Constanza Sturm
10 min readMar 18, 2015
El sarampión es solo el comienzo

Fuimos suficientemente inteligentes para erradicar el sarampión, pero también suficientemente arrogantes para invitarlo de regreso. Bienvenido a una serie de cuatro partes sobre las formas precisas en que estamos arruinando 50 años de progreso médico.

Por Leigh Cowart

El gran médico persa Abu Bakr Muhammad ibn Zakariyyā' al-Razi, descrito muchas veces como el abuelo de la medicina pediátrica, era un hombre meticuloso. Antes de cumplir 30, descubrió el etanol gracias a la aplicación cuidadosa de la que era entonces una nueva forma de destilación. Cuando supervisaba la construcción de un nuevo hospital en Bagdad, al-Rāzī colgó carne cruda alrededor de la ciudad y descubrió dónde se pudría más lento. Y en uno de los más de 200 libros que escribió, creó el primer y más extraordinariamente detallado registro de una de las enfermedades más contagiosas conocidas por el hombre.

Desde que al-Rāzī la documentara por primera vez, esta pequeña hebra de ARN inserta en una envoltura de proteína ha disfrutado de un raro tipo de notoriedad, aun en el sorprendente mundo de las enfermedades contagiosas. En 1529, los españoles la llevaron a Cuba, matando a dos de cada tres nativos. En la próxima década aproximadamente, el virus devastó América Central, decimando a muchas poblaciones y matando hasta la mitad de los hondureños. Y en 1693 en el Estados Unidos colonial, el gobernador de Virgina, Edmund Andros, publicó una proclama por un «día de Humillación y Oración» con la esperanza de desviar al virus.

No es así hoy, pero la enfermedad tampoco está holgazaneando. En 2013, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, hubo 16 muertes por el virus cada hora, alrededor del mundo, durante todo el año. Es una de las principales causas de muerte entre niños pequeños, pese a nuestra capacidad de vacunar de forma segura en su contra. Se estima que entre los años 2000 y 2013 las vacunas han evitado 15,6 millones de muertes.

¿La reconoces?

Todo el mundo ha visto, en algún momento, la foto del niño con sarampión — ese chico de cabello claro cubierto de pies a cabeza de manchas rojas — . Es la representación fotográfica de la miseria abyecta: el pobre niño, traicionado por su sistema inmune, con rasgos borrados por un sarpullido del cuarto día. Pero aunque una foto de cientos de lesiones antiestéticas pueden ser chocantes, no basta como evidencia para padres que temen más al falso espectro de Andrew Wakefield que al peligro del mundo real de muerte por sarampión.

Casos de Sarampión (1920–2000)
Casos de sarampión (2001–2014)

Pese a que Estados Unidos declaró al sarampión eliminado en el 2000, el virus ha vuelto a despertar, con toda la gracia y previsibilidad de un oso grande que deja de estar sedado. Grupos con bajas tasas de vacunación están reviviendo a este virus Lázaro de occidente, con brotes apareciendo como un golpe desconcertante. Y aunque la Gran Generación puede conocer los trucos arteros del sarampión muy bien, este virus está un poco pasado de moda para las generaciones más jóvenes como para saber mucho sobre él.

Por lo tanto, para cualquiera que sea nuevo en la enfermedad, es tiempo de conocer al sarampión.

Después de todo, el sarampión ya te conoce.

Aunque es más conocido por su erupción moteada delatora, el sarampión es una enfermedad respiratoria salvajemente infecciosa. Como la gripe, se transmite por el aire — y tiene éxito — . Tiene una tasa de contagio casi perfecta: Pon a tu bebé en una habitación con un paciente de sarampión y en 9 de cada 10 casos, el sarampión se va contigo a casa. En el espacio común compartido entre tú y un idiota contagiado de sarampión que tose y estornuda, se cree que el dulce aire oxigenado y las manillas inevitables de las puertas permanecen infecciosas hasta por dos horas. Y el sarampión da un doble golpe porque una persona puede volverse contagiosa antes de saber que está enferma. Cuatro días antes de que aparezca el sarpullido es cuando la mayoría de las personas se vuelve capaz de propagar el amor. Así lo consigue el virus.

