Áncora coworking
El viaje por Sudamérica también tiene como meta experimentar diferentes coworking — espacios de trabajo compartido — y mientras busco uno en Valparaíso, el destino, o sea Google, me lleva derecho a Áncora.
Deambulo por la ex cárcel y el cementerio hasta que logro ubicarme en la calle Ecuador y subo por la escalera hasta la casa. No hay señalización, pero identifico la puerta de chapa
La entrada al espacio es, ante todo, agradable. Desde el principio se siente placentera. Madera, desniveles, sofás, láminas de muestras fotográficas colgando, un rico aroma a incienso. Buena vibra
Me encuentro con Jano, le cuento sobre cómo llegué, sobre mi trabajo, sobre este viaje. Él me da un buen pantallazo de todo lo que es Áncora
No sirve de nada parafrasear el «quienes somos» del sitio. Sí puedo aportar en describir cuáles son los factores que más me llamaron la atención en este particular espacio de trabajo compartido / colaborativo
El «Precio libre» como modalidad de pago
Áncora no cobra una tarifa plana por el uso del lugar. Eso ya es algo que escapa por completo al modelo de negocio de un coworking tradicional. Y el primer gran logro que hay que concederle al modelo «precio libre», es que nos incentiva a reflexionar cuánto deberíamos pagar por el espacio que estamos usando
Plus: el «precio libre» no necesariamente debe ser en efectivo; también se pueden hacer retribuciones a la casa de cualquier índole: mi favorito durante un tiempo fue llevar plantas aromáticas para aportar en la cocina
Áncora, en este sentido, nos lleva a repensar el modelo de coworking como algo mucho más comprometido. Nos invita a reflexionar sobre cuánto vale el espacio que estamos ocupando. ¿Qué es lo que me da? ¿Qué puedo darle a cambio?
La comida
Esto a lo mejor es algo muy personal, pero una de las mayores virtudes de estar trabajando en Áncora fue almorzar en el espacio. Es que esos chicos cocinan como deberían cocinar los dioses
En Áncora se le presta muy buena atención a la comida y eso se agradece. La experiencia de la cocina siempre es colaborativa, siempre saludable y verdaderamente rica
Sin dudas, el tiempo que pasé en el espacio estuve muy bien alimentado. Valparaíso es una ciudad que pide buena cantidad de energía para subir y bajar cerros y escaleras constantemente; obtuve esa energía en gran parte gracias a los almuerzos
La función de la cocina en un espacio coworking es esencial para incentivar las relaciones de la gente que lo utiliza. La de Áncora, además de cumplir con la necesidad básica de incentivar las relaciones humanas, cuida la salud de estas relaciones
La flexibilidad del espacio
Un centro cultural, un restaurante, un espacio de coworking, una organización comunitaria, un espacio para eventos, una sala de reuniones, una sala para exposiciones, una huerta, un mercadito de ropa…
Es admirable la versatilidad del espacio para adaptarse a todo tipo de actividades
Este es un tercer factor que demuestra que Áncora tiene una visión mucho más amplia y ambiciosa sobre lo que debería ser un espacio de trabajo compartido, extendiéndolo además a un espacio de actividades o eventos compartidos
A modo de ejemplo ilustrativo: mi experiencia personal de los lunes era estar trabajando y a eso de las 6 de la tarde, cerrar la notebook y unirme al grupo de encuentro de idiomas, donde aprovechaba para conversar y practicar mi inglés
De oficina de trabajo a encuentro de idiomas, en lo que se tarda en mover estratégicamente un par de sillones y relajarse
No tenía muchas ideas de cómo expresar qué es lo que uno «se lleva» al vivir la experiencia de trabajar en Áncora, hasta que por casualidad me encuentro con una cita de Dalai Lama, que ahorra explicaciones:
Give the ones you love
wings to fly,
roots to come back,
and reasons to stay.
La gente de Áncora sabe muy bien cómo ponerla en práctica
Mis más sinceras recomendaciones para quienes andan por Valparaíso y necesiten un espacio de trabajo o quieran conocer gente linda. En Áncora van a experimentar una muy particular e interesante forma de entender un espacio compartido.