Otros carnavales

La victoria histórica de los barrenderos cariocas

Mídia NINJA
14 min readMar 12, 2014

Limpian la basura de las calles y calzadas diariamente y hacen el trabajo más “sucio” y uno de los menos valorados en nuestra sociedad. A pesar de su uniforme naranja fluorescente son invisibles para buena parte de la gente. Trabajaban hasta 12 horas por día, con salarios de 800 reales, corriendo por la ciudad apurados, pero siempre de forma gentil. Viven en favelas. Son en su mayoría negros y tienen un sindicato comandado hace décadas por el mismo grupo político que hace acuerdos salariales en negociaciones cerradas con las empresas y con la prefectura, que dona dinero para campañas de políticos que después juzgan a huelguistas de vándalos y marginales.

Forman parte de una inmensa nueva clase trabajadora precaria que en los últimos años, a pesar de todas las dificultades, disputó un espacio inédito en la sociedad brasileña. Los miserables, ahora más incluidos a través de un gobierno popular, pasaron a tener un horizonte y una utopía más allá del plato de comida. En esta nueva posición conocieron internet. Compraron teléfonos celulares, notebooks y tablets genéricos. Reconocieron un espacio donde podrían relacionarse y organizarse sin la vigilancia impuesta por las organizaciones laborales, por el Estado, el capital y los medios masivos.

Fueron sambando de las redes a las calles e iniciaron una huelga en pleno carnaval de Río de Janeiro. Esta es la historia de los barrenderos cariocas.

Barrenderos celebran su victoria después de ocho días de huelga. La presión en la Prefectura en medio del Carnaval llevó a aumentos salariales del 37% para el gremio.

La avenida

La ciudad de Río de Janeiro es la mayor postal de Brasil. Esta belleza maravillosa es también el lugar donde las contradicciones y desigualdades saltan más a los ojos. Las favelas están al lado de zonas ricas, de las playas y de las calles, que con su naturaleza democrática, mezclan una población diversa en un caldo cotidiano multicultural y complejo.

Los juerguistas celebran el Carnaval de calle carioca.

Es también la ciudad de la samba y símbolo internacional de la mayor fiesta popular del país: el Carnaval. Además de todo, es el principal campo de activismo brasileño después de las grandes manifestaciones de Junio de 2013.

El Cuerpo Nacional de Policía en la acción para evitar las protestas en Río de Janeiro en junio de 2013

En Río nadie desistió.

Profesores, black blocs, mediactivistas y sectores organizados mantuvieron el fervor de las calles con movilizaciones masivas, actos simbólicos y acciones directas aún cuando el resto de Brasil se enfrió. Es por eso que Río fue la ciudad en la cual los movimientos sufrieron más con la violencia policial, la criminalización de las fuerzas conservadoras y de las grandes corporaciones de prensa.

La reciente muerte del periodista Santiago Ilídio Andrade a principios de febrero, alcanzado accidentalmente por una bengala, y que hasta ahora se considera fue disparada por manifestantes, fue el detonante para que se condenase no sólo a los dos chicos que en teoría encendieron el explosivo, sino a toda y cualquier forma de manifestación popular. Cayó sobre las calles el peso de la muerte y con él, el fardo retórico e ideológico de que la violencia podría amenazar a la democracia.

De forma contradictoria, pero con intereses claros por parte de los sectores hegemónicos, este espacio se transformó tanto para la derecha, cuanto para la izquierda más tradicional, en una peligrosa zona para delirios dictatoriales. Para la protección contra un mal mayor, era necesario soportar otros males: una ley anti-terrorismo llegó al Congreso Nacional.

Los movimientos sociales pasaron a ser amenazados directamente y un clima de incertidumbre e inseguridad rondó buena parte de las evaluaciones y lecturas políticas en el país, transformando este año electoral, con la aproximación de la Copa del Mundo, en un contexto aún más complejo. El papel fundamental que los nuevos movimientos y tácticas políticas habían desempeñado en esta historia reciente de la democracia brasileña estaban ahora amenazados.

Era preciso abrir alas para el carnaval.

