Activismo y Redes Sociales: ¿Sí o No?

Camila Rodas
OYE!blog
Published in
7 min readApr 25, 2020

En nuestro quinto episodio del OYE!Podcast hablamos del papel de las redes sociales para el Activismo Creativo. Y sí, mostramos lo complicadas y problemáticas que son y dimos muchos argumentos y referencias espectaculares. Pero, ¡Oops!

No teníamos ni idea que el capítulo iba a salir durante una pandemia mundial que cancelaría el contacto social y promovería la comunicación digital en estado de aislamiento… :O Todo este nuevo contexto nos trae nuevas reflexiones y por eso propongo este sano ejercicio: para qué sí y para qué no nos han servido las redes en nuestras labores activistas desde OYE.

Nos han servido para descubrir nuestro tono activista:

Cuando empezamos los primeros experimentos en redes con OYE, teníamos un tono muy diferente al que tenemos ahora. Antes, queríamos acercar a un público joven, especialmente a mujeres que no se identificaban con “ser feministas”, pero que sí les llamaba la atención los temas de género y querían saber más. Para que se hagan una idea, teníamos un tono similar al de Las Igualadas (aunque ellas son otro nivel, y las admiramos profundamente porque la tienen clarísima). El caso es que pronto, y tras mil experimentos, nos dimos cuenta que el tono tal vez funcionaba, pero no sonaba a nosotras, ni transmitía lo que queríamos.

En el 2017 estábamos en esto:

La imagen dice: Esta no es la única manera de ser feminista y tiene una mujer pintada gritando en el fondo.

Hacíamos un contenido más bien básico en formato ‘punk’ con poca información y sí muchos elementos llamativos, porque íbamos detrás del like o la reacción inmediata. Eran contenidos de: “o lo odias o lo amas y tienes 1 segundo para decidir”… En este punto, nos cuestionábamos mucho lo que valía más para nosotras: ¿La reacción de seguidores anónimos o la coherencia con nuestras creencias feministas?

Hoy estamos en esto:

La imagen dice: “somos mejores activistas cuando nos permitimos imaginar el futuro”. Invita a oír el podcast de “somosoye”

En tres años, tuvimos un proceso de traducción de nuestra forma de ser en nuestras vidas offline a la comunicación de OYE como colectivo. Este proceso no hubiera sido posible sin el Joy Design (Método que nos ingeniamos partiendo de una perspectiva feminista de cuidados y basándonos en el poder cooperativo, creativo e iterativo del Design Thinking). Los experimentos, las iteraciones, la capacidad de lanzarnos a probar y probar es lo que nos permitió llegar hasta aquí. *Ale trabaja a profundidad este tema en este artículo.

Nuestro descubrimiento fue muy liberador: Tal vez no teníamos que apuntarle al “clickbait”, y sí a que cada post representara nuestra voz más empática y activista. Cambiamos nuestro norte para: comunicar desde un lugar alegre — joyful — nuestras reflexiones más sesudas.

Las redes sociales nos sirvieron como plataforma para encontrar la valentía de ser nosotras mismas (bueno, aunque la mayor parte de este valor lo encontramos también en horas y horas de conversaciones). Pero sí hay que decirlo, las redes fueron un lugar de experimentación con nuestro tono y nos sirvió como espacio para identificar “la voz” que queríamos: una que apelara a la empatía y al la felicidad de proponer soluciones a problemas complejos.

No — No nos sirvieron para encontrar objetivos de comunicación “saludables”

Como cualquier proyecto en pañales, en OYE intentamos aumentar la visibilidad al máximo y “hacer crecer nuestra comunidad” en nuestros primeros días de activismo. En parte es fascinante ver cómo el numerito de seguidores aumenta o cómo el alcance crecía en parábola. Nunca llegamos a ser influencers, aunque íbamos bien. Nuestro éxito comunicativo lo medíamos en términos de audiencia y esto nos hizo “crecer”… Creció la angustia, creció el estrés, creció la ansiedad. A esto, súmenle que las dos sufrimos del pánico por perfeccionistas. Siempre todo “podía estar mejor” y nunca nada era suficiente para la audiencia digital imparable. ¿Valía la pena? Si nos importaba tanto “medirlo todo” con herramientas de marketing, ¿Por qué no estábamos midiendo el impacto que toda esta visibilidad y búsqueda de aprobación digital tenía en nuestra salud mental activista?

