Cansados de la innovación
Desde que comenzamos nuestra travesía con Ozmo la palabra innovación nos ha perseguido en el buen y en el mal sentido. Siempre hemos tratado de evitar el sobreuso a la vez de fomentarla. Una de las cosas que nos propusimos fue evitar decir que somos una “consultora en innovación”, porque creemos que ese término sin contexto está completamente vacío. Es un lugar común, un cliché y no refleja necesariamente lo que hacemos.
Hoy tuvimos el placer de dar una conferencia en el Foro de Innovación y Emprendimiento de Cake and Bake Masters. Desde hace ya muchos meses hemos encontrado múltiples oportunidades de involucrarnos en este tipo de espacios para hablar sobre nuestra visión del mundo de la innovación y la tecnología y cómo lo abordamos. Este fue un reto quizás más interesante por ser un evento inmerso en una industria de la que sabemos poco y nada: la repostería.
Sin abundar demasiado en el material de la plática, puedo decir que no hablamos de grandes revelaciones, conceptos trascendentales o llaves mágicas para el éxito. Simplemente hablamos de lo que hacemos todos los días: buscar nuevas formas de generar valor. Al terminar, como ya es costumbre (dejando la modestia del lado), recibimos una maravillosa retroalimentación del público; pero hubo una persona en específico que nos hizo sentir especial orgullo. Comenzó con una frase como…
“Llevo 3 días viniendo a conferencias en este foro, y es la enésima ocasión que me restriegan el Canvas de Osterwalder en la cara”
… porque es una de esas herramientas difíciles de pasar por alto si se va a hablar de innovación en negocios; sí, tocamos el tema generalmente aunque sea de manera tangencial. En ese momento sentí que iba a ser una de esas críticas fuertes, también muy apreciadas, pero difíciles. Luego continuó con algo como (no recuerdo las palabras exactas)…
Y quiero felicitarlos porque son la primera plática de la que me llevo algo valioso. Porque no abusan de simplemente explicar esas herramientas, sino que le dan un enfoque claro y entendible metido en un contexto más abundante.
Al final esa intervención fue uno de los mayores halagos que nos han hecho en cualquier foro. Fue mucho más abundante, un par de minutos, pero el tema era ese: La gente está cansada de la innovación como siempre nos la quieren vender. Parece que ahora es una obligación incluir la innovación como parte de los valores de tu empresa, como parte de tu discurso de ventas, como parte de tu filosofía. ¡Qué importa lo que eso significa o el compromiso que implica!, lo importante es vestirnos con la indumentaria organizacional de moda: Somos innovadores, integramos tecnología, tenemos nuestras redes sociales llenas de likes, y shares, y snaps, y bots. Hicimos el canvas y llenamos las paredes de post-its un día. O una semana. Tomamos el curso de “Empresas Innovadoras” con la consultora de San Francisco o de Boston. Nuestro Director hizo un curso ejecutivo en Stanford. Somos expertos en Design Thinking.
No digo que nada de eso tenga valor. Por supuesto que lo tiene. Pero la realidad es que si eso no va acompañado de cambios culturales, mentales y operativos, no es nada más que un badge como los de Candy Crush. Innovar no es acumular cursos, post-its y certificaciones. Mucho menos es ponerle unas cuantas palabras trilladas a nuestros planes estratégicos. Y, que quede bien claro, tampoco es obligatorio ni ineludiblemente necesario. Innovar es una decisión que requiere trabajo, compromiso, apertura y empatía. Las herramientas y los contenidos que les damos quienes nos dedicamos a temas afines no son más que insumos muy básicos y primitivos.
Por eso para nosotros es más importante cambiar el discurso de lo técnico a lo humano; de lo metódico a lo emocional. Y siempre nos vamos satisfechos de haber cambiado la perspectiva de muchas personas sobre el tema. Porque es sorprendente la cantidad de gente que aún no entiende que los negocios en última instancia se reducen a relaciones entre personas, y es ahí donde debe nacer la innovación, no en alguna parte de nuestros manuales de procesos.
¿Y para ti, qué significa innovar?
