Deseabilidad
Esa palabra que ni escribes ni pronuncias.
Ese factor clave, intangible, invisible y omnipresente que persigues a través del diseño, el marketing de contenidos, la comunicación, tu cultura y los procesos para que quieran trabajar contigo y, sobre todo, deseen con ilusión lo que vendes.
Si no persigues la deseabilidad en un mundo en el que la atracción de talento es vital y la tecnología cada vez es más barata y accesible, tienes un problema.
No puedes montar un negocio sostenible si sólo quieres que te usen. También tienes que gustar. Te tienen que desear.
Si te desean y tienen orgullo de pertenencia, creas cultura, comunidad y fidelizas.
Antes no tenías un coche. Tenías un Mercedes o ahora un Tesla. No tienes unas zapatillas, tienes unas Nike. No tenías un móvil, tenías una Blackberry o ahora un iPhone. Eso es deseabilidad, pertenencia, orgullo, fidelidad…
¿Deseabilidad? Es esa cualidad que se construye con buen gusto.
El buen gusto es objetivable.
Tanto a nivel estético como funcional es percibido y cuantificado acorde a nuestros parámetros culturales y morales.
El buen gusto no es otra cosa que la búsqueda permanente del bienestar, la justicia y el progreso a través del diseño, lenguaje, los consensos, la economía, las ciencias, las artes...
¿Qué tiene que ver el buen gusto con la economía?
En un mundo donde la tecnología y contenidos son cada vez más una commodity, ¿cómo aportas valor a tu producto, marca y empresa? Con un buen diseño de producto, servicios y procesos. No es forma. Es alma.
Y en el buen gusto: la discreción, la empatía y la síntesis son tres elementos necesarios.
Playlist en Spotify para ayudarte a encontrarlo: “Puras”:
