OYE! ¿Para qué le sirven las Redes Sociales al activismo creativo?

“The situation is a lot more nuanced than that” — Rebecca Bunch

Alejandra Bonnet Toro
OYE!blog
11 min readApr 27, 2020

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She’s a Crazy Ex-Girlfriend

Esta es una reflexión complementaria al episodio 05 “¿Podemos cambiar mentes y corazones en RRSS?” del Oye!Podcast, un podcast que co-dirijo y presento como parte de mi trabajo en el Colectivo OYE: el colectivo de diseño feminista que explora el activismo creativo. #OyeteOyemeOyenos #OyePodcast

Aviso: este post es un poco #FeministKillJoy. Si estás baja de ánimo, guárdalo para un momento en el que te sientas poderosa. De todas formas, te prometo que le seré fiel al título y al final te propondré soluciones bellas al enredo que te armo al principio. ;)

Sí; Rebecca Bunch tiene razón. El tema de las redes sociales (RRSS) y el activismo es mucho más complicado de lo que parece.

A simple vista es un lugar ideal para dar a conocer nuestras causas y activar nuestras bases porque: 1) nos facilitan el acceso a un gran número de personas, 2) podemos casi garantizar que a quienes les enviemos nuestros mensajes tengan intereses similares y deseos de aprender, 3) esto nos permite entrar a convencer a quienes no han escogido bando e invitarlas a pasar a la acción a favor de las causas que apoyamos. Y lo mejor es que esto lo podemos hacer como individuas (influencers) o como parte de una organización. Sin embargo, como ya les contó Camila (mi co-directora) en un post anterior, esta estrategia puede traer consecuencias no deseadas algo complicadas. Especialmente porque las redes sociales están construidas para beneficiar la creación de mercados, y no para crear discusión pluralista (¡oigan el podcast!).

Descripción gráfica de nuestras caras cuando nos dimos cuenta que nuestros contenidos estaban siendo usados para mansplainearle a mujeres temas de género.

Si no has leído el post de Camila te resumo el problema: resulta que para activistas como nosotras (que creemos en la democracia, la igualdad, la discusión política plural, etc) los puntos de vista distintos enriquecen el debate político; no lo cancelan. Así, es difícil para nosotras simplemente hacernos las de la vista gorda cuando vemos que nuestros propios contenidos están siendo malentendidos por la oposición. Y no sólo malentendidos; son contenidos que a veces ofenden a tal punto que se usan para atacarnos, cancelando por completo la posibilidad del dialogo respetuoso y constructivo.

En OYE entendemos perfectamente que sí, es inevitable que haya gente que se sienta ofendida por nuestros contenidos en RRSS, especialmente si estamos hablando de temas delicados, como suelen ser las causas activistas. Pero, ¿está bien ignorar a estas personas? ¿Qué tan perjudicial para el cambio puede ser ignorarlas?

En el caso puntual de las causas feministas, yo agruparía los grupos que tendemos a ignorar en RRSS (o peor: atacar) en 1) los que las anglosajonas llaman “Men’s Rights” (derechos de los varones), y 2) cualquier grupo religioso conservador que esté en contra de la diversidad de género y los derechos sexuales y reproductivos. Ahora, por salud mental de activista digital sí que recomiendo ignorar a estostrolls. Pero ojo, porque en estos grupos están las mismas personas detrás de ataques coordinados y violentos como los de los INCEL en Canadá, los buses transfobos de HazteOír en España o las “Marchas por la Familia” en Colombia. Además, ya sabemos estas personas por quienes votan. Así que repito la pregunta: ¿qué tan perjudicial para el cambio puede ser ignorar a estas personas?

