(Ilustración de José Carlos Aguilar)

Maurice Sendak: Cuando los monstruos de la infancia se vuelven literatura

Gabriel Revelo
Opinión con Foro
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9 min readMay 26, 2017

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A bote pronto, podríamos decir que la literatura infantil se divide en dos claras vertientes. Por un lado tenemos aquella que le pinta a los pequeños lectores un universo integrado por personajes amables y situaciones con conflictos sencillos, donde la violencia, el rencor y las emociones negativas no tienen cabida, algo así como un cuadro pintado por Bob Ross. Podría decirse que esa es la tendencia de las últimas décadas.

En contraparte tenemos a esos creadores y autores que prefirieron mostrar un panorama más obscuro y sórdido, una escuela que surgió a la par de los grandes clásicos infantiles, cuyas tramas y/o finales distan mucho de ser felices. Con los años, muchas de estas historias se han ido endulzando y las nuevas generaciones las ubican más por sus adaptaciones estilo Disney, que por su opacidad original.

Iniciamos este texto haciendo esta diferenciación porque es necesaria para entender el origen y trascendencia de la obra de Maurice Sendak, ilustrador y autor de literatura infantil cuya obra es considerada de culto, y que tuvo el valor de hablarle a los niños sin tapujos, en un momento donde esa idea era poco concebida.

Esta es su historia…

Maurice Sendak posa con uno de los personajes de Where the Wild Things Are.

I. Una infancia alejada de la felicidad

Maurice Sendak nació el 10 de junio de 1928, en el seno de una familia judía de origen polaco, asentada en Brooklyn, Nueva York. Desde pequeño estuvo rodeado de un contexto complejo, con temas como la Gran Depresión, el Holocausto y la Segunda Guerra Mundial. Además, su infancia quedó marcada por el secuestro de Patrick Lindbergh, bebé del aviador Charles Lindbergh, que fue secuestrado a los 20 meses de nacido en Nueva Jersey y que semanas después apareció muerto.

“Cuando tenía más o menos cuatro años, ocurrió el terrible secuestro del bebé Lindbergh. Fue un evento muy traumatizante para los niños a comienzos de los años treinta. Todos pensamos que nos podían secuestrar a nosotros. (…) El hecho de ser secuestrado fue siempre una pesadilla recurrente en mi vida”

Este y otros temores hicieron que Maurice creciera como un niño asustadizo y reprimido. Además del poco interés por el estudio, tenía un estado de salud endeble que lo llevó a sufrir enfermedades como escarlatina, paperas y neumonía, que lo hicieron ausentarse de la escuela por largos períodos de tiempo. Para distraerse durante estos recesos forzados, pasó horas pintando, plasmando su peculiar concepción del mundo, así descubrió su talento pare el dibujo.

Después de ver la película Fantasía, de Walt Disney (Mickey Mouse era su personaje favorito), Sendak decidió volverse ilustrador. Sus primeros pasos los dio a los nueve años con ayuda de su hermano, con quien empezó a ilustrar y concebir historias infantiles.

En 1951 recibió su primera oportunidad profesional cuando Editorial Harpers lo contrató como ilustrador del libro La Granja Maravillosa. Un año después, con su trabajo gráfico en Hacer un Agujero, de Ruth Krauss, comenzó a ganar cierto prestigio dentro de la industria. Para 1956 publicó La ventana de Kenny, libro escrito e ilustrado por él, que contó con una discreta aceptación. Sin embargo, lejos estaba de imaginar que el mayor éxito de su vida estaba por llegar.

II. Donde viven los monstruos

Aunque en México el libro infantil Donde viven los monstruos es poco conocido, en Estados Unidos y otras partes del mundo es considerada una obra fundamental que ha marcado a varias generaciones.

A grandes rasgos, este cuento escrito por Sendak en 1963, habla sobre Max, un niño rebelde, incomprendido y berrinchudo, que una noche se viste de lobo y después de ser castigado por su mamá, escapa de casa hasta llegar a una barca, con la que viaja hasta una isla habitada por varios monstruos, quienes lo nombran su rey.

Además de ser ilustrado bellamente con imágenes de un amplia riqueza visual y un poder narrativo excepcional, detrás de su historia aparentemente sencilla se abordan otros temas más serios, como los sueños prohibidos, la aceptación, la libertad, la dominación, las pesadillas, la oscuridad y/o los miedos a crecer, entre otros.

