Constanza Sturm
10 min readMar 6, 2015
¿Por qué todavía existe la Poliomielitis?

Estamos tan cerca de erradicarla, pero hay obstáculos: la superstición, la sospecha… y la C.I.A.

Por Leigh Cowart

Jennifer Brodersen tenía poco más de dos años cuando contrajo poliomielitis, la plaga paralítica del siglo 20, tras contagiarse del virus, lo más probable, por beber de una fuente contaminada en un picnic de la Iglesia, un domingo, cerca de su casa en Chicago en 1956. «La vacuna de Salk había aparecido el año anterior, pero siendo cauteloso, el pediatra había esperado una temporada para administrarla», dice. Ella y su hermana fueron vacunadas dos días después del picnic, pero nadie sabía todavía que Brodersen estaba enferma.

Una semana después, despertó de su siesta diaria incapaz de ponerse de pie o mover sus piernas.

Su padre, que era médico, tomó su maletín y le dio a cada miembro de la familia una dosis de gamma globulina en un último esfuerzo por mejorar sus respuestas inmunes con anticuerpos protectores. Brodersen fue la única de la familia que se enfermó. Estuvo aislada por seis días.

«Solo una de cada 200 personas que tuvieron poliomielitis experimentaron parálisis, y muchos la confundieron con un horrible caso de la gripe», dice ella. «Es una enfermedad verdaderamente cruel».

La tasa de parálisis es más o menos la misma hoy; y de aquellos afectados por la inmovilización, del cinco al diez por ciento morirá cuando sus músculos respiratorios queden en silencio. «Una noche, mis músculos del pecho estaban fallando y se instaló un pulmón de acero a mi lado, listo y esperando», dice Brodersen.

Pero la poliomielitis no deja su marca solo en la primera infancia. «La mayoría de mis músculos volvieron a funcionar, pero no algunos de una de mis piernas, torso y espalda», dice Brodersen. «Aprendí a caminar de nuevo con un cojeo. Tuve siete cirugías entre los tres y los dieciséis, incluyendo una fusión espinal». Brodersen también tuvo que usar un soporte de Milwaukee por un año: «un dispositivo medieval diseñado para enderezar columnas curvadas estirando tu cabeza hacia arriba desde las caderas»; y hasta ahora sufre de síndrome poliomielitis (PPS), que puede ser una condición dolorosa y debilitante que puede golpear años después de que se resuelva la infección aguda.

«Afortunadamente, sólo hay tres cosas que recuerdo de esa época», dice Brodersen. «Dos experiencias extra corpóreas, y volver a casa».

No es la única con recuerdos borrosos de la vida con poliomielitis. Es una enfermedad que ha sido relegada a nuestra historia colectiva con velocidad impresionante, tan rápido, de hecho, que ya no nos asusta. «Cuando le digo a alguien que tuve poliomielitis, hay muchas veces una mirada distante mientras buscan algo con qué conectarla», dice Brodersen. «Muchos conocieron a un pariente o un vecino en algún momento. Las personas muy jóvenes no tienen idea de lo que es o qué significa».

Es probable que sea hora de que cambiemos eso. Tú deberías conocer la poliomielitis. Su historia es horrible y magnífica, un testamento tanto de la capacidad de la humanidad de trabajar en conjunto por el bien, como de la relación de la humanidad con los asesinos entre nosotros. Estamos tan cerca de erradicarla del planeta: una meta que nadie se atrevió a considerar cuando la vacuna fue creada. Pero hay espacios de resistencia donde la poliomielitis está explotando conflictos políticos y sembrando las semillas de su propio resurgimiento. Con un brote produciéndose recientemente en Pakistán, las apuestas son enormemente altas. Hemos visto a la poliomielitis surgir, crecer hasta la ubicuidad, y caer dramáticamente; hemos visto todo menos su respiro final. Y seríamos negligentes de darle la bienvenida de nuevo a través de la ignorancia y apatía.

No es una relación nueva, la de nosotros y el poliovirus: Un tallado egipcio del 1400 a.C. muestra a un hombre con las deformaciones características de la pierna. Pero la enfermedad no golpeó en grande hasta la década de 1900, gracias a que dejamos el agua contaminada.