Los adversarios

El primer día de marzo, un sábado, comenzaba oficialmente el Carnaval brasileño. Tras una articulación iniciada en las redes sociales a través de comunidades y perfiles creados por los barrenderos, los trabajadores de la Comlurb (Compañía Municipal de Limpieza Urbana) convocaban una huelga. El gremio exigía aumento de salario-base en R$ 1.200,00, 40% de insalubridad y reajuste del ticket alimentación de R$ 12,00 para R$ 20,00. El momento no podría ser más pertinente. En el Carnaval, las calles de la ciudad quedan completamente tomadas y la limpieza de los barrenderos es fundamental para la estética de la fiesta. Ls escena ya tradicional de mujeres y hombres anaranjados cruzando la Marquês del Sapucaí detrás del desfile de las escuelas de samba forma parte del imaginario del carnaval brasileño.

Barrenderos paralizan el camión de basura de la Comlurb en la Avenida Presidente Vargas, centro de Río de Janeiro, en el primer día de huelga.

Los barrenderos pararon. Y eso nadie la esperaba.

Controlado hace años por un mismo grupo, el sindicato de los trabajadores de la Comlurb históricamente tejió los acuerdos salariales en negociaciones nada transparentes. Las relaciones políticas entre dirigentes sindicales y el gobierno depositaban una nube de desconfianza sobre los verdaderos intereses defendidos por el sindicato.

“Nosotros no queremos ver la ciudad sucia. Somos barrenderos. Pero con un salario de estos qué es lo que podemos comer? basura?”
Marcelo Américo, 34 años, Barrendero de Guadalupe.

Ese sentimiento fue una de las motivaciones para los primeros debates y provocaciones impulsadas y llevadas a las redes sociales por parte de los barrenderos.

Democracia real

Barrenderos se reúnen en frente a la Prefectura de la ciudad para tomar decisiones después de un día de manifestaciones y marchas por el centro de la capital.

La posición de la prefectura y del prefecto Eduardo Paes desde el primer momento fue de negar y descalificar el movimiento huelguista con la complicidad del Sindicato. En declaraciones públicas el prefecto llamaba a los huelguistas “minoría de vándalos” y los acusaba de impulsar un motín.

“Yo no llamaría esto de huelga. Es un motín de un grupo de personas que incluso coacciona a los que quieren trabajar. Huelga es la convocada por el sindicato.”— Eduardo Paes

El malestar originado a partir de la falta de recolección de la basura en un momento de gran evidencia de la ciudad y de fiesta popular fue utilizado de forma moralista y emocional. ¿Cómo era posible parar en un momento como éste? ¿Cómo los miles de turistas podrían soportar una ciudad llena de basura en las vísperas de la Copa del Mundo? ¿Cómo podían los barrenderos ser tan irresponsables?

El Carnaval de las moscas. Aterro do Flamengo, en la Zona Sur de Río de Janeiro después de 5 días de paro de los barrenderos.

En una inversión brutal de valores, la irresponsabilidad bajo la gestión de la ciudad intenta ser transferida a los hombros ya cansados de la clase trabajadora, que reivindica sus derechos en vez de ser asumida por el poder público y sus representantes electos.

El Sindicato, confirmando el distanciamiento con el gremio, cierra un acuerdo absurdo de reajuste del 9% en el salario y declara de forma artificial el fin de la huelga: una jugada ensayada con la Prefectura y los grandes medios.

“COMLURB informa: Asista a langerencia para tratar su despido.” Más de 1.000 empleados son despedidos por mensaje de texto durante la huelga como forma de intimidación.

La justicia del trabajo considera la huelga ilegítima. La empresa COMLURB inicia una política de intimidación clara enviando cartas, telegramas e incluso mensajes de texto (SMS) individuales anunciando un despido masivo de los barrenderos huelguistas.

La Policía Militar y una escolta armada son puestas en las calles para garantizar la vuelta al trabajo, y una campaña difamatoria contra la huelga es orquestada.

Escolta armada del grupo CTS acompaña la recolección de basura en el centro de Río de Janeiro. El importe pagado a un agente de seguridad privada para acompañar una colecta de 8hs equivale al salario mensual de un barrendero carioca.
Photo: Vidblog Vidigal

Varios rumores son creados con el apoyo de los medios masivos para intentar descalificar el movimiento y se suman a la política ostentosa de intimidación y despidos.