Las 37 páginas que lo integran fueron suficientes para que Sendak fuera catapultado a la fama. No obstante, también polémica que generó polémica. Muchos adultos consideraron que la historia era políticamente incorrecta y poco amorosa, además de romper con los valores y paradigmas de la literatura infantil. El que Max cuestione la autoridad de su madre, sumado a “las escenas de violencia”, hicieron que varios psicólogos expresaran su preocupación por los traumas que esta lectura podría ocasionar en los infantes. Tantas voces negativas provocaron que no pocos padres de familia dejaran de comprar el libro, y que por un par años varias librerías prohibieran su venta.

Varias veces Sendak salió en defensa de su obra. Para él, proteger a los niños de sentimientos negativos como el odio y la furia era innecesario.

“Los adultos son personas que tienden a sentimentalizar la infancia, a ser sobreprotectores y a pensar que los libros para niños han de amoldar y conformar la mente a los modelos aceptados de comportamiento, logrando niños sanos, virtuosos, sabios y felices.”

Sendak conviviendo con niños.

Varias veces el ilustrador comentaría que Donde viven los monstruos habla sobre la necesidad que tienen los niños pequeños de ir descargando su rabia cuando tienen algún problema, así hasta alcanzar un sano equilibrio emocional.

“Si los niños no pueden mejorar muchas de las situaciones emocionales de su realidad, sí lo pueden hacer en su imaginación”

No todas fueron críticas negativas. Poco a poco el libro se volvió un éxito de ventas y se comenzó a reconocer la capacidad de Sendak para hablarle a los niños. Aunque en un principio los adultos guardaron sus reservas ante la obra, paulatinamente también se fueron enamorando de ella. En cambio el público infantil lo recibió positivamente y lo hizo suyo al instante.

‘Donde viven los monstruos’ fue mi primer gran, gran libro. Fue un enorme riesgo porque, mientras lo estaba haciendo, nadie en la editorial confió en mí. Prohibieron el libro, recibió críticas terribles. Se hizo muy famoso pero hicieron falta dos años para que los bibliotecarios se dieran cuenta de que todos los niños lo pedían una y otra vez.”

El éxito tanto de Donde viven los monstruos, como de la posterior obra de Sendak, se encuentra en saber entender a los niños y escribir para ellos, no desde la tónica aleccionadora y protectora, sino hablando con ellos de tú a tú. Romper la relación entre el niño y el miedo antes que intentar protegerlos en una burbuja.

En Estados Unidos se han vendido más de 2.5 millones de ejemplares de este libro.

Barack y Michelle Obama leyendo “Where the wild things are”.

III. El legado de Sendak

Donde viven los monstruos forma parte de una trilogía conformada por In the Night Kitchen (La cocina de noche), de 1970; y Outside Over There (Fuera de allí), de 1981; estas dos obras tampoco estuvieron libres de controversia y fueron censuradas por grupos conservadores para quienes los dibujos e historias de Sendak reflejaban los traumas de infancia del autor, y temían que los niños tuvieran impresiones erróneas al leerlas.

En In the Night Kitchen unos cocineros introducen a varios niños en unas tartas. Como uno de estos niños se pasea desnudo en varias páginas del libro, no faltó quien vira en ello connotaciones eróticas.

In the Night Kitchen

Con Outside Over There, Sendak retomó el caso del secuestro del pequeño Patrick Lindbergh que tanto lo había impactado, y se inspiró para conformar la historia fantástica de un menor raptado por duendes. Aún y con su belleza lírica y gráfica, la historia fue considerada demasiado cruda para los niños.

Ilustración de “Outside Over There”, de Maurice Sendak.

El talento imaginario de Sendak y su talento para ilustrar historias lo situaron por encima de las opiniones adversas. Con su trabajo como ilustrador revolucionó la literatura infantil, y para corroborarlo, están los más de 100 libros que ilustró para otros autores.

Más allá del mundo literario, ha incursionado en diversos tipos de géneros, como en la animación televisiva que realizó de su propia obra teatral Really Rosie; la escenografía en teatro para el Cascanueces y La Flauta Mágica; y la puesta en escena de Donde viven los Monstruos, realizada en 1979.