El punto de quiebre fue el famoso post que hicimos sobre “El telar de las mujeres”. Lo hicimos en colaboración con Siete Polas y el contenido resultó ser brutal en todo sentido: nos hizo experimentar lo bueno y lo malísimo de hacer un contenido viral. Sí, tuvimos mucha visibilidad y llegamos a muchas mujeres angustiadas sobre el tema. Muchos lo aplaudieron y muchos lo detestaron. Obvio, la polémica era toda. Pero más allá de la opinión, nuestro pánico real vino cuando nuestro post se convirtió en un arma para mansplainiar mujeres dentro de los telares y un contenido que sólo sirvió para polarizar la discusión. Fue muy fuerte para nosotras darnos cuenta que nos había motivado la rabia y no la esperanza y el resultado había sido un duro contragolpe a la razón de ser de nuestro activismo creativo. Así, lo que habíamos hecho cumplía con nuestros objetivos de comunicación y marketing, pero no uno saludable ni esperanzador.

Lección aprendida. Nuestra perspectiva hoy es que la validación de experiencias y sentimientos en Redes Sociales es una experiencia incompleta y bastante peligrosa en términos de salud mental. Y, más aún, si no podemos controlar el uso de nuestros contenidos una vez entren en el ciberespacio, más nos vale como activistas reconocer nuestra motivación y definir bien los límites de nuestras estrategias digitales. Por ejemplo, hoy en OYE seguimos una estrategia de redes sin agobio que es nuestro buque salvavidas. Una pista de cómo funciona: los días de descanso son tan importantes como las acciones más productivas.

— Nos ayudó a conectarnos con activistas y personas que piensan igual que nosotras

Las redes sociales son excelentes aliadas de los nichos y las burbujas sociales. Esto es interesante para activistas a la hora de encontrarnos en el mar de retos y conflictos que nos rodean. Las redes nos permiten activar la base para futuras alianzas y estrategias. Nos dan cancha y dinamismo: con twitter hacemos denuncias y hasta escrache; programamos lugares de encuentro en las marchas con facebook; nos leemos y nos vemos en instagram y así… Es realmente valiosa la capacidad de unión que tenemos en espacios digitales. Nosotras lo hicimos y funcionó.

No — Nunca logramos acercarnos a públicos diferentes

Pero lo que nunca logramos, fue acercarnos a públicos diversos, realmente diversos. Hablo de una diferencia incómoda, casi insoportable. Hablo de ese otro que nos tilda de feminazis y nos explica cómo deberíamos hablar más bien de humanismo. Complicado… Por un lado, esta gente no siempre merece nuestra empatía y comprensión. Por el otro, sin conversar realmente con ellxs seguimos fomentando un bucle que excluye la crítica y las soluciones creativas.

Por eso decimos en OYE que hay que elegir muy bien quién merece nuestras conversaciones difíciles (tenemos un episodio al respecto), porque desafortunada o afortunadamente, queremos y respetamos a gente que opina tangencialmente diferente. Por eso, siempre quisimos acercarnos a estas personas. Nuestras vidas personales siempre se han rodeado de esto: contradicciones familiares, conciliaciones que salvan vidas, desacuerdos penosamente irreconciliables… En nuestra sangre oyeística está esta constante búsqueda por tener verdaderos diálogos y caminos de comunicación más efectiva.

Esto (aún) no lo hemos conseguido con las Redes Sociales. No somos nativas en este campo. Somos más de tocar y vernos las caras. Y somos, sobre todo, de conversaciones larguísimas con lugar para el error. Por eso escogimos el podcast como nuestro espacio digital más coherente con nuestros principios activistas. Con el podcast la audiencia puede oírnos plenamente y captar matices en nuestro discurso. Nos ayuda además el formato de pensar en conversación (una propuesta de Rita Segato) para comunicarnos a través de la empatía. En el podcast también nos damos espacio para el error y las correcciones futuras. Sentimos que conectamos con una audiencia que después podremos reencontrar en redes sociales o en nuestros talleres de co-creación para seguir la discusión. Eso nos da tranquilidad. Eso nos hace felices.

¡Gracias por leer hasta el final! Te dejo una última reflexión :)

¿Es OYE lo que es hoy gracias a las Redes Sociales? Yo diría que no, pero sí ha sido clave para nosotras la reflexión que hemos hecho sobre su uso y las decisiones que hemos tomado frente a éstas. Por eso querido activista: experimenta, trabaja, itera y usa las Redes Sociales. Pero no se te olvide lo que dice la tripa y el sabio corazón, porque pararle bolas a esto nos permite conectarnos con nuestras causas activistas y desarrollar propuestas desde la creatividad y la empatía.

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Camila Rodas
OYE!blog
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Co-directora del poderoso proyecto de activismo creativo⚡️www.somosoye.com⚡️