Secuencia de portadas de O Globo durante la huelga y el domingo 09, la última de la derecha: “barrenderos anuncian el fin de la huelga” es un título pequeño en la columna izquierda, con destaque mucho más pequeño que el titular principal — sobre las Fuerzas Armadas en Alemão- y también inferior a la foto de un residente de Mangueira con vistas al Maracanã; a una llamada sobre Mujica y a llamadas de artículos sobre el autor de Game of Thrones y sobre Aguinaldo Silva, respectivamente, en sección cultura y en la Revista de la TV. En la jerarquía de la atención, se encuentra en el sexto lugar.

Mientras tanto, los grandes medios de comunicación, principalmente las organizaciones de la red Globo, actúan como prensa oficial de la Prefectura, embarcándose en la ola difamatoria para destruir el movimiento. Extensas notas en el periódico O Globo y en el periódico Nacional apelan a argumentos judiciales, al no reconocimiento de la huelga por el sindicato y la poca adhesión de trabajadores, intentando poner a la opinión pública contra los barrenderos.

Coche de la Red Globo es expulsado de manera pacífica del Tribunal de Justicia del Trabajo. Se niega la entrada a la emisora para acompañar las negociaciones por acción de los barrenderos.

La basura se acumula en las calles y en las playas. El mal olor, característicos de algunas regiones pobres de la ciudad, llega al centro y la zona sur.

Al mismo tiempo, heridas mucho más profundas de nuestra realidad política comienzan a ser expuestas por el movimiento. Se refuerza el sentimiento de abuso y desconexión de la realidad del gobierno de Eduardo Paes y consecuentemente de buena parte de la clase política brasileña; se evidencia que las aclamadas inversiones en la ciudad maravillosa no llegan a la base de la pirámide social, y que el modelo sindical comparte claramente la misma crisis de representatividad que gobiernos, partidos y prensa.

Toneladas de residuos no son recogidos de las calles de Río de Janeiro durante el Carnaval. La huelga duró ocho días.

Las montañas de basura plástica corporativa esparcidas por las esquinas revelan mucho más que eso. La Política Nacional de Residuos Sólidos, aprobada en 2010 después de más de 20 años de retrasos, aún está lejos de ser implementada: vivimos en un modelo obsoleto de gestión de la basura con altos costos para al medio ambiente y la salud pública, financiado con el dinero de nuestro impuestos. Quiénes continúan lucrando son empresas como la Ambev, con su estrategia de marca agresiva y su omnipresencia en la suciedad de las calles, exentas de responsabilidad en la recolección y reciclaje de los envases de sus productos. Al igual que en la Copa del Mundo, los intereses económicos que moldean la política pública quedan expuestos, como la basura esparcida por la ciudad.

Una amplia ofensiva intenta barrer a los barrenderos de las calles y acabar con la huelga. En vano. Son los barrenderos quienes limpian la suciedad de la Pólis.

Trabajadores saludan el paso de los barrenderos en huelga por las calles de Río de Janeiro. El movimiento recibió un amplio apoyo de la opinión pública.

Las nuevas alegorías

Desde el primer momento la paralización de los barrenderos se mostraba como un movimiento diferente. Enfrentando a la vez a la Prefectura y al propio sindicato, que en principio debería ser el defensor de los intereses de los trabajadores, los barrenderos tenían un gran desafío por delante. ¿Cómo podría esta gente hasta entonces “oprimida” construir un proceso político autónomo y luchar con enemigos tan poderosos?

La respuesta vino de forma contundente. Una chispa de conciencia política hizo encender la llama naranja que tomó toda la ciudad, ganó apoyo nacional e internacional, y con la mayor humildad, presentó elementos revitalizantes para el proceso democrático brasileño. Con una acción política desafiante de las estructuras de mediación y construida a través de la participación directa, con una estética de valorización de los bailarines de samba de la periferia brasileña, los barrenderos contraatacaron y organizaron su desfile político por las avenidas de Río de Janeiro.