Yo después de leer “The Death of Truth” (La Muerte de la Verdad) de Michiko Kakutani #panic

Un pequeño break para contextualizar el problema dentro de una teoría importante

En 1962, un sociólogo estadounidense llamado Everett Rogers desarrolló un modelo (que se volvió muy famoso en el mundo del mercadeo y la publicidad) para explicar cómo, por qué y a qué velocidad se mueven las nuevas ideas a través de las diversas culturas. En esencia, la teoría de la Difusión de la Innovación dice que al principio, toda idea nueva parece una locura por lo que quienes se adscriben a ella tienen que tener mucho capital social para aguantar las criticas e influenciar a otras. Piensen por ejemplo en las primeras personas en usar un carro o un avión. Al principio, sólo personas muy aventureras y arriesgadas lo hacían. Estos son los que Rogers llama “innovadores” (como ya es 2020 vamos a ser incluyentes y decir “personas innovadoras”). Para Rogers, las personas innovadoras tienen el reto de comunicar su idea de manera muy controlada y asertiva, teniendo en cuenta las motivaciones de cada uno de los grupos siguientes (primeros seguidores, mayoría precoz y mayoría tardía) para lograr cada vez más adeptos. El objetivo de implementar este modelo es alcanzar lo que se llama una “masa critica” (el punto más alto de la curva), un punto a partir del cual la idea deja de ser nueva, se vuelve de uso común y crece sola.

Gráfica tomada de esta fuente

Ahora, han pasado 58 años desde que Rogers publicó el Diffusion of Innovations. Desde entonces internet sin duda ha alcanzado una masa crítica gracias al uso de las redes sociales, las cuales hoy son los principales canales de comunicación e influencia. Esto afecta el modelo ya que la usuaria promedio está constantemente bombardeada de miles de ideas (comerciales, políticas, activistas, familiares, entre otras), un fenómeno que que se ha descrito como la “economía de la atención”, donde la atención se convierte en un recurso escaso. Comunicar ideas nuevas en este contexto es cada vez más difícil porque al principio, toda idea nueva es compleja y difícil de entender. En cambio, las ideas conservadoras entran fácil porque parten de conceptos ya muy familiares para la mayoría de personas, por lo que la llegada a la masa crítica es muchísimo más rápida que con ideas innovadoras y progresistas. Así que quienes promovemos ideas innovadoras estamos en una clara desventaja cuando nos comunicamos por RRSS.

Fin del break. Volvamos a nuestro rollo.

Según Wikipedia, comunicar es el proceso por el cual los individuos crean y comparten información entre ellos con el objetivo de llegar a una comprensión mutua. Cuando usamos las redes sociales como canales de comunicación unidireccionales y las usamos para ofrecer refugio sólo para personas que piensan como nosotras, estamos obviando el efecto de la curva de la innovación en el contexto de la economía de la atención, donde las ideas conservadoras siempre tendrán la ventaja y la famosa comprensión mutua es casi imposible. Además, si a este contexto le sumamos el efecto de las Burbujas Sociales/Silos Ideológicos que se generan gracias a los algoritmos de personalización de las RRSS (ver más sobre eso aquí), entendemos el nivel de la desventaja en la que estamos para irrumpir el stato-quo.

Parte de nuestra guía para romper burbujas sociales. Encuéntrala aquí.

¿Qué hacemos entonces?

Está claro entonces que nuestra propuesta con OYE y nuestro activismo creativo es a ser creativas ante este contexto. Para nosotras, que somos feministas, idea es incluir a personas que podrían estar dentro de los Men’s Rights y/o grupos religiosos conservadores en nuestros esfuerzos de comunicación digital. Ahora, claro, esto no es tan fácil como parece (les dije que era un post #FeministKillJoy #SorryNotSorry). Les pongo un ejemplo:

Está claro que las relaciones de poder complejizan cualquier acción que podamos crear. Por ejemplo: Si decidimos abordar a hombres que niegan la veracidad de los testimonios de mujeres víctimas de violencia de género podemos caer en una de dos (o ambas): 1) la revictimización de las mismas mujeres, o 2) la condescendencia hacia los hombres. Por otro lado, si optamos por apoyar incondicionalmente a las víctimas (a través de campañas digitales como #HermanaYoTeCreo, por ejemplo) corremos el riesgo de alienar a los victimarios, que son precisamente quienes tienen el deber de reflexionar y corregir. Adicionalmente, pueden pasar cosas inesperadas como nuestra experiencia con el intento de acción pedagógica sobre el Telar de Mujeres, Sororidad y Economía Feminista que hicimos de la mano del blog SietePolas.

Dan ganas de decir esto, y mandar todo al carajo, ¿no?

La Solución

Les prometí que les daría algo de esperanza después de enredarles la cabeza.

Yo estaba así antes de descubrir la solución a la que llegamos con OYE!

