
Los caprichos de la República
Cordoba, Argentina por Emilio Nasser con texto de Laura Garay para Medio Negro
San Vicente no es un barrio más de la Ciudad de Córdoba, Argentina. Es la sede histórica del corso. Desde acá salen a pie las comparsas de indios con trajes de colores brillantes y enormes tiaras de plumas, haciendo oír sus silbatos a cada paso, recorriendo los barrios.


El corso sanvicentino se inició en 1895 como una iniciativa privada, con el objetivo de generar un carnaval para los obreros, para competir con el corso que se desarrollaba en el centro de la ciudad, extinto desde hace años. En 1932, Belisle, el interventor municipal, anuló por decreto la comisión organizadora del corso. Los vecinos decidieron seguir con el festejo, aún cuando Belisle había ordenado la presencia policial y el corte del suministro de electricidad en todo el barrio. Esta rebeldía vecinal y su capacidad autogestiva le valió al barrio el nombre de la “República de San Vicente”, como demostración de independencia frente al resto de la ciudad.



La decadencia del corso empezó en 1955 y fue finalmente interrumpido a partir del golpe de estado de 1976. La tradición se ha recuperando con intermitencias desde la vuelta de la democracia en 1983, pero se interrumpió nuevamente en la década del ’90 por desmanes entre el público. A partir del 2011, el corso retomó constancia gracias a la restitución de los feriados de carnaval, recomponiendo la costumbre y sumando otras manifestaciones como las murgas de otros barrios de la ciudad.

Este año, febrero de 2017, San Vicente es parte de los Carnavales Comunitarios de la Ciudad de Córdoba. La magia vuelve a apoderarse del barrio. Volvemos a transitar la calle San Jerónimo, observando al público. Volvemos a respirar el perfume de la nieve loca que pequeñas y rápidas manos salpican. Leemos los códigos de los vecinos que se encuentran, se saludan, se sienten en su territorio. Reconocemos los roles de algunos coordinadores que habrán sido los protagonistas de la escena de ayer, y entendemos que el corso no es solamente lo que vemos a simple vista. Hay producción, elaboración y ensayos que duran todo el año. Comprendemos que el corso es la emoción del momento, pero también es la magia de la creación colectiva, de la unión de una comunidad para crear un momento feliz y olvidarse de todo. Volvemos a percibir esa magia que hace parte del barrio a cualquiera, una comunión que vibra en la piel de quienes lo transitamos y lo hacemos propio, bien porque seamos nativos o por caprichosa opción.
¡Larga vida al corso sanvicentino!

Este ensayo forma parte de la edición 2017 de Otros Carnavales, un proyecto de cobertura colaborativa de los carnavales de América Latina y el mundo impulsada por la Red de Fotografia Colectiva. Ante cualquier consulta escribanos a otroscarnavales@gmail.com