Entonces, ¿cómo saber si tienes sarampión? Los síntomas comienzan como una molestia de invierno estándar: fiebre, tos, nariz que gotea, ojos rojos. Unos pocos días de esa miseria y la etapa decorativa de la enfermedad comienza con una alfombra de lesiones rojas que florece de la cabeza a los pies. Las manchas de Koplik pueden aparecer antes del sarpullido — es entonces cuando el interior rojo brillante y carnoso de las mejillas se cubre de muchos pequeños puntos azul-blanco — . Las complicaciones del sarampión aparecen en casi uno de cada tres casos reportados, y van desde la diarrea (8 por ciento) y neumonía (6 por ciento) a encefalitis (0,1 por ciento) y la muerte (0,2 por ciento).

Se pone peor.

Después de arribar en el aire como un miasma de la vieja escuela, el virus del sarampión salta a través del tracto del sistema respiratorio superior a los ojos. Sin embargo, antes de hacer una línea directa a los nodos linfáticos más cercanos, el sarampión debe ingresar a la célula. Te revelaré un secreto, el campo completo de la biología molecular es básicamente el estudio de los apretones de manos secretos entre pequeños pedacitos de cosas, y eso es exactamente lo que está ocurriendo aquí. El virus del sarampión está envuelto en una membrana que tiene dos tipos diferentes de proteínas en la superficie: hemaglutinina (H), que es como un hechicero cerrajero mágico, y de fusión (F), que claramente tiene un mejor nombre. El virus se junta con una célula epitelial y usa su cerrajero mágico en el sitio receptor, entra en el lugar correcto y desata una cadena de eventos moleculares que despiertan a la proteína de fusión. Esta proteína luego deja ingresar al virus a la célula. Es todo muy técnico.

Una vez que todo comienza, el sarampión realmente se mueve alrededor del cuerpo. Viajando por el tejido linfático cerca del área de la infección, escala hacia algunos nodos linfáticos cercanos e instala una tienda de replicación y destrucción: Parte de este proceso involucra una fuerte reducción en ciertos tipos de células blancas disponibles en el cuerpo, que luchan contra las infecciones. Copias del virus saltan luego al torrente sanguíneo (viremia), y desde allí es un pasaje sin retorno a la ciudad del sarampión. Sarampión en la piel, en otros nodos linfáticos, en los riñones, en el tracto gastrointestinal, incluso en el hígado; esto es en parte porque el virus puede secuestrar la maquinaria de replicación celular en los capilares sanguíneos y células epiteliales, como también en varios tipos de células que luchan contra las infecciones. Correcto: el sarampión se replica dentro de las propias células encargadas de su destrucción.

Es macabro. Que el virus ya esté saltando a otras personas antes de que el infectado se sienta enfermo o note el sarpullido es una cosa. Que parezca que te recuperaste de sarampión, solo para morir de eso luego, es otra muy diferente.

Hay varias formas en que el sarampión puede afectar al cerebro y sistema inmune en un periodo mayor a algunos días de enfermedad. Para empezar, pacientes que superan la infección quedan temporalmente inmunocomprometidos, y abiertos a nuevas infecciones. «La relación [entre sarampión e inmuno-supresión post infección] es clara», explica la doctora Diane Griffin vía e-mail. Ella es la jefa del departamento de Microbiología Molecular e Inmunología en el Johns Hopkins School of Public Health, donde los investigadores exploran este y otros fenómenos.

Sin embargo, es en el cerebro donde el sarampión entra en el juego de largo plazo. En individuos inmunocomprometidos antes de su encuentro con el sarampión, el virus puede afectar el cerebro, provocando una enfermedad fatal que avanza durante el curso de uno a 12 meses. Esta enfermedad es llamada encefalitis por sarampión. Rara vez, en algunos niños y adultos jóvenes, el sarampión puede provocar una enfermedad lentamente progresiva llamada panencefalitis esclerosante subaguda. Es el resultado de una infección persistente que muchas veces termina de forma fatal de 7 a 10 años después. «Adicionalmente, puede gatillar desmielinización autoinmune, encefalomielitis post-infecciosa, poco después de la infección, que es frecuentemente asociada a déficit neurológicos en aquellos que sobreviven», dice Griffin. ¿En español? Esto significa que el sarampión puede volver al ejército de tu cuerpo en su contra, de tal forma que literalmente crea un lío en tu cerebro.

¡Gracias a Dios por las vacunas!

Hasta mediados del siglo 20, los humanos estuvieron a merced del sarampión. Casi todos los niños lo tuvieron, convirtiéndolo en un rito de paso común en la niñez, no obstante uno persistente y ocasionalmente mortal. Si fuiste joven antes de que John Enders y Thomas Peebles descubrieran la vacuna del sarampión en la década de 1950, es probable que pasaras parte de tu niñez cubierto de manchas rojas. Pero con la llegada de programas de vacunación, la humanidad ha estado reduciendo el sarampión — con algunas excepciones.

Una persona con sarampión puede infectar hasta 18 personas no vacunadas.

Ah, sí. El movimiento antivacunas. Como están descubriendo las agencias de salud pública alrededor del mundo, la percepción lo es todo, y a las personas les resulta difícil recordar peligros que no pueden ver. Al erradicar exitosamente el sarampión de la sociedad, organizaciones como la CDC y OMS crearon otro nuevo problema: conformidad. Las grandes farmacéuticas son un villano mucho mejor que los monstruos invisibles de los que siempre se queja tu abuela, y en realidad, ¿quién muere de un sarpullido? Digo, 145.700 personas al año — y esto es tras una baja de 75 por ciento que ocurrió entre 2000 y 2013 debido al alza en las vacunas — pero ¿quién está contando?

Pero ahora, con padres que rechazan vacunar a los niños — especialmente padres ricos que pueden saltarse el sistema público de salud — el sarampión está retomando estatus. En California, donde comenzó el último brote, hay un claro lapso entre las elecciones de los más pobres y los más ricos.

Lo que eso significa para las generaciones más jóvenes está por verse, pero el futuro se ve desalentador. Sabemos que la inmunidad ganada de la exposición a sarampión en estado salvaje dura al menos 65 años, pero ¿qué hay de la vacuna? «No sabemos cuánto dura la protección de inmunidad después de la vacuna», dice la doctora Griffin. Sabemos que 99 por ciento de quienes recibieron la vacuna de sarampión, paperas y rubeola pueden estar protegidos por más de 20 años tras dos dosis del pinchazo, pero ¿después de eso? Supongo que estamos por descubrirlo.

Realmente no puedes culparnos de olvidar: Es una reacción muy humana. Después de todo, el dicho «el tiempo cura todas las heridas» es una versión más bonita de «no te preocupes, te olvidarás de lo malo que fue esto». Los problemas en adelante son los que ocurren cuando olvidamos el peligro real y nos enfocamos solo en lo que percibimos que es una mayor amenaza. Desconectarse del sistema de vacunas se vuelve una forma buena, pasiva, de sentirte como si estuvieras protegiéndote de peligros «tal vez». De pronto, no vacunar empieza a parecer una precaución. Hemos pasado los últimos cien años más o menos corriendo como mercenarios de la salud pública, aislando, venciendo y encadenando a los monstruos de la antigüedad, pero parece que tal vez hicimos el trabajo demasiado bien. ¿Usarías un cinturón de seguridad si los accidentes de automóviles hubiesen dejado de ocurrir en la decada de 1950?

Vacuna a tus hijos contra tus ideas.

Estamos asustados del cuco equivocado y hemos olvidado los monstruos que se esconden en las sombras de las guarderías. Hemos aprendido a ver a estos asesinos experimentados como enemigos fácilmente derrotables, no titanes de la mortalidad y el morbo. Los tratamos como pestes.

Pero estas no son pestes. Estos monstruos invisibles están volviendo — sarampión, tos convulsiva, poliomelitis, escorbuto — . Y nos conocen mejor de lo que nosotros los conocemos.

Así que si encuentras manchas raras en tu boca, o si la parte húmeda y brillante de tus mejillas tiene un campo de puntos blanco-azules, piensa en «sarampión», no en ETS a lo Experdiente X. Acumula provisiones, aíslate de la sociedad, y cierra las compuertas para un divertido correteo a través de un sarpullido viral de cuerpo completo y la cabeza llena de mocos. Y mientras floreces en un verdadero jardín de rosas de sarpullido rojo, sé bueno y llama a todos con quienes saliste los días anteriores a darte cuenta de que eras una repugnante persona enferma. Porque no solo conociste a uno de los enemigos más antiguos de la humanidad; también tus conocidos sin vacunar están a punto de conocer a su sarampión.

Bienvenido al renacer de los enfermos.

Parte del financiemiento de esta investigación fue recaudada en Inkshares.

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