Entonces, OYE! es un colectivo que desde el principio ha trabajado usando la metodología del Design Thinking (Pensamiento de Diseño), o diseño centrado en las personas. Esto quiere decir que la mayoría de nuestros esfuerzos han estado enfocados en entender las emociones más latentes que tienen las personas relacionadas con nuestra causa, y diseñamos experimentos con contenidos que nos ayudan a ir aprendiendo qué funciona y qué no (así como les contó Camila en su post). El poder de esta metodología es que gracias a su mindset de aprendizaje a través del error controlado, podemos crecer de manera dinámica, adaptativa y especialmente: manteniendo una relación sana con la crítica y los corazones de las personas (por eso quienes nos siguen desde el 2017 nos han visto cambiar más de una vez).

Muchas personas confunden el Design Thinking con “Focus Groups” o ejercicios de inteligencia de mercados tradicionales. Si bien la metodología usa algunas de las mismas técnicas (antropología, psicología, encuestas, etc), la diferencia está en el valor agregado de hacer partícipes a las usuarias de la solución que se está diseñando. Esto significa que, para funcionar, se debe crear una relación cooperativa y de igualdad entre la organización, OYE!, y su comunidad. Especialmente porque el proceso es cíclico y supone muchísimos “ires y venires” en donde constantemente se implementan los aprendizajes del trabajo con la comunidad.

Así nos imaginábamos que iba a ser nuestra comunidad.

En principio, en OYE! pensamos que podíamos crear esta relación cooperativa a través de redes sociales, atendiendo a los comentarios que nos hacían las personas. Creamos un grupo de Facebook con la mayor diversidad de personas posible (feministas, no feministas, hombres, mujeres, personas no binarias, distintos niveles socioeconómicos, etc) y hacíamos acciones comunicativas (infografías y artículos) con intenciones pedagógicas. Desafortunadamente, tejer puentes entre estas personas nos resultó casi imposible. Siempre que se planteaba un tema difícil, pasaba una de dos cosas: 1) sólo quienes estaban de acuerdo con el tema dominaban la conversación (¿y las demás? Hicimos lo posible por reducir la barrera de la vergüenza por falta de información, pero no aparentemente no fue suficiente) , 2) se creaban verdaderas batallas de comentarios entre unos y otros que nunca llegaban a acuerdos comunes.

Cuando se trabaja con Design Thinking se aprende a OIR a las personas, a usar nuestra capacidad humana de empatía para ponernos en el lugar de quienes son distintas a nosotras y así entender su propia humanidad. Todo el punto es diseñar soluciones que generen puentes de humanidad compartida. Así, cuando empezamos a hacer los talleres de diseño participativo (Co-LABs, donde enseñamos nuestra metodología propia de Design Thinking que llamamos Joy Design) encontramos una solución muy poderosa. Nos dimos cuenta de que tener estas mismas conversaciones, pero en persona, cambiaba toda la dinámica. Si además poníamos a las personas a trabajar en conjunto por una solución al problema planteado, una en donde todas y todos se sintieran vistos, se destrababan muchísimas barreras en el acceso al conocimiento feminista. La razón, después entendimos, es porque cuando estamos físicamente frente a otros seres humanos tenemos la capacidad de leer sus microexpresiones y así comunicarnos desde la empatía (por eso las conversaciones difíciles con la familia son más duras que con extraños en facebook).

Ahora, como en RRSS nos comunicamos desde avatares y texto, la empatía por quienes piensan distinto a nosotros es físicamente MUY difícil. Entonces, nuestro reto como activistas creativas se convirtió en: ¿Cómo podemos replicar el efecto de los CoLABs en nuestra comunicación digital?

¿Para qué le sirven las redes sociales al activismo creativo?

Bueno, evidentemente las restricciones de las plataformas digitales lo hacen difícil pero no es imposible. Especialmente si eres diseñadora gráfica como yo ;)

¡holi!

Como las redes sociales son limitadas emocionalmente, una buena manera de romper las burbujas y comunicar desde la inclusión es apalancándose en el poder simbólico del diseño gráfico porque le habla al inconsciente emocional.

