Elena Mateos López
Open Source Weekends (OSW)
5 min readSep 18, 2017

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Un sábado al mes que, no es cualquiera.

Tan a gusto en la cama, ocho de la mañana y suena el despertador… ¿Por qué…? ¿Por qué hago esto?

Más allá de lo que sea mi experiencia personal, hay algo, algo más. Algo por lo que merece la pena madrugar un día libre y darse un paseo de casi una hora con el ordenador en la mochila.

Llegas a Campus Madrid, ese hermoso edificio, por calles vacías. No se ve un alma, casi todo el mundo descansa, algunos incluso van a trabajar, pero yo no… Yo voy al meetup mensual de OSW.

Según llegas ya ves caras conocidas, gente con la que en muchas ocasiones te relacionas por un chat de Slack, pero con la que compartes dudas, chistes, anécdotas, pero sobre todo conocimiento. Gente con la que colaborar en proyectos, dispuestos a echar una mano cuando sea necesario. Mucha gente. Cada vez más.

Entramos y tomamos un café y algún bollito, porque en OSW nos cuidan muy bien y nos alimentan. Saben que ese previo es ideal para despertar neuronas y entrar en situación. Se preparan las reuniones para el networking posterior, o simplemente eso, entrar en situación. Y de ahí al auditorio. ¡Empieza la fiesta!

En esta ocasión en la charla introductoria de apertura de temporada, Ulises Gascón, uno de los organizadores, nos comenta que la comunidad crece, crece a un ritmo sorprendentemente grande. Se hace un análisis de los diversos logros como comunidad, y de los nuevos retos, así como un análisis de lo que no ha ido bien y como se ha pensado mejorar. Vamos a crear guilds de trabajo y si bien no jugué a WOW si lo hice a Guild Wars, y ese espíritu rolero que menciona Ulises me saluda desde mis adentros jovialmente. Es una gran idea, está creciendo tanto la comunidad y la cantidad de proyectos que se impone la necesidad de organización.

No se, llámame ingenua, pero creo que es sin duda una actitud treméndamente positiva. Para rematar la introducción, un gran aplauso para Chuck! que ha donado un ordenador a una futura developer que se quedó sin, y como es el cumpleaños de Irene, le cantamos un cumpleaños feliz. No es una cursilada, es que realmente nos alegramos de estos acontecimientos y de que se compartan con nosotros.

Luego al turrón. Entramos en materia y como no descuidan nada, asistimos a una interesantísima charla sobre qué es el software libre, como evoluciona desde su origen hasta hoy. Una retrospectiva histórica con una reflexión de fondo, que nos deja cristalino que la colaboración y el compartir conocimiento a espuertas, es lo que realmente hace evolucionar al ser humano. Hablan de historia, de filosofía, de ciencia, de programación, de las consecuencias que tienen las grandes corporaciones, que aun teniendo su lado oscuro, son en cierta forma, impulsoras de la rebeldía de algunas personas, y catalizador para el desarrollo del Open Source.

De ahí a un taller. Taller de React Native con una persona que también controla mucho de lo suyo. Salen ordenadores en varios sitios del auditorio. Ahí está el mio también. Hay cosas que pulir a nivel técnico, tomo nota. Vemos como crear aplicaciones para móvil con React, ese framework que como junior me trae todavía un poco de cabeza. Porque soy junior sí, a mucha honra. Veo gente a mi alrededor, mucha. Unos más verdes, otros más curtidos, incluso gente que no conoce de nada a otra persona y aun así le hecha una mano con los errores del npm. Las horas pasan, el cansancio se hace patente, pero seguimos ahí, enganchados como la araña a su tela, captando saber, enriqueciendo nuestra base de datos de conocimiento, haciéndonos un poco más sábios, y todo ello juntos.

¡Y ya está! ¡Ha finalizado el taller! ¿Ahora? ¿Cada uno a su casa? Nooooo, no no no, ahora viene la otra parte tan genial del OSW!! El networking! Como no, saben el estómago lleno es un aliciente para las relaciones sociales. Esa llamada animal que nos hace comer y ser gregarios se aprovecha, y nos ponen un cátering bien rico.

Hay hambre en la sala, tanto conocimiento hace quemar y hay hambre y sed. Y hambre de hablar, de entablar una relación cara a cara con esas personas a las que conoces a través de la pantalla. El networking está en marcha. Se habla de proyectos, tanto futuros como los actuales. De fijar reuniones, de gente que busca empleo o lo ofrece. Se despide a un compañero que se va a Alemania y hasta hay una tarta de zanahoria hecha por Irene, la cumpleañera… Sí, es así, familiar. Ambiente de comunidad, donde se tejen relaciones con un fundamento común, el Open Source.

Mis amigos me dicen que para que hago esto. Yo lo tengo muy claro. El por qué del principio tiene una respuesta nítida en mi cabeza.

El ser humano tiene una baza muy buena en su mano. La única realmente interesante creo yo. No es su capacidad de crear, de evolucionar, de inventar soluciones a problemas…, no. Es su capacidad de hacer todo eso en comunidad. Cuando nació internet, dio a las personas la capacidad de compartir información y conocimiento. De hacernos ver otros puntos de vista. Algo parecido a viajar pero sin tener que hacerlo (alguno no podemos), de dotar de una puerta de acceso al conocimiento a aquellas personas con pocos recursos (ojalá pudiera saludar a mis antiguos amigos de malasia que accedían a la WEB en locutorios roñosos allá por el 2001…). Dio la capacidad de poder compartir.

Compartir y colaborar. Como bien se nos mostró en la primera charla, es lo que ayuda a la humanidad realmente. Es algo innato en el ser humano. Es cierto que algunos pervierten esto y se quedan en el egoísmo, he conocido mucha gente así; solían ser seres grises e infelices en realidad, o malvados y sádicos. Pero lo cierto es que cuando colaboras en algo, con más gente, aunados en un fin común, la satisfacción no tiene precio.

El espíritu del Open Source es eso. Compartir libremente, sin restricciones ni egos absurdos el conocimiento, la información; dar a la gente la oportunidad de acceder a él sin barreras para su propia evolución.

Yo soy consciente de ello. Se que mi insignificante existencia tiene el peso del ala de una mariposa, pero por muy ínfimo que sea mi granito de arena en la playa, quiero ponerlo en el lado de la balanza de la colaboración y el compartir. Desde mi punto de vista, es uno de los pocos sentidos que puede tener la existencia, y por eso, cuando suena el despertador a las ocho el sábado, en realidad soy feliz.

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