Las ofensivas fueron respondidas con mucha organización y con la instauración de un proceso de participación real de los barrenderos. Quedó clara la organización popular y la conciencia política. Actos y asambleas diarias, con el pleno ejercicio del diálogo, sumado a la convicción de la necesidad de unión del gremio, dieron una gran consistencia al movimiento. Día tras día, la adhesión de la clase era más evidente.

Barrenderos tocan un samba con tambores improvisados con basureros. Foto: Oliver Kornblihtt / Midia NINJA

Al no ceder a los despidos y a las amenazas, y acelerando el enfrentamiento con la pauta de actos diarios, los barrenderos crearon un clima de confianza fundamental para que la lucha por sus derechos fuera el elemento central de creación de un pacto de clase. Este ambiente de unión del gremio a la proclama y la capacidad de diálogo del movimiento ganaron, en el miércoles de cenizas luego de carnaval, una imagen emblemática.

La Sonrisa del barrendero — en el centro — adhiriendo a la Huelga, es cargado por sus compañeros.

Sonrisas: el barrendero símbolo del carnaval carioca, conocido nacionalmente por las imágenes transmitidas por la Red Globo — la misma que en ese momento condenaba la huelga en defensa del alcalde -, adhería al movimiento e iba las calles a participar del acto bajo lluvia. Su imagen, cargado en los brazos de los compañeros, tomó las redes sociales y se volvió noticia, de la misma forma que sus pasos en Marques del Sapucaí habían contagiado millones de brasileños todos estos años.

Acelera Comlurb. Samba-enredo creado por los barrenderos en sus manifestaciones durante la huelga.

Un contra ataque simbólico original e inesperado estaba en curso. Sin vicios ni tácticas ideológicas clásicas, el movimiento fue a la calle y expresó con alegría sus reivindicaciones.

Disfraces hechos de basura y sobras del Carnaval fueron utilizadas en los actos alegóricos de los barrenderos.

Aprovechando el momento festivo del carnaval, los manifestantes cambiaron la marcha y las palabras de orden por samba bajo sus pies y músicas bien humorísticas y provocativas. Trajeron un sentimiento irreverente y descontraído para su lucha.

La carnavalización de la política, proceso típico de una intelectualizada izquierda festiva, tenía ahora una expresión verdaderamente popular y muy auténtica, capaz de contagiar no sólo a los barrenderos, ya movilizados, sino también a la opinión pública.

A la vez, la ardua jornada de trabajo a la que el barrendero es sometido lo prepara para el desgaste físico de un maratón de manifestaciones, actos y marchas realizadas diariamente durante 8 días consecutivos. Aliando conciencia política, resistencia y festividad, demostraron que no sería fácil limitarlos.

Barrenderos documentan con sus celulares una asamblea del movimiento en el Centro de Río de Janeiro. Diversos grupos y páginas en las redes sociales administradas por los barrenderos sirvieron como base de información y movilización de los trabajadores.

Internet, herramienta fundamental en el proceso de la articulación de la huelga, fue la otra gran aliada y el entorno principal de contra información. Transmisiones en directo de los actos y una amplia cobertura fotográfica, de videos e informes virtuales desenmascararon la campaña de los medios tradicionales y presentaron claramente el juego de intereses puesto en disputa. Los mensajes y los posts de apoyo de otros movimientos en Brasil y el mundo ganaron la red, y una fuerte ola de solidaridad comenzó a tomar forma.

Barrendero samba en rueda improvisada durante manifestación.

Caricaturas con el prefecto y la basura en la ciudad comenzaron a viralizarse en la web. El apoyo de la población y la presencia de medios libres en la escena cubriendo la huelga fueron fundamentales en la construcción de las vías de escape para la lucha simbólica que se estaba librando.

La basura y su olor continuaban en la calle, pero eso ya no era más un problema específico de los barrenderos.

El viernes, el acto que cruzó la Av. Río Branco hasta Cinelandia evidenció la fuerza de los barrenderos. Con apoyo en las calles y una fuerte repercusión en las redes sociales transformaban la huelga en un de los principales asuntos de todo el país.