Para ganarme el título de diseñadora gráfica profesional, pasé cuatro años de mi vida en la universidad aprendiendo a comunicar visualmente poniendo a personas distintas a mi (y sus sentimientos) en el centro. Por eso en esta charla Brené Brown nos recuerda que “la empatía es una función del diseño, y el diseño es una función de la empatía”. Esa es la diferencia entre la diseñadora gráfica y la artista visual: la artista parte de sus propios sentimientos mientras que la diseñadora es traductora/mediadora/facilitadora. Ahora sí, el diseño gráfico utiliza el lenguaje simbólico del arte para poder comunicar efectivamente. Los colores, las formas, las imágenes (fotografía/ilustración), la tipografía y la composición en el espacio: todas ayudan a complementar el mensaje que una persona lee en un texto. Ahora, si además todos estos elementos se componen de una forma particular, pueden tener una influencia sorprendente. Como nos los recuerda Ingrid Fetell-Lee en su libro Joyful: The surprising power of ordinary things to create extraordinary happiness:

“El poder de las estéticas de la alegría [aesthetics of joy] es que le hablan directamente a nuestras mentes inconscientes, sacando lo mejor de nosotros sin que siquiera nos percatemos de ello”.

Veamos un ejemplo con las siguientes imágenes. Ambas tienen el mismo objetivo de comunicación (convocar a la marcha feminista), pero simbólica y emocionalmente comunican cosas distintas. Hay una que comunica desde el miedo y otra que comunica desde la esperanza. A ambas irán feministas pero la actitud con la que presenten a la marcha será significativamente diferente. Si pensamos en el futuro que queremos, ¿cuál actitud creen es más beneficiosa para ayudar a crear ese cambio?

Este es un slide parte de nuestro CoLAB: ¿cómo diseñar de manera feminista?

Para nosotras en OYE!, la mejor actitud siempre será la pacifista y la incluyente ya que es lo que hemos visto funciona a través de nuestros CoLABs y distintos experimentos digitales. Así que hemos decidido que OYE! siempre va a comunicar desde la esperanza. Como lo dice Manuel Castells: “Sólo hay dos motivadores para el cambio: el miedo o la esperanza” (y el miedo es que usan en dictaduras). El miedo y la indigación podrán ser muy buenas para motivar a grupos activistas a salir a la calle y manifestarse pero, para pasar de la protesta a la acción y generar un verdadero cambio, se necesita seguridad y esperanza para proponer ideas nuevas, creativas e innovadoras (ver este artículo del Stanford Social Innovation Review). Por esto nuestra metodología de Design Thinking se llama Joy Design e introduce los conceptos feministas del cuidado de las emociones en el proceso de diseño.

Como diseñadoras y activistas creativas, tenemos claro que lo que ponemos en RRSSS siempre será limitado emocionalmente y hay mucho que no podemos controlar (por eso también hemos buscado otros medios para comunicar, como los es el formato Podcast, que gracias al diseño de sonido, nos permite comunicar en más niveles que sólo el visual). Sin embargo, como nuestro propósito estratégico es ser lo más incluyentes posibles y tener en cuenta a todas las personas que rodean las acciones que proponemos (nuestra definición del activismo creativo), usamos el Joy Design para estar constantemente revisándonos y reinventándonos, dándole un lugar prioritario a la comunicación simbólica de las emociones esperanzadoras porque sabemos que son éstas las que nos ayudarán a crear las condiciones necesarias para que otras puedan activarse en el cambio.

¡Gracias infinitas por leer hasta el final! Te ganaste una llama feliz.

Parte de nuestra guía para romper burbujas sociales. Encuéntrala aquí.

Por último, si no eres diseñadora gráfica o no tienes acceso a una pero igual quieres usar las redes sociales para hacer activismo creativo, puedes usarlas para inspirarte y para experimentar.

Hay muchas creadoras que están poniendo información muy valiosa en internet y nos lo hacen saber a través de RRSS. Anímate a hablar con personas desconocidas y a usar tus poderes de empatía para entenderlas en toda su complejidad humana. Aquí te dejo unos podcasts (incluido el mio ;) ) con los que puedes empezar.

Parte de nuestra guía para romper burbujas sociales. Encuéntrala aquí.

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Alejandra Bonnet Toro
OYE!blog

Escribo sobre feminismos, diseño, y mi fascinación por el poder de la pereza. | Trabajo como diseñadora feminista | Co-directora de @somosoye