Entre los reconocimientos más importantes con los que Sendak ha sido galardonado, están la medalla Caldecott en 1963; el premio Hans Christian Andersen de ilustración (considerado el Nobel de la literatura infantil), en 1970; la medalla Laura Ingalls Wilder, en 1983; y el Memorial Astrid Lindgren, en el 2003.

En septiembre del 2008, en una entrevista para The New York Times, Sendak habló públicamente de su homosexualidad y de la muerte, un año atrás, de su pareja, el psicoanalista Eugene Glynn, con quien el escritor vivió por más de 40 años. Sendak nunca le habló a sus padres de sus preferencias sexuales.

IV. Monstruos en el cine

Cuando se pensaba que el culto hacia Donde viven los monstruos no podría ser mayor, surgió la idea de adaptar esta historia al cine, algo que a muchos fans les pareció descabellado, pues ¿cómo hacer un largometraje de un libro que se lee en 5 minutos, conservando además, el estilo y atmósfera de la obra original?

El encargado de este reto fue el director Spike Jones (Being John Malkovich, Adaptation y Her), quien con ayuda del escritor Dave Eggers comenzó a trabajar en el guión de la película. El resultado final contó con la entera aprobación de Maurice Sendak, y está completamente apegado a la original, pero aunando más en la personalidad de Max y los demás personajes, acrecentando los deseos y temores de la infancia en la personalidad de cada monstruo.

Póster de la película “Where the Wild Things Are”.

El Max de esta historia es más vulnerable, pero a la vez más humano; los mismos monstruos son más salvajes e irracionales, aunque por lo mismo más transparentes y puros.

Las ganas de huir al sentirse incomprendido y sin salida, la incertidumbre vestida de aventura, la ilusión de lo nuevo, los celos, la frustración del desengaño; una madre divorciada que no encuentra los hilos de su vida, la complejidad de las relaciones interpersonales y lo difícil que es mantener una amistad en equilibrio, todo eso cabe en esta película redonda.

Esa isla habitada por siete monstruos y un niño bastan para crear la radiografía de las virtudes y problemas que una sociedad y sus avances trae consigo.

La película se estreno en 2009, y aunque su éxito en taquilla fue bastante moderado, sí contribuyó a que estos personajes alcanzaran a nuevas generaciones y reforzara su presencia en el imaginario colectivo. Así, los monstruos de Sendak, esos a los que de niños aprendió a plantarles cara y domesticarlos, en lugar de ignorarlos y temerles por siempre, llegaron a otros sitios del mundo donde eran casi desconocidos.

Después de éste gran trabajo, el propio Sendak sugirió a Eggers que escribiera una novela basada en el guión. Eggers, lejos de transcribir el guión tuvo el acierto de tomar lo mejor del escrito, pero cambiando varios aspectos para darle aun más vitalidad a la historia. Así surgió Los Monstruos, una novela que nos enseña un ángulo más obscuro y maduro de los personajes y las acciones en que participan, pero manteniendo la misma mezcla de nostalgia, melancolía y alegría que tienen el libro infantil y la película.

“Los Monstruos”, de Dave Eggers

V. Hasta siempre Maurice…

Maurice Sendak tenía 83 años cuando murió un 8 de mayo de 2012, a causa las complicaciones que le causó un infarto cerebral. El deceso tuvo lugar en un hospital de Connecticut que se encontraba muy cerca de su hogar, donde vivía con sus perros y siguió dibujando casi hasta el final de sus días.

Su obra, no obstante, permanece en el corazón de miles de personas. No es para menos, todos alguna vez hemos querido estar en esa isla en dónde viven los monstruos, participar en una fiesta salvaje y dejarnos llevar por nuestro lado salvaje. Sendak nunca fue un autor del todo aceptado por los adultos, aunque eso poco importa cuando los niños, que es a quienes están dirigidas sus obras, se siguen identificando con su forma de enfrentarse al mundo.

Publicado originalmente en noticieros.televisa.com.

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Gabriel Revelo
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Bloguero cuya verdadera función en la vida es hacer el ridículo. Le voy al Atlante. Dicen que era más chévere cuando era gordo. Runner que siempre se lesiona.