¿No sos un robot? Un análisis del efecto de las redes sociales en nuestras vidas diarias y el manejo de la información por parte de las grandes empresas.

Manuel Ejberowicz
Pensando El Futuro
Published in
5 min readDec 3, 2021

Introducción

Recibir una notificación, sacar el celular del bolsillo y contestar es un acto que hacemos todos los días de forma naturalizada. Según un estudio de Dscout, interactuamos con nuestro celular alrededor de 2.617 veces al día. ¿Por qué lo hacemos?, ¿Qué es el capitalismo de vigilancia?, ¿Las redes sociales son gratis?

¿Elegimos lo que consumimos?

Hoy en día es habitual la confusión en debates en las redes sociales. Pasamos de la era de la información a la era de la desinformación. El rápido desarrollo de internet supone abrirle las puertas a los usuarios para levantar su voz, pero, ¿cómo distinguimos los hechos de Fake News? Creemos que nosotros decidimos lo que vemos en nuestras pantallas, pero en realidad no es más que un algoritmo optimizado con una definición de éxito. Lo que vemos en nuestro feed, ¿es realmente lo que queremos ver? Es importante aclarar que no todos los usuarios ven lo mismo. Según el lugar del mundo, contexto político y social lo que nos aparece en nuestras pantallas varía.

Por otro lado, nada es gratis. Lo pagan los anunciantes a cambio de que nos muestren sus anuncios. Si no tenemos que pagar un monto o cuota para consumir una app, nosotros somos el producto y los anunciantes el cliente. Al entrar al sistema, aceptamos que con nuestra información construyan modelos que predicen nuestras acciones, y para generar predicciones acertadas, se necesita mucha información.

¿Cómo logran las redes sociales captar nuestra atención?

En la película de Netflix “El dilema de las redes sociales”, Tristan Harris afirmó: “Nadie trabaja en Gmail para hacerlo menos adictivo.”. El modelo de negocios de las redes sociales más famosas es mantener a la gente en las pantallas. Compiten por la atención del público. Es nuestro tiempo invertido en una pantalla el que se vende y genera tanto movimiento. Las redes sociales no son una herramienta que espera a ser usada. Tienen sus propias metas y métodos para conseguirla utilizando la psicología de la gente en su contra. A partir de la creación del iPhone, en 2007, grupos de psicólogos y expertos en comportamiento humano han estado trabajando de manera objetiva en las empresas para volver adictos los productos. Cuanto más tiempo pase una persona usando el celular, mejor va a haber cumplido su trabajo. En grandes empresas ya afianzadas en el mercado, cómo por ejemplo Etermax o Mercado Libre, dedican gran parte de sus recursos en investigación y diseño de interfaz. La diferencia de una tonalidad o de un pixel más a la derecha es lo que hace a un juego más adictivo que otro. Por supuesto, esto genera cada vez más competencia, ya que todas las empresas quieren que la gente use sus aplicaciones. De esta manera, vemos día a día como surgen nuevas herramientas y nuevas formas de atraer al público.

Dependencia y adicción

La reconocida compañía GlobalWebIndex hizo una encuesta acerca del tema y arrojó los siguientes resultados: El 42% de las personas afirma que usan las redes sociales para estar en contacto con amigos y el 39% para rellenar el tiempo libre. Gran parte de nuestra percepción de la relación con otras personas se convirtió en nuestra capacidad de interpretar mensajes inanimados que aparecen en frente de nuestros ojos. Así como una carta, los mensajes que intercambiamos día a día transmiten emociones, pero el problema es cuando la mayor parte de la relación se basa en intercambio de mensajes y no en verdaderas relaciones humanas. Por otro lado, casi el 40% utilizan las redes para rellenar el tiempo libre. Sin dudas nuestros dispositivos electrónicos se convirtieron en chupetes virtuales listos para satisfacer nuestra ansiedad y camuflar nuestro aburrimiento haciendo que nos perdamos en un mundo infinito y desconocido, que vamos explorando a medida que pasamos el dedo por una pantalla. La adicción a las redes sociales se convirtió oficialmente en estos años en una enfermedad mental. Es sufrida por millones de personas en el mundo, en su gran mayoría por adolescentes.

¿Qué podemos hacer para reducir el tiempo que usamos las redes sociales?

En primer lugar, deberíamos empezar por distinguir el uso esencial del uso evitable. Los desarrolladores se encargan de invadirnos constantemente de incentivos para persuadirnos a usar el celular. Una vez que entramos a una app, lo complicado es salir. Todo está diseñado y preparado para que no podamos parar de consumir el producto que estas gigantescas compañías tecnológicas nos ofrecen. A simple vista parecería que es gratis, que no perdemos nada. En cambio, muy poco de ese tiempo invertido en ver contenido multimedia es realmente productivo. Por otro lado, todo nuestro tiempo invertido alimenta un modelo de datos nuestros capaz de predecir nuestros movimientos. De esta manera, se les facilita a las empresas “entendernos” y mantenernos más tiempo frente a la pantalla.

Un posible ejercicio para derrochar menos tiempo y energías es forzarnos a nosotros mismos a entrar cada vez menos a las apps, estar menos tiempo en ellas y usar ese tiempo en otras cosas que nos enseñen y sirvan de verdad. Leer un libro, estudiar acerca de un tema que nos interese, escuchar música o hacer actividad física son posibles actividades que nos pueden ayudar a escaparnos de esta cárcel invisible, en la que somos nosotros mismos lo que tenemos el poder tanto de entrar como de salir.

Conclusión:

Tanto como sociedad y como individuos debemos dejar de responder a la lógica que se viene dando en los últimos años de encerrarnos en un sistema vigilante, controlador y que depende de nosotros. Entre todos podemos mejorar este sistema, convirtiéndolo en una herramienta para la sociedad que no genere intencionalmente adicciones y esté diseñada y preparada para ser un servicio más. Es nuestra responsabilidad exigirle a las compañías desarrolladoras de estas redes sociales que diseñen un ambiente sano y beneficioso para nuestra salud, productividad y vida diaria. Mientras tanto, evitemos replicar Trash Content y compartamos el buen contenido que nos entrega algo positivo como consumidores, desde una risa hasta divulgación educativa o científica.

Fuentes:

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