con el artículo 4 de la Constitución Mexicana: “toda familia tiene derecho a disfrutar de vivienda digna y decorosa”. Más aún, según la Comisión Nacional de Derechos Humanos, “todas las niñas, niños y adolescentes, tienen derecho a vivir en una familia”. Los conflictos están, desde luego, en lo que entendemos por familia.

El sociólogo Marcelo Robaldo asegura que “la familia se ha convertido en arena de disputa simbólica, ideológica e incluso política, donde compiten por legitimidad distintos proyectos de sociedad que muchas veces resultan contrapuestos”. Detrás de la concepción heterosexual de la familia, hay un desconocimiento profundo de la diversidad humana. Desde luego, hay también una base patriarcal que da por sentadas relaciones de poder que colocan a la mujer por debajo del hombre, al asignar tareas y actitudes “propias”. Por ejemplo, durante cientos de años se pensó que la mujer debía permanecer en casa para el cuidado de los niños y la atención del hogar. Hasta hace realmente poco tiempo, las mujeres adquirimos derechos civiles (como votar o ser candidatas a puestos públicos) que antes eran privilegio sólo de hombres.

(AP Photo)

En febrero de este mismo año, en la Ciudad de México se reconoció por vez primera la identidad genérica de las personas trans (quienes han decidido cambiar su sexo biológico por el que de su convicción personal e interna). Antes de esa reforma legal, estos individuos carecían de derechos fundamentales, como tener una vida digna, recibir tratamientos de salud o tener acceso a la educación. Por lo tanto, las reformas legales de nuestro sistema jurídico no son temas menores. La discusión sobre lo que consideramos familia, mujer u hombre, es un pilar sobre el que se sostiene no sólo nuestra experiencia de mundo, sino el derecho a las personas a ser felices y amar la vida.

Desde una perspectiva radical, la filósofa feminista Judith Butler ha cuestionado la idea de parentesco como un vínculo natural, dado por relaciones genéticas o sanguíneas. Ella propone entenderlo más bien como una serie de elecciones y prácticas que crean relaciones entre individuos. Esas redes de identificación y pertenencia son el significado cultural que, durante siglos, se le ha otorgado al mero hecho biológico de los linajes.

Abigail Madariaga enseñando un paso de baile. En el año 2009 buscó asilo en Estados Unidos. Tuvo que probar que necesitaba ser refugiada para ser aceptada. (AP Photo/Isabel Castro)

Si revisamos la historia de la palabra familia, encontraremos que incluso para los romanos, las relaciones entre los integrantes de una familia no eran exclusivamente sanguíneas: el pater familias era el hombre que no dependía de nadie y del que todos dependían”, incluyendo a los esclavos. El poder de dominación del hombre se extendía sobre las vidas de todos sus dependientes. El parentesco civil era más fuerte aún que el parentesco físico, debido a que el concepto de la familia estaba relacionado con el funcionamiento económico de la sociedad. Ahora que los hombres no son los únicos que tienen derecho a una vida pública, a poseer bienes o a ganar un sueldo por su trabajo, la concepción de la familia necesariamente tiene que cambiar.

Por Nayeli García.

--

--

FOROtv
Opinión con Foro

Es un espacio de información, opinión y debate.