El estandarte de oro

Dos grandes hechos tuvieron lugar los días 06 y 07 de marzo, después del miércoles de ceniza. En esas fechas la intención de la Prefectura fue reducir a los huelguistas a una minoría rebelde, pero se convirtió en una falacia evidente.

El “300" se había transformado en una multitud. La adhesión de miembros era clara y su resistencia estaba representada con una ligereza carnavalesca ciertamente desconcertante.

El sábado amaneció lluvioso, después de días consecutivos de manifestaciones bajo el fuerte sol de Río de Janeiro. El último acto se inició en la Central de Brasil, y a pesar de la persistente lluvia que los acompañó durante la mañana, la presencia de barrenderos fue significativa. Allí, el reconocimiento del movimiento político y sus nuevos actores ya era un hecho, tanto para el prefecto como para la sociedad.

La Comisión de Huelga, hasta ahora ignorada por la Prefectura, pasaba a ser parte de las negociaciones oficiales entre el sindicato, COMlLURB y el poder municipal. En un último intento de maniobrar, el alcalde Eduardo Paes anunciaba aquella mañana por RJTV, de la Red Globo, que en la tarde de aquel sábado una reunión en el Tribunal Regional del Trabajo (TRT) decidiría los caminos de la huelga. Tomados por sorpresa con la noticia en el televisor, sin ningún comunicado oficial, los trabajadores huelguistas rápidamente reorganizaron su camino y se dirigieron en dirección al Tribunal para participar del encuentro y decidir su rumbo.

La presión popular de los últimos días había enfriado las bases, hasta entonces inflexibles, de negociación con la Prefectura y el Sindicato. Las aguas de marzo, con sus lluvias características y con la cantidad de basura acumulada en las calles y desagües fluviales, empezarían a inundar la ciudad. La imagen internacional del País de la Copa a menos de 100 días del evento, toma ahora una importancia fundamental en la presión del gremio.

En la primera ronda de negociaciones la Prefectura insiste en una propuesta salarial que está lejos de sus deseos. Reunidos en asamblea, los barrenderos rechazan el nuevo aumento ofrecido. El movimiento había logrado dar un golpe a la arrogancia política de los interlocutores de la prefectura y del sindicato.

Barrenderos esperan por la negociación con la Prefectura en frente al TRT momentos antes del acuerdo histórico que aumentó en un 37% el salario del gremio.

Y la prefectura cedió.

Estracto de la transmisión en vivo muestra a los barrenderos de la comisión de Huelga en el momento en que dejan el edificio del TRT. Una onda de catarsis arrebata a los trabajadores al confirmarse la victoria del movimiento huelguista y el histórico reajuste salarial del gremio.

Eduardo Paes se vio obligado a ceder a la propuesta realizada por el comité de huelga. Con ello, el salario base pasó de R$ 804,00 a R$ 1.100,00 mensuales, un aumento de alrededor del 37% más el adicional de trabajo insalubre del 4%. El ticket de alimentación aumentó de R$ 12,00 a R$ 20,00 (66% de aumento), un plan odontológico y otros derechos también fueron conquistados. Además de eso, los 1.100 despidos sin motivo previamente declarados por la Prefectura fueron revocados.

Victoria de los Garis

Trabajadores festejan después de 8 días de huelga y un día entero bajo la lluvia en el centro de Río de Janeiro

Si dependiese del sindicato, los trabajadores de la limpieza de Río de Janeiro, habrían conseguido tan sólo el 9% de aumento. Si dependiesen de la prefectura, nunca habrían dejado de trabajar. Si dependiese de los grandes medios de comunicación el movimiento se habría criminalizado y difamado.

Pero los barrenderos no dependían de ninguno de ellos. Sólo dependían de su capacidad para organizarse. Dependían de su dignidad, su alegría y su poder creativo. Fue así que llevaron su “bloco” naranja a la avenida por última vez ese sábado, el día del desfile de Campeones del Carnaval, y definitivamente entraron en la historia de las luchas y las conquistas de derechos de la joven democracia brasileña.

El verano carioca de este año será recordado por la gran victoria de la Unión de los Barrenderos, la escuela política que presentó el mejor argumento para el país en 2014. Que vengan los próximos carnavales…

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