Esto es lo que los expertos creen que sucedió: En la era pre-epidémica, las enfermedades relacionadas a las heces, como la poliomielitis, eran tan comunes, que la mayoría de los bebés contraía una infección antes de su primer año. Y dado que estaban en una edad en que eran probablemente amamantados, la mayoría de los bebés recibía inmunidad pasiva de sus madres.

Pero.

Con las mejoras en sanidad vino menos contacto con las heces de otras personas. La evidencia circunstancial sugiere que esto retrasa la primera infección del bebé, porque sí, menos caca en el medioambiente significa menos enfermedades relacionadas con la caca. Pero un niño mayor, destetado, con poliomielitis, no estaba recibiendo las dosis de ayuda de su madre; y como tal, su sistema inmune no tenía herramientas suficientemente robustas para luchar de la forma necesaria para mantener a la poliomielitis en el tracto gastrointestinal, y fuera del sistema nervioso. Significando que más niños se enferman más, más tarde, y la poliomielitis asegura una posición en la sociedad.

Tras la explosión de la poliomielitis, hubo una terrible epidemia en el verano de 1916 que dejó 2.400 muertos en Nueva York. Ese mismo año, la poliomielitis mataría a 6.000 personas en todo Estados Unidos. Tuvimos poca suerte luchando contra los peores síntomas en la década de 1920, con el desarrollo del pulmón de acero — aquellos formidables ataúdes de metal en el que metían a los niños para que la tecnología respirara por ellos — pero para la llegada de la vacuna de Jonas Salk, la poliomielitis estaba en todas partes.

En 1955, Estados Unidos comenzó a proteger a sus ciudadanos de la poliomielitis usando la vacuna que Salk notablemente rechazó patentar («¿Podrías patentar el sol?», explicó). Seis años después, Albert Sabin creó la vacuna oral, también. La campaña resultante buscó inmunizar a entre el ochenta y el noventa por ciento de los niños del país, considerados ampliamente como el mejor escenario de casos para que cumplieran. En un momento en que este enterovirus transmitido a través de las heces era contraído por casi todos los niños, la erradicación nunca se consideró una posibilidad. Y, ¡sin embargo…!

Con la introducción de la vacuna, los casos de poliomielitis comenzaron a caer exponencialmente. Desde mediados de los 70 en adelante, la humanidad fue tras la poliomielitis sin piedad. De hecho, la enfermedad desapareció tan rápido que la fecha del último virus atrapado en estado salvaje en Estados Unidos es desconocida, y definitivamente había desaparecido para finales de los 70.

Esto significaba que la posibilidad de eliminar completamente la enfermedad era prometedora y estaba al alcance. Desde 1988, cuando comenzó la Iniciativa Global para la Erradicación de la Poliomielitis, los casos alrededor del mundo han bajado un 99%, cayendo de unos 350.000 casos a 416 en 2013, en gran parte gracias al apoyo de la Fundación Bill & Melinda Gates.

Hemos visto a la poliomielitis crecer de un alarmista epidémico a un Ozymandias virtual de enfermedad contagiosa. Hemos aprendido sus tácticas y desmantelado sistemáticamente su agarre sobre el futuro. Debido a esfuerzos globales de salud pública, hay un estimado de 10 millones de personas en el mundo andando por ahí que habrían sido paralizadas por la poliomielitis. Dicho de forma simple, los niños de hoy no se contagian de poliomielitis.

Bueno, esto es, la mayoría de los niños. En tres países — Afganistán, Nigeria y Pakistán — la poliomielitis sigue siendo endémica. ¿Por qué? Desde que la CIA usó una campaña de vacunas para encubrir sus intentos de localizar a Osama bin Laden a través del ADN de sus hijos, nuestra marcha triunfante para detener la poliomielitis ha sido desviada.

«En septiembre, como resultado de una campaña falsa de vacunación de la CIA usada para cazar a Osama bin Laden en Pakistán, Save the Children se vio obligada por el gobierno de Pakistán a retirar a todo el staff extranjero… El pasado mes, siete o más trabajadores de salud de Naciones Unidas, que estaban vacunando niños pakistaníes contra la poliomielitis, fueron abatidos en actos imperdonables de terrorismo. Aunque las agendas políticas y de seguridad pueden inducir daño colateral por necesidad, nosotros como sociedad debemos poner límites a esos daños, y creemos que esta falsa campaña de vacunación excedió esos límites» — extracto de una carta al Presidente Obama, 6 de enero de 2013, de 12 decanos de salud pública de grandes instituciones de EE.UU.

Debido a la falsa campaña de vacunación, ya no es seguro vacunar en ciertas áreas de Pakistán.

«La historia de la persistencia de la poliomielitis en Pakistán es una de una cultura terrible, una maquinaria de gobierno arcaica, y falta de voluntad política», dice Yousuf Sajjad, periodista en Karachi. «La cultura es un poco estúpida, con las mujeres en muchas familias siendo alejadas del mundo exterior por muchas familias, para protegerlas y hacer que sean difíciles de alcanzar. Sus hijos están con ellas. Los tratamientos médicos de las mujeres y los niños a veces pueden ser restringidos por los padres de familia. Los padres de niños rurales o Pashtun piensan que las gotas contra la poliomielitis van a hacer a sus hijos estériles».

La CIA dejó de usar campañas de vacunación para encubrir operaciones en agosto de 2013, pero el daño ya estaba hecho: las sospechas son tan endémicas como la enfermedad, y los extremistas religiosos están alimentando los rumores de esterilización como una manera de hacer cumplir su autoridad. La Organización Mundial de la Salud se ha dado cuenta. Alertó que si fallamos en eliminar la poliomielitis de sus últimos bastiones de contagio, enfrentaremos hasta 200.000 casos de niños paralizados por la poliomielitis cada año en esta década. Y de acuerdo a su sitio web, «mientras un solo niño siga infectado, los niños de todos los países están en riesgo de contraer poliomielitis».

Las autoridades de Pakistán no se toman la amenaza a la ligera: más de 500 padres que rechazaron la vacuna de la poliomielitis para sus hijos fueron recientemente arrestados en raras y amplias medidas enérgicas. ¿Ayudará?

Aunque tales acciones gubernamentales sugieren que es posible, el futuro inmediato se ve oscuro. «Desafortunadamente no creemos que la erradicación ocurra lo suficientemente pronto para la comodidad de nadie», dice Sajjad. «A donde parecemos dirigirnos es hacia la contención de la enfermedad. Creemos que falta mucho terreno por cubrir para reducir primero la incidencia de la poliomielitis. Después de eso, tendremos que seguir lidiando con la amenaza de tiroteos desde coches a los trabajadores de la salud que administran gotas contra la poliomielitis, o de los policías que los protegen”.

La meta improbable de la erradicación [de la polio a nivel] global está amenazando con escurrirse entre nuestros dedos, pero no tiene que ser así.

Lo curioso de las vacunas — además de ser una forma segura y efectiva de evitar el sufrimiento — no es que requiera compasión para funcionar; es que la compasión necesaria para que la vacuna nos proteja está, increíblemente, presente de forma abundante. Todos los días, miles de padres toman una decisión que dice quiero mantener a mis hijos a salvo. Y con las enfermedades que solo son humanas, las vacunas que tomamos hoy también son para el beneficio de generaciones futuras, de modo que no necesiten conocer los nombres de los monstruos que hemos derribado antes de su tiempo.

Y vaya, cómo hemos estado ocupados. En 1920 había casi 500.000 casos de sarampión reportados en EE.UU.; en 2013 fueron menos de 200. La tos convulsiva bajó de más de 250.000 casos en 1934 a menos de 30.000 en 2014. Hemos reducido dramáticamente el porcentaje de población en riesgo de contraer escorbuto, y casi hemos erradicado la poliomielitis. Aún así, se mantienen y ven alzas ocasionales.

La OMS y los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades han hecho su trabajo tan bien que nos hemos olvidado de cómo asustarnos de las enfermedades, olvidado que deberíamos disfrutar en el asombro de que alguna vez, como humanidad, comenzamos a declarar victorias contra gigantes como la rabia, el tétano, la sífilis y la peste negra. Pero aunque ya no son la amenaza que fueron alguna vez, estos titanes contagiosos siguen entre nosotros.

Un murciélago raro en el día. Un clavo oxidado. Una relación insegura estando borracho. Ratas en el desierto fuera de Las Vegas. Estos son los hogares de nuestros monstruos. Están todos ahí afuera, junto al sarampión, el escorbuto, la tos convulsiva y la poliomielitis; simplemente ya no nos asustan. Porque ahora sabemos que podemos ganar.

Pero no nos pongamos muy petulantes al respecto.

Parte de la investigación para esta serie fue cofinanciada en Inkshares.

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